La Gran Movida

Voces Emergentes

El magnífico preámbulo al inspirador discurso presentado por el gran Martín Luther King, Jr. nos manifiesta fervorosamente:

«Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño.»

Pero, ¿será acaso qué las luchas y movimientos civiles han terminado, hoy siglo XXI? o ¿será que las causas, nuestras causas contemporáneas, no tienen valor o importancia como la de las generaciones pasadas? Los movimientos civiles de esas minorías subordinadas, cansadas de la opresión característica de esa clase esclava han estallado en revoluciones para erradicar a eso o a esos que los mantienen con el rostro pegado al suelo. Desde la digna lucha de nuestros hermanos afrodescendientes, los movimientos obreros a partir del siglo XVIII como consecuencia de la Revolución Industrial; el movimiento feminista que viene aproximadamente desde el siglo XVII buscando igualdad siendo parte de una comunidad política.  También pertinente, a mediados de este mismo siglo, cómo olvidar las grandes revoluciones patrióticas y nacionalistas que dieron paso a la democracia en nuestros tiempos; finalmente aunque existen un sinnúmero significativo de movimientos civiles, hoy nos toca en el siglo XXI manifestar, exigir y vivir este movimiento que sencillamente busca la equidad de género para todos los ciudadanos  como se cobija en las leyes constitucionales de muchas naciones, pero sobre todo como un derecho natural y universal.

Lamentablemente, el primer argumento de defensa por parte del Estado [i]legítimo es en la mayoría de las veces: la ley dice… y por tal razones su movimiento o acto va en contra de nuestras leyes (¿leyes de quiénes?).  Considero pertinente en este momento citar a la profesora Érika Fontánez parafraseando dentro del derecho al filósofo Albert Camus quien expresa que:

«EL secreto del Derecho reside en esta ambigüedad fundamental. Estas oscilaciones perpetuas entre lo natural y lo extraordinario, el individuo  y lo universal, lo trágico y lo cotidiano, lo absurdo y lo lógico, vuelven a encontrarse en toda su obra y le dan a su vez su resonancia y su significación. Hay que enumerar estas paradojas y reforzar estas  contradicciones para comprender la obra absoluta (Fontánez,: 2014: 13)».

En este punto estamos viendo como entre la ley que rige una sociedad y esa sociedad que debe ser protegida, por siglos llevan cometiendo errores cíclicos. Sí, las generaciones pasadas, y ahora la nuestra han estado cometiendo las misma irracionalidades por el simple hecho que cada movimiento o manifestación, incluyendo las del Estado, lo único que verdaderamente defienden y por lo que dan inclusive su vida es por el egoísmo y el interés personal. Parece jocoso como el mismo Voltaire formula si «hay alguien tan inteligente que aprende de la experiencia de los demás». No cabe la menor duda que el estancamiento o desfase socioeconómico que por siglos hemos estado experimentando en Puerto Rico, no es solo nacional, si no que a nivel internacional situaciones similares o exactas a las nuestras están ocurriendo y aquí la gran interrogante, ¿por qué?.

Aunque el término no es reciente como parece, quizás habremos escuchado hablar de los movimientos sociales o movimientos civiles. «Estos movimientos sociales surgen cuando grupos de personas, convencidas de que ni el Estado, ni los partidos, ni los políticos o grupos de interés establecidos han abordado correctamente sus preocupaciones, organizan una acción colectiva que logra definir de forma atractiva una causa, suscitar eficazmente la adhesión de un grupo numeroso de activistas y atraer la atención pública (Sodaro, 2010: 203). Si analizamos la compleja, pero simple definición que nos plantea el politólogo Michael Sodaro, ¿no es estos tipos de movimientos los que comienzan tardíamente e ineficientemente a surgir en nuestra isla?, pero nuevamente, ¿por qué o para qué?.

Regresemos a nuestro gran amigo escritor, François-Marie Arouet, popularmente conocido como Voltaire, quien precisamente señala que «si los pobres empiezan a razonar todo está perdido.» Ahora bien, ¿estaremos todos los pobres razonando? Me atrevería a apostar que no, vemos como los valores y la ética social se corrompe por el sistema capitalista de consumo. Como escribía recientemente el doctor en sociología de la Universidad de Puerto Rico, César J. Pérez Lizasuain:

«A ello se suma una creciente cultura anti-intelectual en donde la docencia es entendida en términos estrictamente industriales-corporativos y cuyo propósito se va limitando a otorgar una calificación con tal de finiquitar y facilitar lo prometido al consumidor universitario: el grado académico como commodity (ya en este punto poco importa la calidad del mismo y de cómo se obtuvo).»

Coincido con el doctor Pérez, en que hoy el estudiante va a exigir que le den su título porque lo pagaron, a la misma vez que vemos los profesores que irresponsablemente gradúan como un proceso mecánico a pesar de que estos estudiantes no cumplan con el aprendizaje requerido, pero sí cuentan con buen networking (como dicen popularmente, el que tiene padrino se bautiza). Por aquí ya vamos acercándonos a responder el porqué del deterioro de las sociedades del mundo.  Desde jóvenes nos decían los sabios antepasados, estudia que sin estudios no hay futuro;  hoy muchos no solo realizamos un bachillerato, si no que terminamos un o dos máster y el grado doctoral no falta. Empero estamos tanto en Puerto Rico como en España o Irlanda y hasta en Argentina, la misma punta del fin del mundo, muchos jóvenes, la nueva generación del cambio, sentados en psiquiatras esperando nuestro turno.

Esperamos el turno de reconstruir, enmendar los errores u horrores cometido por las antiguas generaciones que se reúsan a permitirnos el acceso al ámbito laboral, al cual estamos más  que preparado. Somos una generación de educados pero sin experiencia, pero si es que no nos dan la oportunidad de demostrar de qué estamos hechos. Creo que la juventud no quiere excluir a esas mentes experimentadas (como han hecho con nosotros) si no que queremos poder trabajar juntos, experiencia e innovación para el desarrollo y bienestar de nuestras sociedades y futuras generaciones. Lamentablemente este sueño del que hablaba el señor Luther King, llega un momento que intentar jugar el juego de guerra que los antiguos desarrollaron, llega a frustrar y matar los sueños de aquellos que una vez entre café dialogábamos en cómo salvar nuestra sociedad.

Los movimientos y las luchas sociales han sido muchas y seguirán surgiendo; los jóvenes seguiremos esperando (ansiosos por aportar al cambio y desechar aquello que no ha funcionado); en muchas causas para que se tome importancia debe existir lamentablemente un mártir para que se tome acción por parte del Estado o los actores pertinentes; y en el extremismo de los casos una revuelta violenta para imponer o conquistar lo pe[r]dido. Es el momento de una nueva revolución, nuestras sociedades aún tienen esperanza; a todas las generaciones les exhorto a actuar como lo que somos; compatriotas, hermanos y amigos. Jóvenes del mundo es hora de unir nuestras voces y exigir nuestro espacio en este presente que afecta y seguirá afectando nuestro presente y futuro.

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