Mi abuelita Pepita y el huerto casero de David

Caribe Hoy

Siguen cerrando industrias, negocios; el gobierno no ayudará a la clase media y no puedo más que pensar en las palabras de mi sabia abuela: “Habrá hambre en el mundo, tienes que prepararte para tener comida en tu casa”. Cuando lo vaticinó hace unos cuantos años atrás mi corazón dio un vuelco, ahora, llora. En la vejez hay, sin lugar a dudas, un conocimiento inmenso, por eso es necesario respetar las personas que han sido espirituales durante toda su vida. Ellas siembran las semillas del presente y del futuro en nuestras vidas. La semilla real, la que da frutos para el cuerpo, esa nos toca sembrarla a nosotros. Mi abuela solía tener visiones, buenas unas y otras, desesperantes; pero ante todas, siempre decía: “Espíritu Santo, no te apartes de nosotros.” Mientras, en su humilde patio cosechaba guineítos, panas, gandules, recao y otras especias que servía en su mesa para que todos comiéramos. Si mi sabia abuela tuviera la oportunidad de llegar a más corazones, les diría: “Siembra”.

David no tiene hijos, pero es un padre amoroso con los hijos postizos que la vida le ha dado. Sobre todas las cosas es un padre responsable y buen proveedor que al quedarse sin trabajo y ser pobre, no se rindió. Su casa no tiene terreno para cultivar. Sin embargo, cosecha: pimientos, tomates, brécol, recao, recaíto, orégano, lechuga, ajicito dulce, cebollines y hasta calabaza en el techo de su casa. Con los conocimientos que ha adquirido de todos sus maestros y la inspiración divina, ha perfeccionado el arte de la caridad. Cuando los frutos son tantos que no los puede consumir en la casa, David los regala a sus vecinos, los lleva a sus maestros y le agradece a Dios por el techo que lo cobija. Con un poco de ingenio y algo de información, son posibles muchos sueños como el del huerto de David.

Comparto estas historias reales con usted para fomentar que sembremos en alguna parte de la casa o patio en todos los hogares de Puerto Rico. Es urgente que la gente no se detenga ante los despidos, o en el impacto de la desolación por la emigración de sus seres queridos; porque nuestra tierra es buena, además de la terapia que nos brinda la interacción con ella. Ahora con los periodos de sequía que serán más y más frecuentes, hay que ser ingeniosos y tomar medidas para el uso y la conservación del agua. Este es el mundo que el rápido futuro ha hecho que sea nuestro presente.