The Revenant o la falta de un proyecto de país

Cine caribe

La nueva puesta en escena de la película The Revenant (Dir. Alejandro González Iñarritu, EE.UU., 2015) es como mucho de sus filmes una apuesta a la estética cinematográfica. Dicho esto, no sin contradicciones, el filme es un gran filme. Ahora bien, ¿se sostiene el mismo en relación al proyecto que intenta descifrar: la fundación de los EE.UU.? Veamos.

La película está basada en la novela de Michael Punke, quien es un distinguido intelectual público de los EE.UU. y quien en el año 2002 escribió la novela homónima, para contar la vida de Hugh Glass. Se trata de un trampero y cazador de principios de siglo 19, que vivió entre los estados de Dakota y Montana, y quien como todo buen empresario emprendedor de dicho momento en la historia de los EE.UU. se dedicaba a cualquier empresa que le dejara dinero. Glass, un hombre que conocía bien el paisaje y sus adversidades, murió asesinado por la comunidad de indios Arikara en el 1833.

La película de González Iñarritu toma licencia poética para contar la vida de Glass, quien, como se indica en la película sí fue atacado por una Osa, madre de dos cachorros, Grizzli. Entonces, fue dejado por el grupo de expedición que le acompañaba durante una misión de cacería en la cual participaba, al comando de dos otros soldados/empresarios/mercenarios: John Fitzgerald (Tom Hardy) y Jim Bridger (WIll Poulter). Estos dos tenían que cuidarlo y llevarlo nuevamente al fuerte donde se originaba la expedición. Pero no lo hicieron. Lo abandonaron en la selva y a su suerte.

Como un milagro, y un dato histórico, Glass se recuperó sólo, asistido por su intuición, coraje y determinación de vivir. Esto fue en el 1820. Caminó a lo largo de seis semanas, 200 kilómetros, y sobrevivió. Al regresar al fuerte, buscó a Bridger a quien no le quitó la vida por ser un hombre joven; luego encontró a Fitzgerald, quien se había enlistado en el ejército de los EE.UU. No lo mató por ser un delito con pena capital, y sólo le pidió a cambio que le devolvieran su rifle lo que sí ocurrió.

La película The Revenant toma los hechos históricos y los maneja con cierta precisión, pero los modifica. Tiene usted que ver la película, para entender como los datos históricos compartidos se alteran. Ahora bien, la historia real, como la novela de Punke y la película de González Iñarritu, guardan un hilo conductor: los eventos son parte del proceso de la construcción del sueño de los EE.UU. Nos guste o no, se trata la película, la novela y la historia, de cómo fundar un país.

Es en este punto, donde la historia de la película se hace problemática. González Iñarritu erró en los énfasis que le puso a la película, sobre todo el exceso de nieve para la localidad de Luisiana que quería mostrar, cuando la historia realmente pasó en otros estados un poco más al norte y más montañosos. Por otro lado, la lucha entre Glass y Fitzgerald, nos deja a todos en la película un poco ensimismados: ¿Y…? Sin lugar a dudas tendrán que ver la película, pero una hora de la misma, bajo las peores condiciones atmosféricas, la película se da en la lucha de Glass por encontrar a Fitzgerald.

La película más que costosa o excéntrica, pues se firmó completamente bajo escenarios de nieve real que consistieron de localidades en los EE.UU., Canadá y Argentina, tiene otra complicación. La misma ha sido parte de la reacción de repudio del caucus afro-americano de Hollywood. Las razones, múltiples. Pero una de ellas que es importante destacar que la producción de González Iñarritu, es la que se produjo, pero vino precedida de una pre-producción previa que incluía como actor, en la figura de Hugh Glass, a Samuel L. Jackson.

Y, para muestras un botón. Samuel L. Jackson no participó en este proyecto, aunque si está en cartelera actualmente en The Hateful Eight (Dir. Quentin Tarantino, EE.UU., 2015). Todo apunta que debió haber sido nominado por esta película, que resulta ser su mejor actuación en su larga carrera. Pero no fue así. El resto, usted lo analiza.

Vayan a ver esta película. Gane o no gane los premios de mejor película en la edición 2016 del Oscar. Lo cierto es que es una película de excesos. Aunque realmente hablando, la vida de Hugh Glass fue un exceso.