Me vale, sí, me vale. No soy oveja de rebaños. Soy una voz con algo de cordura. Quiero que la cosecha del futuro sea buena, llena de esperanza. Y tanto la niñez como la adolescencia son etapas de fragilidad que debemos proteger. Yo he visto jóvenes perderse por la presión de grupo y por el tonto gusto por la experimentación de paraísos artificiales.
Escribí hasta un cuento donde el estado administra gratuitamente a las clases bajas con dosis de drogas para mantenerlas al margen del progreso. Es así, endrogados los profesionales no sirven.
Las calles están llenas de adictos y cuando les preguntas cómo empezó, te responden:
Fumar es el comienzo, la divisa
la batalla que agota la esperanza
transformarme en un cuerpo estropeado
y sin más voluntades en mi alma.
Mamá lo decía tarde y noche
que la tristeza así no se combate
Hijo mío: “te vas a reventar en ese bache”
Hoy solo me acompañan sus reproches
y el deseo de salirme de este cuerpo
que es mi cárcel,
pero duelen
los barrotes
en mi sangre.
Crédito foto: Hash Milhan, www.flickr.com, bajo licencia de Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0/)