En mi 48va vuelta al sol, de rojo candela

Caribe Imaginado

alt“Yo quiero vestirme de rojo candela

y encender la calle con un verso”

-Raquel Brailowsky

Esta mañana desperté con los versos de Raquel adornando mi maranta. Como presagio o predicción de lo que será esta nueva vuelta al sol. Café en mano y con un cantar profano en el pecho, decidí abrir el periódico, no para leer el horóscopo en mi natalicio ya que hace lunas decidí que yo y solo yo sería la hacedora de mi destino, sino para ver si mi Patria celebraba esta nueva vuelta al sol conmigo.

Parece ser que a la misma se le olvidó esta fecha, o quizás soy yo, que entre tanto ajetreo cotidiano he olvidado buscar esas caras que me dicen que esto, “no está tan malo na”. Respiro profundo, cierro los ojos y me digo a mi misma: “Misma, vístete de rojo candela, vete a encender la calle con versos”.

Sonrió al escuchar a mi viejo cantando los boleros que le dedicaba a la vieja. Más abajo puedo escuchar que los vecinitos se levantaron a jugar con agua en el patio. En la casa de enfrente está la doñita conversando con la vecina, mientras el don se mece en la hamaca en la marquesina. En esta calle donde he vivido la mayor parte de mis días, nos hemos mantenido “los originales” de la misma. Dos o tres son “nuevos” y cuando digo “nuevos” entiendan que llevan solo 20 años en la misma. En esta calle somos familia, de la buena, de la de “en las buenas y en las peores también”. Tomo un sorbo de café, esta es la segunda taza y vuelvo al periódico para rastrear en las entrelíneas, sé que he de encontrar un abrazo, un beso. Lo cierro.

Cuando me doy cuenta que quiero encontrar abrazos y besos en un periódico comercial, manipulado por los intereses de la maquinaria que lo desarrolla, algo en mí anda mal. Los abrazos y los besos los tengo que dar yo, para que estos produzcan más. Es en la gente del pueblo, en los de mi calle, en los del barrio que estos se encuentran. Así como es en ellos que se encuentra la cara linda de mi Patria.

No puedo esconder con un dedo la realidad en la que vivo, la que nos ha tocado a vivir. Parece ser que se nos está cayendo el techo encima y nosotros, seguimos en un letargo nada desconocido. Mas también es cierto que en nuestras manos está el que esto no nos trague, nosotros tenemos que buscar ser “esos abrazos y besos” que no encontraremos en los periódicos, pero sí en “nuestra calle”. Cuando mi abuela decía: “El que quiera pesca’o, que se moje…” no decía nada extraño, nada ajeno, sí algo gracioso, pero muy verede.

Esta realidad que nos circunda, buscada o no, es de todos. Y como de todos es, a todos nos toca trabajar en ella. No como individuo unilateral, pero sí desde el pensamiento colectivo que nos lleva al mover. Cuando fui maestra de kínder, si quería que las mesas de mis chiquitos estuvieran limpias y ordenadas, mi escritorio debía ser aún más limpio y ordenado. Ellos seguían el ejemplo de “Maestra Lala”. Ellos fueron mis mejores maestros. Así que dejándome llevar de ellos, si quiero que “mi calle” me reciba con “abrazos y besos”, debo ser fuente de estos. No le puedo pedir guineos al árbol de pana, Mi Patria, la nuestra, necesita de gentes con deseos de dar y trabajar sin mirar quien hace o no, quien da o no. Se puede, podemos, lo veo día a día y no necesariamente en los periódicos comerciales o en las noticias.

Cuando me monto en el carro con mi marido y veo los murales de la ciudad, cuando veo la proliferación de quioscos de “libros libres”, cuando encuentro jóvenes con deseo de vivir y crear vida, al ver una revolución comunitaria en las letras “clandestinas”, el arte se hace en la calle y mi tierra pare hijos e hijas con la libertad como consigna… me doy cuenta que estoy viviendo en la Patria de la que me hablaron tanto. No puedo quedarme solo con lo que me dice el periódico, las noticias, la radio, tengo que irme a la calle, al barrio y buscar dentro, bien pa’dentro, en donde se encuentra la verdadera verdad, en el alma de la Patria, el pueblo. Ese pueblo que, aunque muchos no lo notan, sigue dando pasos, cortos quizás, pero seguros y en defensa de su dignidad, y esto, no lo vemos en el periódico comercial.

Ya se me acabó la segunda taza de café. Tengo que volver a colar, que en breve voy a vestirme de rojo candela, voy a encender mi calle con mis poemas y así mi 48va vuelta al sol celebrar.

ÂÂ