¿Y Quién Protege a las Meseras y Cocineros?

Agenda Caribeña
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altEstuve hablando con una joven mesera y cocinera en una reunión familiar. Me interesaron mucho sus historias, experiencias de trabajo, abuso y explotación.
Trabajó en un restaurante y la gerente se dedicaba a robarle las propinas a meseros y meseras. Al principio los cheques llegaban de $1,000 la quincena. Aunque el salario era de $2.25 la hora, con la propina compensaban y resultaba muy atractivo el trabajo para los jóvenes trabajadores.

Luego comenzaron a recibir cheques menores, de $600, $400 y $200 la quincena. La gerente se enamoró del cocinero y delegó en dos jóvenes la preparación de los cheques. La clientela seguía igual, pero las cuantías de los cheques bajaban.

Comenzó un "policy" de descuentos, tanto por romper platos, por desaparición de cuchillos y cubiertos o rotura de vasos y manteles. Entonces descubrieron el truco. La gerente tomaba la propina de cada cual para ella. El dueño no creyó la historia y los lanzó a la leona. Se puso furiosa. No hubo unidad ni valor para denunciarla y a ambos los votaron del trabajo.

En otro restaurante un joven mesero observó similar patraña, radicó una querella y se buscó un joven abogado laboral, de esos que escasean porque los persiguen y les quitan su beca universitaria con procedimientos abusivos difamatorios y denigrantes que no les aplican a los hermanos del gobernante. El joven trabajador ganó el caso y todos los demás meseros cobraron dineros sustraídos ilegalmente por largos periodos de trabajo.

Tiene cierta suerte la joven mesera. Lo único que le falta son destrezas al redactar sus resumes. Y los trabajos que lograba han sido poco remunerados. Trabajó una vez como secretaria y recepcionista en una academia, pero en realidad era su administradora bilingüe. Describía su trabajo como recepcionista. Luego cursó estudios universitarios como Chef. Y tuvo varios empleos como jefa de cocina.

Con humildad innecesaria describía su trabajo como cocinera. Al escucharla no me pude resistir. Y le dije: debes escribir estas historias, buscar una compañía de teatro, escribir una obra sobre las experiencias y luchas de los meseros, meseras, cocineros y cocineras. Hacer una invitación pública a todos, crear una página en las redes para organizar y protestar por estas injusticias.

En cuanto a resumes le aconsejé fuera más cuidadosa, que dijera la verdad adornada: administradora de academia, jefa de Chefs de alta cocina. Pero más que nada la exhorté a no rendirse, a unificar esfuerzos con otros jóvenes trabajadores. Porque mis amigos, basta ir a un Burger King, Wendy o McDonald, y ver a la juventud trabajar con la celeridad de un rayo y los nervios tensos a punto de quebrarse, solo para percibir salarios de hambre.

Y hablando de salarios de hambre. Será terrible la nefasta ley Promesa que acaban de imponer los yanquis, diseñada para nuestra juventud. Y aquí traemos unos datos que creo recordar de Thomas Piketty, el economista francés. Los jóvenes menores de 25 años cobrarán legalmente un salario mínimo de $4.50 la hora. Eso equivaldría a cerca de .45 centavos la hora al valor del trabajo en 1960, cuando $1.25 la hora en esa época representaba $11.25 dólares la hora al valor de hoy en día. Mientras que $7.25 de salario mínimo hoy en día representa .72 centavos al valor de 1960.

Es decir, una disminución del trabajo diez veces, de 1000% en 6 décadas, mientras se concentra la riqueza en una oligarquía del 1% que acapara más riquezas que el 99% de la población norteamericana. Por eso existe tanta acumulación desigual de las riquezas hoy en día que explican fenómenos como el Sanderismo (de Bernie Sanders) que reclama $15 de salario mínimo la hora, que no es otra cosa que intentar igualar o superar un poquito el valor del trabajo de la década del 60.

Ese pago de $4.25 la hora promoverá muchas cosas negativas en nuestra juventud: muchos serán reclutados para la guerra con la promesa de estudios superiores y mentiras sin decirle las locuras, muertes, incapacidades y mutilaciones que les esperan fruto de las guerras genocidas contra otros pueblos. Otros se verán forzados al exilio y otros al mundo del crimen, drogas, guerras entre puntos y adicciones. Mientras nuestra población envejece y nos morimos los más viejos y se despuebla la patria. Y nos convertimos en parias errantes, una nación en la diáspora y nuestra tierra en manos de extraños.

No pido mucho. Solo el deber necesario de proteger a los jóvenes y a los mayores la obligación de respaldarlos hombro con hombro. No es época de diversiones hedonistas, sino de deberes imperativos. A la juventud que se rebele, que sea valiente y creativa, que se una, que denuncie, que se organice en grupos, teatro, asociaciones o sindicatos combativos, que cuestionen la burocracia, que luche de manera organizada, se una a o funde agrupaciones y partidos y ayuden a renovar nuestra nación y suelo que es patria, aquí y en la diáspora.