Papa Francisco I, ¿qué hacemos mal los periodistas?

Voces Emergentes

alt¿Qué estamos haciendo mal los periodistas que el Papa Francisco nos manda a “construir” y no a destruir? Me parece, de entrada, que el problema mundial del “nuevo periodismo” es que está devaluándose a pasos de gigante. La noble profesión de Julius Fucik, José Martí y Jorge Masetti está sumida en “supuestos” económicos, jurídicos y políticos alejados de esas ciencias y opta entonces por una publicidad ligera a favor de los acumuladores de poder y mercancías, sepultando principios de administración solidaria con el entorno, la dignidad de la persona y la coexistencia pacífica entre Estados.

Históricamente, en Nuestra Patria Grande los acumuladores de poder y mercancías no están satisfechos con el ascendiente obtenido al usar distintos dogmas, sino que apelan ahora al ejercicio de su concentrada propiedad utilizando suplantadores que son verdaderos francos tiradores de estereotipos para no ver a quienes se mueren de hambre, están sin empleo, viven en tugurios o simplemente esperan una justicia pronta y cumplida. En el caso de la Patria Chica, por ejemplo, se deterioran los sueldos y se ve “normal” la informalidad del empleo; otro ejemplo: nos casamos con la idea de que las petroleras terminarán con nuestra dependencia del petróleo, si permitimos sus exploraciones. Supuesto, supuestos…

Esta ideología a lo largo de Latinoamérica resultaría imposible de mantenerse si el periodismo no es reducido a publicidad ligera, gracias a una especie de poleas que llevan hasta las grandes masas la cosmovisión de esos acumuladores, incluso, hacen que muchas instituciones estatales respondan a sus “supuestos”, que, como dijimos, poco tienen que ver con la ciencia y la adecuada administración, pero que con la reiterada publicidad taladrando nuestras neuronas terminan en nosotros como leyes, dogmas, tradiciones, con el fin de maximizar la ganancia a como haya lugar

Lo comprobé en ocasión de la posición que tuvo el presidente Luis Guillermo Solís cuando abandonó la Asamblea General de la ONU, en ocasión del discurso que daría en ese sitio el conservador político brasileño Michel Temer. Un periodista de una conocida cadena internacional de noticias insistió en que si el retiro de Solís no “traería reprimendas” (comerciales, entiéndase) del gigante suramericano. Pocas horas después diputados y empresarios acá vieron en el llamado “desaire” a Brasil un peligro contra sus “supuestos” que preponderan desde hace 30 años.

Quien inventó el llamado “desaire” (tengo entendido que imparte lecciones de “nuevo periodismo” en un Instituto en Miami, Estados Unidos) nunca entendió que si este acto presidencial se mira aislado de los “supuestos” de que hablamos líneas arriba, no hay tal “desaire”, sino son actos soberanos a los que nos han ido desacostumbrando, pero que en el pasado el país practicó, por ejemplo, con Juan Rafael Mora Porras.

Esta publicidad liviana del “desaire” nos convencerá que 61 sufragios del Senado brasileño a favor de Temer son más que 52 millones de votos populares, obtenidos en segunda vuelta por Dilma Rousseff. Así, nadie recordará el golpe de estado en Brasil, y Temer entonces, es necesario para dar contenido a los “supuestos” que sigue la prensa y, por ende, es mandatario legítimo.

Por cierto, es el mismo periodista que gritaba de alegría cuando el 20 de marzo de 2003 la llamada coalición llenó a Irak de bombas inteligentísimas y mortales cohetes guiados por láser. Lo recuerdo porque dijo: “estamos desplegando tecnología de punta contra el dictador Husein”. Con ese “estamos” periodístico él nos daba publicidad para legitimar lo que venía. Ahora sabemos que pagaron a una compañía británica $540 millones para que “montara” videos contra el terrorismo.

Actualmente, casi todas las noches nos “informa” de ancianos, niños, mujeres y jóvenes arrancados de sus hogares y que eufemísticamente son “refugiados” o “migrantes”, muchos de ellos, “ahogados en el Mediterráneo”.

¿Qué estamos haciendo mal los periodistas incluso en Costa Rica? En el país surge “la industria” privada de arreglos costosos sobre importantes puentes ya como una tradición, pero la noticia es cuánto costará el nuevo arreglo y punto. Sí la entrega de la obra sufre atrasos no importa; nuestros “supuestos” dicen que no hay negligencia y todo es transparente. En contraste, una institución pública realiza la más grande hidroeléctrica de Centroamérica y esto está mal hecho; nuestros “supuestos” nos dicen que puede haber oscuridad en el actuar de esa entidad y, si no la hubiera, le está vedada la competencia frente a la acumulación hegemónica. ¡Martí, Fucik y Masetti no sientan pena; vuestro periodismo vive!