Ven y róbame
la noche noche
la espera de los días muertos
y rompamos el silencio de los pájaros.
Ven con la palabra dulce de tus labios
y tus dedos acariciando mis cabellos
porque nuestros sudores son
el unto de los cielos;
y yo te anhelo
como el animal sediento
las aguas del desierto.
Ven
y trágame en mi sed
que no termina.