Abelardo, y el retorno a una isla soñada

Voces Emergentes


(Entrevista a la Dra. Esther Santiago)

La isla soñada, ¿isla? La vasta pregunta sobre el ensueño y su cacería de milagros. La isla de menguada geografía que sigue engañada por las trampas del imperio y la política; isla menguada, robada hace mucho tiempo, quizá sin regreso; isla magnífica, Puerto Rico, conocido y desconocido, frugal, a contratiempo, y con una mano luminosa de grandes minorías bajo signo de lucha. Isla simpatía que Juan Ramón Jiménez colmó de razones para su respiro. Sigue habiendo un Puerto Rico que no conocemos, y lo digo desde el puntal con que Abelardo Díaz Alfaro inicia ese párrafo glorioso a toda generación en su magistral “Mi isla soñada” Dos ejemplos se hacen meritorios; Pablo Casals, el virtuoso, hablaba en algún tiempo del magnetismo del paisaje y de su gente o un Pedro Salinas que nunca logró escapar del contemplado Mar Atlántico cimarrón y celeste que agolpaba una y otra vez sus arrecifes domados en El Morro.

Hay mucho más; esta isla se reinventa todos los días. Basta con encender el auto y lanzarse sobre el paisaje; allí puedes encontrarte con el Negro Domingo, raza dorada y legítima, ancestral, humanamente divina; puedes encontrarte con Teyo Gracia, bordando todavía la costumbre y norma de las noches borincanas tan perdidas de relatos, o un Peyo Mercé, ese maestro de maestros, de pie, a la puerta del salón donde solo cabe, la bondad, la conciencia y la sabiduría; puedes encontrarte con la lontananza próspera en sus colores, y la mano del ganado, donde El Josco, arrecia la manada con su presencia en todo punto cardinal, y esa es la historia.

Abelardo, es singular. Gran escritor, profeta, prestidigitador, actual y rebelde, gran escritor, otra vez. La Epifanía y sus bondades fueron escritas con imaginación, esa maquinilla-sospecho que Olivetti, pero me arriesgo a la equivocación-donde atorada en su rodillo escribió la última esperanza; el papel lienzo de un Puerto Rico en remedio que no pudo resumir con el punto final, ese último párrafo tan ausente de nosotros.

La Dra. Esther Santiago es Directora Auxiliar del Departamento de Cultura del Municipio Autónomo de Caguas e historiadora. Esther, gran estudiosa de las estampas que nos han marcado de robusta antillanía y leyenda, nos habla de Abelardo Díaz Alfaro, aquel hombre que siendo trabajador social de oficio, se echó a caminar por cada surco de la isla soñada, la que no conocía; isla de rubor adormecido de peonaje y pobreza, pero dotada de humanidad y civismo. Y descubrió su isla, donde cada casucha con sus quinqués-en una de esas casitas mientras, Enrique Laguerre escribía La Llamarada a la luz de un quinqué, según él mismo contaba-era en las noches una estrella en tierra entre la soledad y el sueño. Entonces brotó el escritor, y al mismo tiempo en que el ucrano Jack Delano hacía majestades con sus fotografías de nuestro pueblo en la cotidianidad, Abelardo con sus letras trazaba la andanada invencible, por más, eterna.

La Dra. Santiago nos habla, ya en tapiz seguro y geografía de la figura de Abelardo Díaz Alfaro y lo posible de su "Isla Soñada" :

1. Abelardo Díaz Alfaro en el tiempo.

“Abelardo Díaz Alfaro pertenece a la llamada Generacion del ‘ 45. Sus integrantes se destacan en el cultivo del género del cuento y del teatro siguiendo cánones estéticos de la literatura norteamericana, hispanoamericana e inglesa. Renuevan el género introduciendo las técnicas de la cinematografía, el monólogo interior, el libre fluir de conciencia, la retrospección las escenas fragmentadas y otras…ya utilizadas por autores como Virginia Woolf, Joyce, Steinbeck, Kafka, Jean Paul Sartre, Albert Camus, y otros.

Para 1959 es contratado por WIPR TV – Canal 6 donde defundía las narraciones: Estampas de Teyo Gracia, Retablos del Solar y Memorias de una cotorrita criolla Abelardo se consagró como un maestro de la radio difusión en Puerto Rico, entre los años ‘50 al ,70. En 1967, publica: Mi isla soñada, lo que le valió el premio de la Sociedad de Periodistas Universitarios. Arrivado el año de 1997 recibió el Premio Nacional de la Cultura. Falleció el 22 de julio de 1999 y sus restos fueron velados en el Instituto de Cultura Puertorriqueña y fue sepultado en el Cementerio Magdalena Paizzy del Viejo San Juan. Fue transportado allí en carreta tirada por bueyes según pidió como última voluntad.

Publica su obra cumbre: Terrazo en 1947. Sobresalen los cuentos: El Josco, Boliche, Peyo Mercé enseña inglés y Santa Cló va a la Cuchilla. En sus cuentos alerta, advierte sobre la pérdida de valores, de costumbres y tradiciones que constituyen la esencia de nuestra identidad de pueblo, se muestra el desarraigo , la transculturación ,la “cementización” desmedida que ha anulado los terrenos más fértiles, la destrucción del medioambiente, la intolerancia, la injusticia social, la marginación, la falta de religiosidad y muchos otros.

Terrazo, a su vez, nos muestra el pesar que siente Abelardo al ver cómo Puerto Rico va entrando en la revolución industrial que acarrea grandes cambios en un periodo de tiempo muy corto. Puerto rico entra en una fase de crecimiento económico acelerado y paralelamente en la pérdida, igualmente estrepitosa, de los valores espirituales, culturales y morales que conforman nuestro sentido de patria. El consumismo exacerbado en que se involucra el puertorriqueño no le permite ver su verdadera esencia espiritual y comienza la pérdida de valores.

Su interacción con los jíbaros de nuestra isla lo llevó a desarrollar un profundo conocimiento de la sicología, del lenguaje y el sentir del jíbaro puertorriqueño. Los cuentos incluidos en Terrazo fueron elegidos, multitud de veces, para formar parte de importantes antologías en Puerto Rico y el mundo entero. Sus cuentos fueron traducidos al inglés, francés, italiano, alemán, checo, al ruso al polaco e incluso se pasaron al sistema “braile” para beneficio de los sordos.

En Caguas, como parte de la conmemoración del Centenario de Abelardo, se promovió el Certamen de Oratoria que tuvo como objetivo valorar la obra del cuentista del Barrio Savarona. Dicho Certamen fue promovido por el National University College y fue acogido por un gran número de escuelas públicas y colegios privados del área de Caguas. Los profesores y sus estudiantes se involucraron y sometieron ponencias realmente sorprendentes. En las mismas mostraron dominio de la obra de Abelardo, señalaron su valor e incluso sometieron excelentes ideas para que la mencionada obra permanezca viva en el currículo escolar y en monumentos y actividades en su honor.

2. ¿Representa "Bagazo'' una premonición de la situación colonial de PR?

Bagazo, es una narración que pertenece a la antología de cuentos: Terrazo que como indicamos anteriormente se publicó en 1947. Su microcosmos nos muestra la condición colonial que padece Puerto Rico a causa de la intervención norteamericana. Don Domingo, negro y viejo, ya no rinde promedio en el corte de la caña. Por ello, es repudiado por el mayoral y por el administrador; míster Power. Abelardo nos muestra a estos personajes insensibles y animalizados y los describe como perros crueles e inmisericordes. Estas cualidades se extrapolan a los americanos dueños de las centrales azucareras que mantienen en la colonia la fuente de la economía absentista donde el grueso de la ganancia pasa a Estados Unidos y no reinvierte en la colonia. Los obreros de la caña mantienen una existencia precaria, sumida en la miseria, en la enfermedad y la muerte. Luego de toda una existencia de trabajo duro en condiciones de trabajo explotado, el obrero al llegar a su vejez queda sin un seguro social que le permita tener una vejez y muerte digna. El cañaveral es sinónimo de desempleo, pobreza, hambre, vejez, enfermedad, injusticia, prejuicio, marginación, humillación y muerte. El trabajo en las plantaciones cañeras son una extrapolación del trabajo esclavo.

En el proceso deshumanizante del trabajo en la central se presenta al negro Domingo, implorando y humillándose, va desdibujándose y perdiendo su configuración humana. Se torna en caña cercenada por el machete, molida en la central y al final de sus días, se convierte en desecho, en bagazo. Por el contrario, la Central cobra vida. Es un monstruo que quema en sus entrañas carne de pionaje, sangre y sucrosa y va botando gabazo, gabazo, gabazo.


3. Abelardo y la identidad nacional. Temas, discursos, divergencias.

Abelardo Díaz Alfaro insistentemente nos advierte, por mediación de sus cuentos y estampas, sobre la necesidad de salvaguardar nuestra identidad nacional. Luego de la invasión norteamericana en 1898, Puerto Rico se sume en un trauma ya que fue invadido por una nación que no compartía su idioma, su religión, su idiosincrasia. En Santa Cló va a La Cuchilla, Abelardo le toma el pulso a la isla pasados cuarenta años de la invasión y examina su grado de transculturación, asimilación y el desarraigo. Estados Unidos al invadir a Puerto Rico determina controlar el Sistema de Instrucción Pública para propulsar una rápida asimilación o americanización de los puertorriqueños. El objetivo es borrar o eliminar nuestra memoria nacional. Menospreciar nuestros símbolos nacionales: himno. bandera, hombres y mujeres destacadas en diversos renglones de la historia, las artes, los deportes… Por el contrario se destacaban las gestas de los patriarcas norteamericanos. Así se comienza a trastocar nuestra educación con la imposición del idioma inglés en todas las materias. Se despliegan grandes esfuerzos para que el puertorriqueño abandone el español como idioma oficial. El riesgo de perder nuestro idioma, nuestras tradiciones, nuestras costumbres e identidad es perenne. Se promueve el que los nativos repudien sus costumbres y tradiciones y acepten la transculturación ….hasta que como diría Virgilio Dávila, ¡hay madre melancolía que ya no somos nosotros!

Por otro lado, nos muestra a la clase magisterial por medio de Peyo Mercé- quien lleva más de veinte años trabajando en el barrio La Cuchilla, sin ascensos y mal visto por el inspector de educación Mr. Roger Escalera por las grandes verdades que a diario expresaba. Peyo Mercé es el rebelde que señala los equivocados trasplantes pedagógicos y la desacertada importación de estrategias y programas cambiantes como las hojas del yagrumo procesos inundados de papeles, teorías, reformas,… objetivos programáticos que Peyo Merced culminaba calificándolos con la socarrona expresión de: con la boca es un mamey.


4. La obra y su voz: Abelardo en su isla soñada

El Josco

El Josco, representa el choque de dos culturas, la lucha descomunal y desigual del pueblo puertorriqueño por mantener los rasgos distintivos y diferenciadores de su raza hispánica. Nos plantea el derecho indelegable de todos los pueblos a su autodefinición y a encauzar su soberanía, a repudiar el yugo, la marginación y la tiranía disfrazada de democracia. Cuando el Josco y su espíritu de defensa de la dignidad se enfrentan al toro americano, lo supera por su cría y por su maña. A pesar de haber ganado la batalla contra el Josco recae sobre él la burla, la marginación y el menosprecio. Es obligado a ser buey de carga, buey soroco. De igual modo, todo pueblo reducido a colonia, se siente menospreciado, minusvalorado. La condición a la que es condenado el Josco y por extrapolación el pueblo puertorriqueño lo enmarca, lo determina, lo anula, lo mutila y lo castra. La castración no sólo se da en el contexto físico donde se le extirpan sus genitales sino también en el contexto sicológico que consiste en debilitar o apocar su carácter.

Por su relación castrante, el pueblo de Puerto Rico no logra determinación, la autoridad para asuntos neurálgicos para su desarrollo como nación se encuentra en manos foráneas; en manos americanas. Todo está controlado, no media la consulta, ni el consenso. Se desarrolla incapacidad para tomar decisiones. Se inicia el proceso atropellante de americanización y se toman o imponen decisiones que van en contra del trasfondo hispanoamericano de nuestra cultura.


Mi isla soñada

En los cuentos y estampas incluidos en la antología: Mi isla soñada Abelardo enfatiza la necesidad de cuidar y preservar nuestros recursos naturales. Señala que “el aire, el espacio, deben ser patrimonios del alma, bienes comunes que nadie tiene derecho a usurpar o envenenar, menos a profanar.”

El análisis de las narraciones pene de manifiesto que cada una de ellas tiene como objetivo el exigir a los puertorriqueños responsabilidad y compromiso con la defensa de nuestra tierra y de todo aquello que nos defina como puertorriqueños. Entre las narraciones que exhiben el objetivo de exigir la defensa del ambiente podemos nombrar: Pueblito de Pescadores, Pescadores sin mar, Elegía en la muerte de un palmar, las guardarrayas, la vieja carretera y otros.

Cuando recaemos en la defensa que Abelardo hace de nuestras tradiciones hay que señalar que indiscutiblemente, Abelardo Díaz Alfaro fue el mayor defensor del Día de los Tres Santos Reyes. Para nuestro autor, esta es la fiesta del espíritu, de la nobleza, de la sencillez, de la ilusión y la magia, de la buena voluntad, del desprendimiento y del compadrazgo.

La fiesta de Reyes es la efeméride de mayor antigüedad en la tradición puertorriqueña. Puerto Rico la ha celebrado ininterrumpidamente desde tiempos inmemoriales. Es el más preciado legado de nuestros antepasados. El festejo a los Reyes constituye la más significativa de nuestras raíces que son las que nutren nuestra identidad y nuestra configuración de nación diferenciada. En los años treinta, al crear el calendario de la escuela pública, se estableció que el día de Reyes sería eliminado. Sin embargo, los puertorriqueños no llevaron sus hijos a la escuela y esta constituyó la primera desobediencia civil contra las órdenes emitidas por los comisionados de educación. Obviamente el día de los Reyes Magos de Oriente tuvo que ser restituido.

Según Abelardo el rey mago preferido de los puertorriqueños es el rey negro; Melchor. Esto porque somos una de las Antillas de población mayoritariamente mulata que se ve representada en dicho rey. Melchor al ser negro comprende mejor nuestras carencias, anhelos y necesidades. Más importante aún representa a la raza negra en el pesebre reconociendo al Niño Dios como el Mesías. Su presencia en la escena de la adoración del Niño demuestra el alcance universal de la salvación. El Mesías no sólo vino a salvar al pueblo judío sino a toda la humanidad, incluyendo a la raza negra.

Para culminar deseo hacer constar que sin lugar a dudas la gesta más importante de la conmemoración del Centenario de Abelardo Díaz Alfaro se dio el 28 de abril de 2016 cuando se designa al Archivo Histórico de Caguas con el nombre de nuestro insigne escritor y se crea, a su vez, la Sala de Investigaciones especializada en Abelardo. La Sala cuenta con diversos materiales alusivos al escritor del Valle del Turabo, los cuales fueron transferidos del Archivo General de Puerto Rico al Archivo Histórico de Caguas. Reconocemos y agradecemos el que los hijos y familiares de Abelardo hayan cedido estos materiales para su difusión y para el disfrute de todos sus compueblanos. Gracias a estos documentos donados; maestros, estudiantes, literatos, historiadores e investigadores en general tendrán una importante colección de documentos, en su gran mayoría fuentes primarias que fortalecerán sus investigaciones.

Cabe señalar que en la Sala se salvaguardan invaluables materiales tales como: grabaciones, filmaciones, epístolas, estampas, cuentos, fotos, grabados e incluso prólogos escritos por literatos de renombre tanto puertorriqueños como de diversas nacionalidades. Con la creación de esta Sala de investigaciones vamos concretando el objetivo de que Caguas funja como el Archivo más especializado en la vida y obra de nuestro escritor costumbrista. Así reforzamos el objetivo de convertir a nuestra ciudad en aula magna”.

Aquí está patria develada y desvelada; la patria sin fuga, la patria continuada, y Abelardo Díaz Alfaro en ella; soñada o no, inmensamente nuestra.