La estadidad y el odio de los gringos.

Justicia Social

altAlgunos medios han hecho de las suyas reseñando las reacciones racistas de muchos norteamericanos, a quienes les llamaré gringos por cariño, ante la propuesta de estadidad del gobierno de Puerto Rico. Contrario a muchos independentistas, y otros adversarios de la estadidad, yo no comparto ni la alegría que algunos han manifestado ante dichas declaraciones ni estoy convencido de que la razón para rechazar la estadidad sea que ellos no nos quieren. Si el pueblo más ignorante del mundo, que ha elegido a un ególatra autoritario racista como su presidente, no nos quiere es su problema y debieron pensar en eso antes de venir a invadirnos y anexarnos como lo han hecho durante más de cien años. Si a los gringos no les gusta la idea de un estado de Puerto Rico debieron oponerse a sus políticas imperiales antes y no venir ahora a decir que la ruta es la independencia. La ruta, señores imperialistas, es la que decida el pueblo de Puerto Rico y si ustedes se la pasan invadiendo países para imponer su democracia ahora la van a tener que respetar. Por eso no comparto el entusiasmo de algunos independentistas ante las reacciones racistas e ignorantes de muchos gringos las cuales son, simplemente, una demostración del desprecio imperial de dicho pueblo.

Mientras que algunos medios han hecho fiesta con los insultos proferidos por los gringos acerca de la propuesta de estadidad del gobierno actual es interesante leer las respuestas que se hicieron a dichos comentarios racistas e ignorantes. Muchos puertorriqueños, probablemente de la diáspora, respondieron de manera apropiada, en muchos ocasiones, al racismo ridículo demostrado por los comentarios de los gringos en los medios. Mientras que los gringos demuestran su falta de educación afirmando cosas como que Puerto Rico es un gran “Barrio” los que les responden citan estadísticas, evidencias o simplemente señalan el nivel tan triste de racismo que denotan los comentarios emitidos contra la propuesta de estadidad. Las noticias acerca de los comentarios es lo que verdaderamente nos debería llamar la atención. ¿Por qué un medio “serio” de comunicación reseñaría una noticia como ésta resaltando los comentarios racistas e ignorantes de lectores que obviamente no saben de lo que están hablando? ¿Nos quedamos sin noticias de verdad? ¿No hay nada más importante que reseñar o será que esos medios comparten esa visión de Puerto Rico?

Otro aspecto que me parece importante de esta reacción es que no debemos asumirla como un argumento en contra de la estadidad. Como ya indiqué anteriormente, el rechazo a la estadidad no puede descansar en el hecho de que “ellos” no nos quieren. La realidad es que esa determinación no debe ni siquiera considerar lo que opinen los gringos porque es un proceso de autodeterminación nuestra y sólo nosotros tenemos una palabra sobre nuestro futuro. El rechazo a la estadidad debe descasar sobre otros argumentos más serios y contundentes. En lugar de celebrar que los gringos nos llaman parásitos y vagos, elementos del discurso colonialista clásico, lo que deberíamos es argumentar en contra de la anexión como lo hizo José Martí a finales del siglo XIX.

En el 1889 se suscitó un debate periodístico acerca de la posible anexión de Cuba a los Estados Unidos. Un escritor de Filadelfia argumentó en contra de la anexión diciendo que los cubanos eran “perezosos, de moral deficiente, e incapaces por la naturaleza y la experiencia de cumplir con las obligaciones de la ciudadanía de una república grande y libre”. Ese mismo autor dijo que la estadidad no era adecuada porque la anexión de un pueblo como el cubano “sería llamarlos al ejercicio de funciones para las que no tienen la menor capacidad”. Ante estos argumentos no perdamos de vista las semejanzas con los argumentos presentados hoy en día contra la anexión de Puerto Rico. Incluso dicho autor dice que los negros cubanos “están claramente al nivel de la barbarie”, comparando con el argumento de algún lector de hoy que dijo que prefería a Israel pero que a los “liberales no les gusta la gente blanca”.

José Martí respondió a los argumentos de los gringos en contra de la estadidad, pero no para argumentar a favor de la misma sino revirtiendo dichos argumentos para demostrar porqué la estadidad no era la mejor alternativa para los cubanos. Lo primero que dijo Martí fue que no había un solo cubano honrado que “se humillará hasta verse recibido como un apestado moral, por el mero valor de su tierra, en un pueblo que niega su capacidad, insulta su virtud y desprecia su carácter”. Luego de argumentar que la estadidad no era una alternativa digna para un pueblo que ha luchado como el cubano en contra de la tiranía y el abuso colonial comenzó a revertir los mismos argumentos esgrimidos en contra de la estadidad y, uno a uno, demostrar que el autor de los mismos estaba equivocado y que su racismo le impedía ver lo que era verdaderamente el pueblo cubano. Posteriormente Martí procedió a argumentar en contra de la estadidad diciendo que la libertad tenía un precio que había que pagar y que con la estadidad dicho precio no se pagaba realmente quedando la libertad del pueblo cubano en manos de un pueblo que le despreciaba. Por otro lado Martí dijo que la diáspora cubana de la época había construido su propio futuro con su propio esfuerzo y sin ayuda del imperio de manera tal que se había capacitado para el gobierno propio promoviendo, de este modo, la independencia como la única alternativa viable y digna para el pueblo cubano. Según Martí la única alternativa digna es la independencia y la razón para rechazar la anexión no es que “ellos” no nos quieren sino que la misma no nos conviene porque somos un pueblo, una nación y tenemos una dignidad que proteger.