Recordando a José Martí [dialogando en las redes sociales]

Agenda Caribeña
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El pasado 28 de enero se cumplieron 169 años del nacimiento de José Martí. Estas seis fotos feron tomadas en seis sitios importantes en la vida del Apóstoi. La primera en su casa natal en la calle Paula de la Habana Vieja donde nació en 1853. La segunda en el Instituto San Carlos en Cayo Hueso, donde Martí le habló a los tabaqueros cubanos que allí vivían, La tercera en el hogar de Máximo Gómez en Monte Cristi, República Dominicana, desde donde ambos partieron a luchar en la manigua cubana. La cuarta en Playitas en la costa sur de la zona oriental donde Martí y Gómez desembarcaron para pelear en la Guerra de Independencia de Cuba. La quinta en Dos Ríos, en la confluencia de los ríos Cauto y Contramaestre, donde Martí murió en combate en 1895. Y la sexta en la tumba del Apöstol en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.

El discurso con que el entonces presidente Carlos Prío Socarrás inauguró la tumba fue escrito, en bello gesto de antillanía, por el escritor Juan Bosch que años después sería Presidente de la hermana República Dominicana.

En las redes sociales reacciona Ludgardo F> González Marín:

Recuerdo a Monte Cristi con cariño. Allí, de donde zarparon el héroe cubano José Martí y el dominicano Máximo Gómez, habitó la familia de mártires; Manolo Tavárez Justo y su esposa asesinada (por parte del sátrapa, Rafael Leonídas Trujillo (“Chapita”) junto a sus dos hermanas. Casualmente, unos Compañeros del Movimiento 14 de Junio, me mantuvieron escondido, varios días, cerca de una extensa salina. Luego pude salir al río que marca la frontera entre República Dominicana y Haití. ¡Inolvidable!

Gracias, Pedro por la información.

Respuesta de Pedro Zervigón.

Previamente yo había separado tres asientos en el primer autobús de la mañana para mí y mis dos hijos mayores. En la terminal de Santo Domingo había muchos haitianos haciendo fila para ir hasta la ciudad siguiente de Monte Cristi, fin de la ruta, para cruzar el río Masacre y entrar en Haití. El empleado trató de negarme el acceso al autobús diciéndome que había llegado tarde, menos de media hora de lo requerido. Miré el reloj y le dije que se equivocaba, que todavía faltaban 40 minutos para la salida. Miró el reloj y vio que yo tenía razón. La guagua iba llena de haitianos, todos muy elegantes para llegar así a su país. Me tocó un haitiano muy gentil como compañero de asiento. Mi experiencia con los haitianos fue excelente. Ese sábado era día libre en su trabajo en Santo Domingo y lo usaban para visitar a sus familiares en el fin de semana y regresar después a Santo Domingo para volver a sus trabajos.