Paz interior

Creativo
Después de saber que tengo presión alta y la carótida izquierda tapada con colesterol en un cincuenta por ciento, decidí seguir los consejos del Cardiólogo: “Para tu tranquilidad, elimina de tu vida aquellas personas y cosas que te provocan estrés. Manda pal carajo en el subconsciente a todos esos individuos que alteran tu paz interior.” Aunque la asignación no era fácil, porque son tantos a los que quiero mandar al famoso lugar, tampoco fue tarea imposible.
Un buen día eliminé de mi móvil la aplicación Outlook que me enloquecía. Escuchar a cualquier hora, el monstruoso sonido que anunciaba un nuevo mensaje me ponía los nervios de punta. Desde la pandemia, el celular privado, se convirtió en una herramienta de trabajo, aunque yo lo pagaba. Por las noches, para poder dormir algunas horas, tenía que bajar el sonido del dichoso instrumento porque mis estudiantes no tienen noción del tiempo. Recibía mensajes a medianoche y de madrugada, por más que les dijera que no me escribieran fuera de mis horas laborables. Los maestros somos seres humanos que también necesitamos esparcimiento. En la primera visita el médico, como en una poesía coreada, me indicó: “Tienes que eliminar la sal de tu dieta, la grasa, el azúcar, las carnes rojas, las frituras. Debes consumir pescado, nada de crustáceos porque te suben el colesterol y eso te puede provocar un ataque cardíaco. Además, debes caminar todos los días. Empiezas primero con veinte minutos, después treinta, hasta alcanzar una hora.” Mientras escuchaba sus recomendaciones, lo miré detenidamente y pensé: “Este debe irse a caminar conmigo porque tiene como cincuenta libras de más.” Eliminar las carnes de mi dieta no es nuevo para mí porque he sido semi vegetariana. Las proteínas puedo obtenerlas de los granos, el salmón, las almendras, los aguacates que me fascinan, los melones, las frambuesas, en fin, no es necesario ingerir carne. Atrás quedaron las chuletas de cordero, de cerdo, los filetes de carne de res. Por propia voluntad, opté por dejar de escuchar noticias durante todo el día. Hay que ver la vida con optimismo. Poseo una inmensa colección de cd ’s que hace años los reemplacé por programas de radio dedicados al análisis político. Entonces me propuse volver a oír esa música porque mucha es de colección. El ejercicio consistiría en tomar cinco discos compactos al azar y trabajar al compás de buena música. Ahora mismo, sentada frente a mi computadora, muevo mi cuerpo con el flamenco de los Gipsy Kings, el grupo formado por los Reyes y los Baliardos, descendientes de españoles que emigraron a Francia. En voz alta, como una fan desquiciada, entono el Bamboleo y Volare, que tanto disfruté en los ochenta. Luego, coloco en el reproductor de cd’s, el disco Bohemio y Poeta de Rubén Blades, acompañado de Seis del solar. De la mano de Juan Pachanga, Paula C, Pablo Pueblo y La Mora, rememoro los tiempos aquellos donde no me perdía un baile de salsa. Me río a carcajadas estruendosas cuando por mi mente pasan pensamientos del concierto que Rubén Blades dio en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico en 1984. Allí, un grupo de compañeros estudiantes, querían entrar para disfrutar del espectáculo, que estaba lleno a capacidad, pero la guardia universitaria lo impedía. Uno de ellos, Mino, vestido impecablemente de blanco, con collares de caracol que colgaban en su cuello, subió al escenario y le entregó un papel al panameño. Para nuestra sorpresa, él siguió cantando Pedro Navaja y la guardia se llevó a nuestro amigo; al pobre, se le salieron las sandalias tipo Jesús que usaba. Hubo que buscarlo por los cuarteles de Río Piedras. Algunos miembros de la FUPI exclamaron: “Que hijo de puta el Rubén siguió cantando y se olvidó de la lucha estudiantil. Tanta canción de protesta y consciencia, pero a la hora de demostrar la solidaridad, solo pensó en su concierto.” Ahora que decidí hacerle caso al Cardiólogo, y escuchar música, descubriré qué viene a mi memoria cada vez que escuche un viejo cd. Desde ahora comienzan a fluir en mi mente más historias con personajes conocidos.