La Decadencia Económica de Estados Unidos

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Muchos historiadores y analistas políticos y económicos plantean que el imperio tiene una capacidad inagotable para renovarse y por tanto para superar las crisis. Estas personas, al igual que aquéllos que corren a recoger peces al retirarse las olas durante un tsunami, no entienden que lo que llaman capacidad de renovarse no es otra cosa que pequeños lapsos en el advenimiento de la gran crisis que se avecina. El imperio ha agotado todas las posibilidades de contrarrestar su decadencia, incluyendo la militar. Ninguna renovación podrá restablecer su poder hegemónico mundial.

Es importante señalar que cuando hablamos de la decadencia del imperio norteamericano no implicamos que va a desaparecer en meses o en unos cuantos años. La concatenación de los procesos históricos se van entrelazando durante décadas y los cambios a corto plazo son difíciles de percibir, más aún cuando nuestras mentes han sido condicionadas a ver las cosas estáticas, no los procesos en movimiento. Condición que en gran medida nos hace obviar la realidad aunque nos dé en la cara.

Haciendo un poco de historia, es necesario mencionar, como parte de este análisis, que la Guerra de Vietnam (1964-1975) marcó un hito de inflexión en la economía de Estados Unidos. Durante su duración sucedieron simultáneamente un sinnúmero de sucesos que exacerbaron las contradicciones del imperio y desencadenaron la decadencia gradual que se ha venido agudizando de forma acelerada en los últimos años.

La guerra de Vietnam drenó la economía de la Metrópolis y sumió a la nación en un doble déficit, el déficit fiscal y el déficit en la balanza de pagos. O sea, hubo un significativo incremento en los gastos gubernamentales y también en el volumen de las importaciones respecto a las exportaciones. Esta situación hizo tambalear al dólar como divisa internacional e indujo a gobiernos como el francés, bajo Charles de Gaulle, a demandar que se honraran sus dólares con oro. Para el 1970 el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, al ver que la nación no podía honrar su moneda con oro, no tuvo otra alternativa que romper los acuerdos de Breton Wood de julio de 1944 en que Estados Unidos se comprometió a la convertibilidad del dólar a oro. Desde entonces, la Reserva Federal, al no estar obligada a someterse a las restricciones que le imponía la conversión al oro, se ha dedicado imprudentemente a hacer emisiones de dinero para cubrir los déficits nacionales. Ésta es la causa principal, aunque la propaganda oficial la oculte, de la inflación actual y de la hiperinflación que nos espera.

Como todos sabemos, Estados Unidos es uno de los países más endeudados del mundo, con una deuda que, según la Reserva Federal, supera los 30 billones de dólares (30 millones de millones de dólares). Equivalente al 150 por ciento de todo lo que produce la nación en bienes y servicios durante un año.

Para tener una idea del monto de esa deuda, hagamos la siguiente comparación. Una columna de un billón de billetes de un dólar tiene una altura aproximada de 68,000 millas y la distancia de la Tierra a la luna es de 239,000 millas. Quiere decir que con treinta billones de billetes de un dólar se pueden hacer 8 columnas de la Tierra a la luna. Pero eso no es todo, hay que señalar que la deuda de EU se duplica a 60 billones de dólares cuando se incluyen las deudas a pagar en el futuro no registradas, como son, entre otras, los compromisos con el Seguro Social, Medicare y Medicaid.

 Hiperinflación e incapacidad de contrarrestarla.

 Todos vivimos la inflación cuando vamos al supermercado, a la farmacia, echamos gasolina, pagamos la renta y las tarifas de agua, luz y peaje... La dictadura mediática nos bombardea con falsa información para hacernos creer que la situación es pasajera, que se trata de un ciclo más y que las cosas van a mejorar. Por décadas la Reserva Federal negó que estuviésemos en un ciclo inflacionario. Para encubrirlo manipuló los precios de la canasta básica, donde no se incluyeron ni se incluyen el incremento en los costos de salud, vivienda, educación, transportación, agua y luz. Cuando la inflación se hizo tan evidente que ya no se podía negar, los funcionarios gubernamentales nos dicen que todo va a cambiar.

A través de la historia, los imperios, EU es un gran ejemplo de ello,  siempre apelan a campañas militares de dominio o conquista para paliar sus crisis económicas. Las guerras ­–cuando las ganan– les permiten ampliar sus zonas de influencia económica, controlar los recursos naturales de otras naciones y convertir a poblaciones enteras en consumidores de sus productos elaborados.  Cuando la guerra no les favorece, apelan a cualquier otro medio, incluyendo la asfixia económica con la imposición de sanciones para impedir el crecimiento, capacidad competitiva e influencia de las naciones que no se someten a sus políticas expansionistas y amenazan su poder hegemónico.

En las últimas cinco décadas, ninguna de las campañas de rapiña que ha emprendido el imperio americano contra naciones más débiles, le ha resultado beneficiosa. Fue derrotado de manera humillante en Vietnam, en Bahía de Cochinos y en Afganistán; no ha logrado ninguno de sus objetivos en Irak, Siria y Libia; se vio obligado a abstenerse de una respuesta militar contra Irán a pesar de que le destruyó dos de sus bases en Irak; tampoco ha podido, a pesar de todas las sanciones que le ha impuesto, doblegar al pueblo de Irán y a los pueblos de Siria, Líbano, Yemen, Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia; Ante China, en la mayoría de las situaciones, han tenido que allanarse, y ante Rusia y su movida militar hacia Ucrania, después de muchas amenazas, sólo han impuesto sanciones que en un mundo globalizado, es como dispararse a los pies.

Ya hemos visto cual ha sido el resultado de las sanciones que le impusieron a otros países. Han encarecido la inmensa mayoría de las materias primas y productos de consumo importados y debilitado al dólar como divisa internacional, ya que muchas de las naciones afectadas por las sanciones se han visto obligadas a sustituir al dólar por sus propias monedas en las transacciones comerciales.

La inflación es imparable

Estados Unidos está entre la espada y la pared. Por una parte, el eje económico mundial se ha desplazado de los países occidentales a los euroasiáticos. China y Rusia lideran el cambio de paradigma, mientras que el desarrollo industrial y agrícola de la India se acelera vertiginosamente. En Eurasia se concentran 2/3 partes de la población mundial y un 60 por ciento de la riqueza. Por otra parte, Estados Unidos necesita de una economía en constante crecimiento para poder sostener la deuda y, por tanto, al dólar como divisa internacional; sin embargo, su economía sigue estancada y en muchos áreas rezagada respecto a China. El crecimiento económico chino, construido sobre nuevas tecnologías, nuevos métodos de producción y distribución, innovadoras relaciones internacionales y, sobre todo, de los bajos salarios que reciben las masas trabajadoras, tiene un efecto demoledor en la cuota de participación de Estados Unidos en las inversiones y en el comercio mundial y, por ende, en su influencia geopolítica. Para encubrir esta situación y preservar la solidez aparente del dólar, la Reserva Federal manipula su cotización en los mercados mundiales comprando o vendiendo la moneda, con el resultado de que el poder adquisitivo del dólar es mucho mayor a nivel internacional que a nivel nacional. Discordancia que hace que se encarezcan mucho más las importaciones en Estados Unidos y que en un momento inflacionario como el actual, se dispare aún más la inflación.

Para controlar la inflación, los gobiernos toman las siguientes medidas: aumentan los intereses bancarios, imponen más y mayores contribuciones, disminuyen los gastos gubernamentales y congelan los salarios.

Históricamente la Reserva Federal aumenta el por ciento de interés que carga por el dinero que presta a los bancos, o sea el Fund Rate, antes de que la inflación sobrepase el tres por ciento. En el momento de escribir este artículo está en un 7.5 por ciento y aún la Reserva Federal no ha tomado acción. Esto tiene una razón de ser. Generalmente la inflación surge en situaciones donde existe el pleno empleo en una economía en constante crecimiento. Ese no es el caso de Estados Unidos donde hay un alto desempleo y la economía sigue estancada. Ante esta situación aumentar el Fund Rate sería contraproducente ya que contraería mucho más la economía y podría ser el detonante de la burbuja de los mercados de valores,  la burbuja inmobiliaria, la del salario mínimo, la de las deudas municipales y la de los prestamos estudiantiles.

 ¿Podrá el gobierno estadounidense parar la inflación aumentando las contribuciones? Con el poder que tienen los súper ricos, es casi imposible que le graven las ganancias, y en una economía de consumo, como la de Estados Unidos, imponerles contribuciones a las clases medias y medias bajas encarecería mucho más el costo de vida, por consiguiente, se dispararían los niveles de pobreza.

¿Podrá parar la inflación disminuyendo los gastos gubernamentales? Es imposible disminuir los gastos gubernamentales sin que se afecte el consumo. Los servicios y la posición del dólar como divisa de intercambio internacional también se verían afectados. La súper deuda de la Metrópolis necesita de los gastos gubernamentales como los seres vivos del oxígeno. El dólar como divisa perdería su razón de ser si Estados Unidos dejara de acaparar gran parte de las exportaciones mundiales, o sea, necesita consumir para proyectarle validez a su moneda. Pero ojo, una cosa es fomentar el consumo interno que drena el bolsillo del ciudadano y genera ingresos por concepto de arbitrios, y por tanto, amortigua la inflación y otra, la inversión interna que pone más dinero en el bolsillo del ciudadano y por consiguiente, incrementa la inflación. Esto explica la rápida aprobación por parte del Congreso de proyectos de ayuda militar a otros países y su resistencia a inyectarle billones de dólares a la construcción, reparación y mantenimiento de la infraestructura interna nacional. Estas asignaciones incrementarían aún más la inflación.

¿Podrá parar la inflación congelando el salario mínimo? La soga parte por lo más débil; congelan y gravan los salarios de los trabajadores, pero las ganancias de los patronos se acrecientan y son intocables. Desde la década de los 60 del siglo pasado, el peso de la inflación la ha llevado sobre la espalda la clase trabajadora. Desde entonces, se ha mantenido el salario mínimo con muy pocas alteraciones. Hoy el trabajador, en términos reales, es más pobre que el trabajador de 1960.

Cuándo un Pierluisi con un sueldo de $75.00 mensuales, viajes, dietas, ropa y vivienda gratis, ante las demandas de los trabajadores de que se mejoren sus salarios de hambre, les despepita que su vocación es ser empleados públicos y que si no les gusta que renuncien, ¿qué implica? Implica que son los trabajadores, según él, los que están obligados a llevar sobre sus hombros la carga económica, no ellos, los patronos, los ricos.

En una economía estable cuando existe el pleno empleo, como ya mencionamos, los salarios se regulan por oferta y demanda. Naturalmente, en un periodo inflacionario donde no existe el pleno empleo, aumentar los salarios es echarle combustible a la inflación. Razón por la cual el Congreso se niega a aumentar el salario mínimo federal. Sin embargo, en el año 2021 en la metrópolis, unos 47.4 millones de empleados abandonaron voluntariamente sus empleos. Gran número en busca de empleos mejor remunerados. La situación fue tal que los patronos se vieron obligados a aumentar los salarios en sus ofertas de empleo para atraer a los trabajadores. En la práctica, contrario a las políticas gubernamentales, se ha dado un incremento del salario que a mediano plazo tiene un efecto en el incremento de la inflación, que a la vez, en forma de espiral arrastrará a los obreros a tirarse a la calle a exigir nuevos aumentos.

Debilitamiento del dólar como divisa internacional

Uno de los pilares que le dan sostén al imperio norteamericano además del poder armamentístico y el dominio económico que adquirió después de la Segunda Guerra mundial gracias a la destrucción que sufrieron los demás países beligerantes, es la imposición del dólar como divisa internacional. La Fortaleza del imperio es relativa al predominio del dólar. Es el pilar fundamental en que se sostiene.

Es un hecho que la razón por la cual Estados Unidos invadió Irak y Libia, no fue porque tuvieran regímenes dictatoriales que violaban los derechos humanos. Para una potencia imperial, como Estados Unidos, eso no tiene importancia mientras sean sus aliados, como es el caso de Israel, Arabia Saudita, Egipto por señalar algunos. La verdadera razón para invadir esas naciones, fueron las amenazas de Saddam Husein y Muamar el Gadafi de eliminar al dólar en las transacciones petroleras. Naturalmente, un imperio que se vale de su moneda para pagar sus guerras y sostener y cargarle al resto del mundo su exorbitante deuda, no podía permitir semejante peligro. Pero el mundo cambia y a China, Rusia, Irán y a la India no las puede invadir con la misma impunidad; además, dadas las sanciones y embargos que Estados Unidos sigue imponiendo extraterritorialmente, se sumarán a estas naciones otras, que como un acto de autodefensa se ven obligadas a sustituir al dólar en sus transacciones comerciales.

Es importante señalar que la moneda China, el Yuan, en los últimos años ha venido abriéndose paso y, gradualmente, restándole participación al dólar como moneda de reserva mundial. Este año entró en circulación su versión digital que tiene un gran potencial de ganar preeminencia en las transacciones comerciales.

El Yuan cuenta con unas particularidades favorables que no posee el dólar; ventajas que a largo plazo le aseguran un crecimiento constante como moneda de intercambio internacional:

  1. Está infravalorado, se cotiza a un valor mucho menor que su valor real. 2. No es propenso a responder a las fluctuaciones del mercado. China no sufre del endeudamiento y los déficits comerciales que sufre Estados Unidos.
  2. Está Respaldado e impulsado por el gran crecimiento económico nacional y los mega proyectos en desarrollo donde no participa Estados Unidos. Estos proyectos son: La Ruta de la Seda, que se extiende por un gran número de países en los cinco continentes; la Organización de Cooperación de Changai, que abarca el 65% de las transacciones mundiales y el 70% de la riqueza; la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), la mayor organización comercial del mundo, integrada por 14 países de Asia y Oceanía y que abarcara 2100 millones de consumidores y el 30% del Producto Interno Bruto mundial y el BRICS (La Organización económica entre Brasil, India, Rusia, China y Sur África) que cuenta con el 40% de la población mundial y el 20% del producto interno bruto.
  3. China es uno de los mayores productores y compradores de oro. El país cuenta con 3.389 áreas mineras, explotadas por unas 400 compañías. Las 13 mayores acapararon el año pasado el 59,77% del oro refinado y el 41,04% de la producción minera. Todo el oro que se extrae va a las reservas del Estado. Se desconoce en realidad cuantas miles de toneladas posee, pero todo indica que en un futuro no muy lejano, fijará, al igual que hizo Rusia con el rublo, el yuan al oro.

Otro elemento que a largo plazo debilitará al dólar son las monedas digitales, especialmente el Bitcoin. No muchas personas saben que el origen de estas monedas tiene como cimiento una súper tecnología digital, llamada cadena de bloques, la cual está revolucionando todos los campos del saber humano y, en particular, la robótica, inteligencia artificial e informática. Tecnología con la que se pueden hacer cosas fuera de nuestra imaginación, como es la naturaleza misma del Bitcoin. Esta moneda no requiere de bancos ni Reserva Federal para ser emitida. Se puede transferir sin intermediarios de persona a persona desde cualquier lugar del planeta. Cada recipiente cuenta con un complejo y seguro sistema de seguridad que con la tecnología actual es imposible de romper. La moneda pasa por un proceso de minado como el oro. Minado que lo realizan millones de personas alrededor del planeta. Cada persona es su propio banco. Se le puede dar seguimiento a las transacciones de cada moneda hasta el infinito. Ningún gobierno la puede regular, manipular, controlar. Y en la cadena de bloques la información no se puede alterar y está distribuida entre miles de millones de ordenadores por todo el planeta.

 

            Dadas todas estas características, podemos asegurar que en las próximas décadas, el Bitcoin sustituirá muchas de las monedas nacionales y erosionará al dólar como divisa de reserva mundial. No es por capricho que el Presidente Nayib Bukele de San Salvador y la República Centro Africana han adoptado el Bitcoin como moneda de curso legal ni que políticos y funcionarios de la Reserva Federal pongan los gritos en el cielo.

 

Podemos percibir cuan frágil está la situación del dólar al ver cómo, a pesar de que Rusia está enfrascada en una guerra y ha sufrido la imposición de miles de sanciones, se ha disparado el valor del Rublo al ser fijado al patrón oro. Como mencionamos anteriormente, en las últimas décadas China ha estado comprando grandes cantidades de oro en los mercados internacionales y almacenando todo el que mina en su territorio. Imaginen, ¿qué pasaría si decide desbancar al dólar fijando el yuan al patrón oro como respuesta a unos Estados Unidos hegemónicos que siguen violando la política de una sola China con su apoyo a los separatistas de Taiwan? Sin lugar a duda, los inversores mundiales buscarán refugio en el yuan, el dólar sufrirá un gran daño y, por consiguiente, a mediano plazo, perderá su predominio como la divisa más importante en las transacciones mundiales. Lo demás, si no estalla la guerra nuclear, sería la historia de lo que fue el imperio más poderoso del mundo.

–En un próximo escrito hablaremos de la decadencia militar de Estados Unidos–.