Salud para el futuro

Crítica literaria
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Ya llegará el tiempo en el que todos los avances de salud estén integrados al cuerpo. Sensores que indiquen si nos hacen falta hormonas, sustancias minerales o vitamínicas para un funcionamiento óptimo del cuerpo. Mientras que llega ese momento, hoy contamos con lo que es la base de esos adelantos: la tecnología de análisis del ADN que se ha mercadeado en principio para conocer el pasado, también se puede realizar para saber las deficiencias. No les hablaré de mi pasado, pues con el Covid 19 por ahí todavía, el presente me preocupa más.
Hoy les comparto lo retante que ha sido el recuperarme del virus conocido como Covid-19. Este me provocó una acidez general del cuerpo que se sentía como si tuviera una placa gigante de metal acostada sobre mí. Aunque suele atacar los órganos más débiles de algunos cuerpos, a mí, me dejó caminando con bastón, pues mis músculos no me sostenían propiamente. Al principio, hasta respirar, me dolía. Entonces, le hice caso a mi cuerpo y me alimenté según mis deseos y un suplemento de clorofila recomendado por mi médico, Papo Vega.
Luego que estuve mejorcita, se me ocurrió buscar uno de esos lugares donde envía uno una muestra de saliva para un análisis genético. Elegí uno que pudiera detectar deficiencias alimentarias que pudieran afectar mi salud. Y las hallé. Salí deficiente en varias vitaminas y en un mineral del que yo desconocía su importancia: el selenio.
Y cito de 
https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002414.htm#:~:text=El%20pescado%2C%20los%20mariscos%2C%20las,m%C3%A1s%20altos%20de%20este%20mineral :

» Los alimentos vegetales, como las verduras, son las fuentes alimenticias más comunes de selenio. La cantidad de selenio presente en las verduras que se consumen depende de la cantidad de mineral que estaba presente en el suelo donde la planta creció. Las nueces de Brasil son una muy buena fuente de selenio. El pescado, los  mariscos, las carnes rojas, los granos, los huevos, el pollo, el hígado y el ajo también son buenas fuentes.» Quienes me conocen saben que no soy amiga de las carnes rojas, ni de nada que venga del mar, por lo que mi dieta no estaba balanceada, de ninguna manera, al momento de contagiarme y para colmo tampoco me había vacunado. Yo estaba tomando, magnesio, zinc, D3 y C, pero no fue suficiente para evitar la erosión del virus en mi sistema musculoesqueletal. Comparto esto con ustedes porque, sin importar la enfermedad que tengas o te haya dado, un análisis genético de las deficiencias que tenga tu cuerpo, te puede ayudar a reconocer cómo comer o suplementarte para sentirte mejor.
Ahora tomo mi selenio con vitamina E, aparte de mi complejo vitamínico y el de minerales que no lo incluyen tampoco. Les confieso que cuando se me olvida, mis pasos me lo recuerdan. De corazón, les recomiendo este tipo de análisis dirigido a conocer las deficiencias del cuerpo. Ha valido la pena para mí, porque me ha funcionado y lo tomo como una inversión en mi salud.
El futuro que me quede por vivir, procuraré vivirlo más saludablemente.