Bullet Train o cuando la historia que se cuenta lo supera todo

Cine caribe

La fui a ver por la curiosidad de ver al Conejo Sin Vergüenza.  En particular, porque mientras nosotros no tenemos luz eléctrica, él abre un restaurante en Miami, para siempre pasarlo alumbrado. Y cuando a él le cochan el coche de $3 millones, nosotros tenemos que andar en bicicleta para ir a trabajar por carecer de dinero. 

El Conejo no es malo, es simplemente una persona carente de vergüenza.  Con $3 millones, 1200 estudiantes de la Universidad de Puerto Rico estudiarían este semestre becados por Bad Bunny.  Podríamos comprar 15 mil bicicletas para que gran parte de la población pudiera circular de forma no tóxica por las vias públicas.  En fin, tendríamos otro tipo de país. Pero no lo tenemos. Sólo tenemos a Bad Bunny y sus ocurrencias publicitarias.

Lo que nos queda entonces es ver, como buenos muchachos y muchachas el hit del momento en Puerto Rico, Bullet Train (Dir. David Leicth, EE.UU-Japón, 2022).  La película, una coproducción con Japón, se da partir de una novela, del mismo nombre del autor Kotaro Isaka.  Entonces, ante el orgullo nacional japones, de sus trenes balas, la película hace una intervención en el trayecto de Tokio a Kioto.  Entonces, en el tren va Ladybug (Bratt Pit) quien tiene que robar un dinero; no obstante se encuentra con otros cinco sicarios que más que el dinero, quieren asesinar a alguien.

La película e mueve entre la acción, la comedia (a partir de las ocurrencias y vivencias de Pitt frente a los sicarios), y nuestra expectativa de ver al Conejo Sin Vergüenza (Benito A. Martínez Ocasio) actuar.  En fin, todo un culebrón, en el cual, al final, hay venganza, felicidad, y los chiste de Ladybug no terminan.

Si usted quiere ver a Benito/Bad Bunny (personaje del Wolf) actuar en un papel completamente boricua (matón, de barrio, que no sabe hablar, y que solo cree en la violencia – algo así como debe irlo a ver.  Su actuación es estéticamente interesante, pero no aporta mucho. Mientras, hay otras actuaciones que si son muy interesantes tanto en contenido de los parlamentos como en los propios personajes. Pero Benito/Bad Bunny es nuestro héroe nacional, que mientras tenga luz eléctrica y un buen coche para él moverse, nosotros “estamos bien”.

Vayan verla porque es muy buen entretenimiento. Es la estética de David Leicth lo que impera en esta película, con un toque japones, bien duro.  A verla.  Benito, a fin de cuentas fue consistente…