Breve encuadre crítico: la literatura de Edgardo Nieves Mieles

Crítica literaria
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Su libro A quemarropa se me antoja

como un revólver cargado de poemas que nos dispara

indiscriminadamente al cerebro imágenes y palabras

repletas de sugerencias que están matizadas por la mejor tradición

de la antipoesía conversacional hispanoamericana

(Vallejo, Parra, Cardenal, Dalton) así como del canon europeo (Apollinaire, Breton).

Daniel Torres

 

Sabemos que Nieves Mieles […]

es uno de los artífices del verso, más diestros y capaces de

nuestro escenario discursivo-poético puertorriqueño.

Luis Felipe Díaz

 

El ludismo y la irreverencia antipoética, el despliegue de una fuerte

imaginería surrealista, el largo e hipnótico fraseo estilístico […],

el insistente y contundente saqueo intertextual (y autotextual),

el abordaje de la temática del absurdo existencial y cotidiano […}

Federico Irizarry Natal

 

 

Desde que, en la navidad de 2018, leí Los mejores placeres suelen ser verdes (2013), una micronovela descomunal, exploro con fruición la literatura de Edgardo Nieves-Mieles (1957, Arecibo, Puerto Rico), compuesta mayormente de 12 poemarios y 4 relatarios.

 

Entre poemas torrenciales y minimalistas; entre relatos irónicos, satíricos, lúdicos, paródicos, eróticos, surrealistas, críticos, autorreflexivos, inter e intratextuales, acontece, a partir de 1987, una ficción (poética, narrativa, ensayística; híbrida) interesada en dialogar, desde una panoplia de máscaras y disfraces, con el lector, destinatario esencial de la escritura; cuya atención la poesía y la prosa nievesmielesinas persiguen deslumbrar, asombrar, transmutar, a través de la palabra labrada y la cultura literaria, cinéfila, pictórica, musical, botánica, política, popular...

 

El amplio análisis de Luis Felipe Díaz, “Poesía de Edgardo Nieves Mieles” (2014), traza, a partir de dos poemarios, A quemarropa (2008) y 69 (2014), las coordenadas filosóficas que enmarcan la obra poética, la cual empieza con el emblemático poemario El ramalazo de semen en la mejilla ortodoxa (1987): “Quiero con vehemencia / comunicarme con ustedes.” En su análisis, Díaz encuadra la obra poética en este marco filosófico: “Una de las posibilidades del arte es alcanzar la creación de obras que den cuenta del tiempo y su transcurrir, pero que a la misma vez sostengan la capacidad de resistir el carácter de la perentoriedad y transitoriedad, de apoderarse, retener mediante la imagen que queda en la página, lo fugitivo y de la paralización de lo temporal mediante la metáfora viva” (2014).

 

Y esto, concluye Díaz, se lleva a cabo fuera de la “metafísica juanrramoniana,” mediante una “noción transvanguardista de adentrarse en el objeto en la aceptación de su caducidad y de su muerte.” Materialidad rabiosa de una espiritualidad —que Irizarry Natal ve como una “saqueo”— intra e intertextual.

 

El ensayo de Dinorah Cortés Vélez, “Humor a quemarropa” (2012), incide en el poemario, A quemarropa (2008), que motiva la reseña de Daniel Torres: “A quemarropa de Edgardo Nieves Mieles” (2011). Poemario que empieza con un ensayo en el que Nieves Mieles ajusta cuentas con el concepto de generación literaria, el cual rechaza, y sobre todo, ajusta cuentas con la escritora Mayra Montero, cuya voz canónica, procedente de la generación anterior, desmerece la aportación literaria de la generación a la que pertenece Nieves Mieles.

 

Para Cortés Vélez, el humor del poemario, un “arma de sobrevivencia,“ se mueve “entre la risa desenfadada, la burla cáustica y el buen humor y la ternura de una voz poética que sin empacho reconoce ‘el hermoso poder de escribir un poema.’” Como en la reseña de Daniel Torres, que además de subrayar la ruptura que supone este poemario con los anteriores, subraya el diálogo con “la mejor tradición de la antipoesía conversacional hispanoamericana (Vallejo, Parra, Cardenal, Dalton) así como del canon europeo (Apollinaire, Breton)” (2011), Cortés Vélez plantea que: “A quemarropa se asienta en un dominio del lenguaje que asume variadas máscaras y que transita, con toda comodidad, a lo largo de una amplia gama de registros que pueden ir del pastiche ingenioso que torna ‘los sueños de la razón’ de Goya, con sus monstruos, en ‘monstruos de la razón [que] producen sueño’ […], hasta la luminosidad hiriente de una brevísima ‘Pausa para el desamor.’”

 

En su reseña, Torres delinea las rutas por las que transita A quemarropa:

 

“Para los lectores y las lectoras acostumbrad@s a los disparos a quemarropa de Edgardo, hay de todo, desde el machismo galante de quien todavía se da el lujo de decir barbaridades que los postfeministas sólo podemos sonreír al leerlas (‘El ser menopáusica/ no da derecho a ser canalla’ […]) porque no son tales o la reflexión filosófica del extenso poema ‘Enseñanzas de un discípulo de Diógenes a un fanático de Lennon (Perlas cultivadas y aspirinas del tamaño del Sol)’[…], hasta llegar a la ternura insoslayable del hombre heterosexual calado que puede bregar con la diversidad sexual sin tapujos:

Hoy día, la emancipación sexual en la naturaleza
tiene su expresión más salvaje entre las lombrices
hermafroditas, para las cuales el amor es la guerra.”

 

En la entrevista con Iris Miranda, “Entre luces con Edgardo Nieves Mieles” (2019), el autor proporciona una clave macro para abordar su literatura: “Me considero dichoso al gozar de la buena fortuna de armar textos con un maridaje balanceado entre elementos sublimes y prosaicos, cuando no, en los que al lector le resulte difícil decidir si en ellos prima lo lírico o lo político sin desmerecer un ápice el contenido o mensaje esencial. Tengo la certeza de que ahí radica uno de los más fuertes y mejores méritos de mi quehacer literario.”

 

Sobre la mejor literatura, Nieves Mieles le dice a Miranda que se trata, en rigor, de economía literaria: “la mejor literatura no sólo se hace con lágrimas y mocos. Tampoco con ideas. La mejor literatura se hace con las palabras justas y estrictamente necesarias.” Y sobre todo, se trata de la imaginación, “sin imaginación no nos sirve de mucho lo demás” [el trabajo, la disciplina, el estudio], en conjunción con un “apetito voraz por saberlo todo.”

 

En La escritura del gremlin. Posmodernidad y minimalismo antipoético (2020), el estudio que hace Federico Irizarry Natal —en el contexto de tres poetas contracanónicos puertorriqueños (Salvador Villanueva, Edgardo Nieves Mieles y Jorge David Capiello)— del “minimalismo antipoético,” “contratextual” y “ deconstrutivista” en dos micropoemarios de Nieves Mieles, Con las peores intenciones (2012) y La esperanza es verde como el mugir de las vacas (2015/18), concluye que “el minimalismo antipoético de Nieves Mieles” es “iluminador” en la medida en que , sin “caer en posicionamientos ingenuos,” “su proceder crítico abre la ironía, la sátira y el cinismo que la caracterizan hacia la esperanza concreta de un mundo mejorado mucho más digno.”