¿Desigualdad para todos?

Caribe Hoy

Recién vi el documental “Inequality for all” que se traduce como Desigualdad para Todos, que está basado en el libro Aftershock: the next economy and America’s future, escrito por Robert B. Reich. El documental está protagonizado por el propio Reich, quien fue secretario del trabajo bajo Bill Clinton, y también trabajo en el gabinete de Jimmy Carter. A través del documental Reich nos presenta data para entender porque Estados Unidos se ha convertido en la nación más desigual en términos de crecimiento laboral y salarial. Aunque el documental es del 2013, sigue siendo más vigente que nunca.

Reich es una voz fuerte, brillante y elocuente a favor de la democracia y de un capitalismo igualitario para todos los estadounidenses, donde el sistema gubernamental estimule el crecimiento y la acumulación de capital a todos y no solo al uno por ciento de arriba, como actualmente sucede. Estando en una sociedad de consumo, es natural que si los sueldos de la clase asalariada no suben y se estancan su poder adquisitivo se ve comprometido. Al no poder adquirir bienes en el mercado de la misma forma que antes, las empresas empiezan a tener menos ganancias. Esto provoca que para mantener unos niveles aceptables haya reducción de personal y aumento en el valor de los productos. También la industrialización y la mecanización de la producción abona en la pérdida de empleos. Al haber menos capacidad económica y menos consumo, hay menos ingresos y el gobierno recibe menos impuestos. Al recibir menos impuestos se afectan los servicios esenciales prestados por el gobierno: educación, salud, etc. O sea, nos encontramos ante un ciclo vicioso.

Parte del mayor problema que tiene Estados Unidos, y Puerto Rico se ha hecho eco del mismo, es que los impuestos oprimen a las clases trabajadoras y favorecen a los más ricos. ¿Porqué? A través de legislaciones se le han dado llamados incentivos a estas corporaciones o empresarios que tienen mucho capital, con la lógica de que estos, con su capital, producen y crean empleos que mueven la economía. Sin embargo, esa ecuación ha resultado errada.

Mientras se oprima a la clase media, que es la clase consumidora, no habrá consumo y la economía seguirá estancada. Actualmente en Puerto Rico, los costos de vida han aumentado de forma tan vertiginosa que nos estamos empobreciendo. Ya personas sexagenarias que pensaban que podían retirarse a los sesentitantos no pueden hacerlo porque necesitan continuar generando ingresos para pagar sus gastos básicos de vivienda, luz, agua, comida y salud. El gobierno sigue cortando el dinero de programas y subsidios básicos. Sin embargo, por otro lado, es detestable ver como firman contratos leoninos y opresivos con compañías privadas que, en vez de aportar a mejorar la calidad de vida, le sifonean al pueblo el poco capital que tiene. Uno de esos

casos es el de LUMA. La corrupción gubernamental y de esas remoras que se aprovechan de los grandes dineros para su enriquecimiento personal a costa del empobrecimiento del país, es patética. Peor aún, es escuchar toda la retórica política y observar cómo bailan al son que les toquen por poder. En el documental Reich afirma “si nosotros hicimos las reglas, pues nosotros podemos cambiarlas”. Es importante volver a tener una perspectiva de bienestar para todos y no solo para unos pocos. Ese debe ser nuestro norte como país.