Son películas que marcaron mi generación. Cuando la vi por primera vez, pensé que su actor principal era hijo directo de Dios. Ahora que veo la película casi cuarenta años después, pienso que es hijo de Satanás. Usted dirá, yo he dicho.
Once upon a time in America (Dir. Sergio Leone, EE.UU, 1984) es un clásico del cine americano. Un clásico por todas y todos los actores que la película actuaron, en particular Robert de Niro, en un momento inicial de su prolongada y exitosa carrera.
La historia épicamente contada, cuenta la historia de unos judíos de barrio neoyorquino que se dedican a la delincuencia. Esto es bien inusual, pero 40 años después, suena a prejuicio. Con esto en mente, la película nos explica como Noodles (Robert de Niro) en su infancia se relaciona con Max (James Wood), e inician una carrera delictiva que los lleva eventualmente por distintos caminos.
En el devenir de la película, Noodles/de Niro, tiene un amor imposible, la muchacha judía buena, Deborah Gelly (Elizabeth MacGovern). Entonces, bajo este viaje tropical, el amor es imposible, y Noodles/de Niro, se desaparece de la historia y regresa 30 años luego. Nadie sabe en qué se metió pero regresó luego.
A su regreso, Deborah (McGovern) vive ahora con Max (Woods), quien es el secretario de comercio. Solo Hollywood puede contar la historia así. Luego de esto todo es una historia terrible, de acciones que luego se tornan en omisiones.
La película 40 años despues, de forma crítica, nos cuenta la historia desde la mirada del prejuicio a la comunidad judía. Los judíos, son tramposos. Algo que no puedo tolerar. Pero también es misogenista contra la mujer, promoviendo violaciones sexuales en más de una ocasión, como algo natural.
Por lo tanto, volver a ver esta película fue bastante decepcionante. Ahora bien, con las actuaciones de actores y actrices de primera, así con la música extraordinaria de Ennio Morricone, y una narrativa visual de primer mundo, uno se seduce fácilmente. Pero no es correcto. Es una película terrible.
No la recomiendo hoy. La película versa sobre tantas cosas en las cuales ya no es posible creer. A su discreción si aun la quiere ver.