Cocaine Bear o las historias para entretenernos que son problemáticas

Cine caribe

Se trata de una película del montón.  Pero le imponen un título picaresco, y luego nos dicen que se trata de una historia de la vida real, y puf, se va viral la película. Por lo que, ante una película de bajo presupuesto, bien pensada, uno se entretiene pensando que está ante los clásicos de alguien como Quentin Tarantino, que en el cine morbo, de muertos y despellejados, todo se puede y  uno se entretiene. Sí, pero hasta cierto punto.  De eso habrá que hablar.  Hasta cierto punto nos entretiene, el resto, es otra cosa

Cocaine Bear (Dir. Elizabeth Banks, EE.UU.. 2023), está basada en una historia de la vida real, en la cual un narcotraficante perdió su carga en los bosques de Tennesi, EE.UU., y una Osa se los comió.  Dicen que se comió 75 kilos de cocaína, lo cual le provocó, en el 1985, su muerte.  Sea cierta toda la historia o sea alza, le permitió a Banks producir un filme de horror a son de comedia, para que uno lo pase bien, con un detalle importante: la normalización del enemigo, no en el pueblo americano, sino en América Latina, de donde viene la cocaína, y de donde viene el mal que se ha apoderado de dicho país.

En Cocaine Bear, la vida transcurre en el parque nacional de Chattahoochee, en Tennesi, donde cayó toda la cocaína, y donde distintos grupos se interesan por el paradero de los paquetes.  También se interesó la Osa, quien se comió toda la cocaína, pese a que en la película se transmite a son de comedia, la historia real fue bastante trágica para la osa.

Pues bien, la policía se interesa en encontrar la cocaína, mientras que los interlocutores de la película se pelean por controlar la droga o controlar a la Osa. Ahí yace la comedia del filme, mientras la pobre osa se va atormentando por segundo.

Usted ve esta película a su propio riesgo. Ni buena ni mala. Entretenimiento.  Pero verla, porque no hay nada más que ver.  A su discreción.