¿De picada Puerto Rico? ¿Se puede detener la caída libre?

Agenda Caribeña
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Puerto Rico necesita transformarse. Esa transformación tiene que ser absoluta, total. Su marcha acelerada en retroceso requiere determinaciones drásticas para detener esa retrogradación de su curso y procurar poner al País en marcha hacia adelante.

Sonará como un disco rayado, pero el asunto del estatus político colonial de Puerto Rico tiene que resolverse como parte de esa transformación absoluta necesitada. Y tiene que resolverse obteniendo más soberanía política y económica. La soberanía nacional es una condición sine qua non para un desarrollo económico. No es una solución mágica a los problemas económicos. Hay necesariamente que trabajar la soberanía con inventiva.

La educación mediante un buen sistema de escolarización y docencia que haga que una población educada y bien preparada laboralmente termine convirtiendo a la nación puertorriqueña en económicamente competitiva internacionalmente es algo que debe trabajarse cuidadosamente junto a las herramientas económicas y políticas que provee la soberanía, que es la total libertad de una nación para desempeñarse nacional e internacionalmente. Su población —bajo condiciones apropiadas de buena educación— es el principal recurso con el que cuenta Puerto Rico, carente de importantes riquezas de recursos naturales en su suelo o subsuelo geográfico para explotar.

Decía el filósofo chino Lao-Tse, autor del Tao Te Ching y fundador del taoísmo filosófico: “Dale un pescado a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar y comerá todos los días”.

Ese precepto filosófico lo ha puesto en práctica la ciudad de Shanghái, en China. Desde siempre se ha reconocido la importancia que tiene el conocimiento y el aprendizaje. Platón escribió: “Si un hombre deja de lado la educación, camina cojo hasta el final de su vida”. Lo mismo sucede con una nación. El economista T W Schultz, ganador del Premio Nobel de Economía, sostiene que la educación para el pueblo no es un gasto, sino una inversión. Invertir en la educación es invertir, según Gary Becker, otro economista, en el capital humano.

La inversión en trabajadores más capaces a cualquier edad genera mayores beneficios que la inversión en trabajadores con menor capacidad, y las capacidades se desarrollan a edades tempranas. Por lo tanto, es fundamental la educación a temprana edad para el desarrollo humano de mayores capacidades.

El valor del capital humano en la riqueza total es del 62%, según estudios del Banco Mundial. O sea, cuatro veces el valor del capital producido y 15 veces el valor del capital de los recursos naturales. Los países gastan en promedio el 5% del producto interno bruto (PIB) en educación, o el 20% de su presupuesto nacional. Como resultado económico inmediato, por su parte, el sector de la educación da empleo en promedio alrededor del 5% de la fuerza laboral.

Además, la rentabilidad privada de la educación —lo que los individuos reciben en el mercado del trabajo— ha aumentado. Los rendimientos se incrementaron en más del 20% en África y más del 14% en Asia oriental y el Pacífico. El gran cambio ocurrido recientemente es que las rentabilidades de la educación terciaria son ahora las más altas. El cambio en el patrón de las rentabilidades estriba en la relación entre la tecnología y la educación, a medida que los mercados laborales se ajustan a la automatización, a la robotización y a la Inteligencia Artificial. En resumen: a la economía del conocimiento.

En un mundo globalizado como el de hoy, la capacidad de los trabajadores para competir se ve obstaculizada por el desempeño deficiente de los sistemas de educación en la mayoría de los países en desarrollo, advierten los académicos que han hecho investigaciones sobre el tema. Los cambios tecnológicos y la competencia mundial exigen a muchos el dominio de ciertas habilidades y la adquisición de nuevas destrezas.

Para promover el éxito en el mercado laboral de hoy en día, es preciso invertir temprano, y luego invertir en las aptitudes pertinentes. Los sistemas educativos que obtienen buenos resultados preparan a los niños desde temprano, se reforman continuamente y usan la información para mejorar y rendir cuentas, indican los estudios al respecto. Los países tienen que mejorar la calidad, buscar la excelencia y ampliar las oportunidades basándose en la eficiencia y la equidad. Esto significa garantizar que los jóvenes desfavorecidos se matriculen en los sistemas de educación de la nación y tengan éxito.

Mediante estos pasos iniciales, Puerto Rico podría cambiar el curso en retroceso de su marcha e invertir su movimiento para que sea hacia adelante; hacia nuevos horizontes de un futuro promisorio.