Los mixtapes—grabaciones caseras musicales en casetes—han desempeñado un papel fundamental en la historia del hip hop en todo el mundo. Antes de la radio, el Internet y las redes sociales, existían las mixtapes. Vivieras donde vivieras, podías poner un casete en el boom box, radiocasete y transportarte a una fiesta en el otro extremo del mundo.
Los DJ, que parece ser se originaron en esas circunstancias, creaban gustos, marcaban tendencias y desarrollaban el sonido que se convirtió en el mayor género musical del planeta. Un ascenso meteórico para una forma de arte que acaba de cumplir los cincuenta años y que New York lo celebra en grande, pues ahí se originó el género. La ciudad ha tirado la casa por la ventana, con exhibiciones notorias en el Brooklyn Public Library, anuncios y conciertos.
La importancia de las mixtapes va mucho más allá de las propias cintas de casete. Las mixtapes eran un pasaporte, una señal de que estabas al tanto de todo lo que se escuchaba en la calle. Una llave maestra del underground. Esta sub-cultura del género del hip hop era demasiado fuerte para detenerla y los artistas demasiado talentosos para ignorarlos, así que la convirtieron en la corriente dominante e hicieron del hip hop lo que es hoy.
Mixtape, dirigida y producida por el puertorriqueño Omar Acosta (Stretch y Bobbito: Radio That Changed Lives), producida por Mercury Studios y Saboteur en asociación con Def Jam Recordings, cuenta la historia de la cultura de las mixtapes y su papel en la difusión del hip hop por todo el mundo. Es una película sobre los DJs que por puro amor a la música, convirtieron una empresa, para todos ilegal, en una columna vertebral creativa y comercial del negocio de la música. En el documental aparecen los inventores del género que incluye no tanto solo a A$AP Rocky, Brucie B, Bun B, CeeLo, DJ Clue, DJ Drama, sino también Nuyoricans de la talla de Tony Touch y Angie Martinez; añadiendo un detalle importante a la historia.