Foodificación o el nuevo desplazamiento social

Economia Solidaria

(San Juan, 9:00 a.m.) En el 2007 defendí mi tesis de maestría en planificación titulada El manejo ambiental ante el desplazamiento social: Plan de acción para el barrio Ensenada de Rincón. El “desplazamiento social” era una adaptación de aquel término gentrificationacuñado por la socióloga Ruth Glass y que otros investigadores posteriores tradujeron como gentrificación o elitización. El mismo era utilizado para referirse a ese proceso de transformación urbana en el marco de un sistema capitalista. Describe como los estratos de poder más aventajados económicamente se interesan por centros urbanos donde residen poblaciones de bajos recursos, adquieren propiedades a bajo costo y las revitalizan; aumentando así su valor y los costos por los servicios, desplazando de manera funcional (o física en algunos casos) a la población nativa del lugar. El termino gentrificación no me agradaba del todo por considerarlo un anglicismo “tirado por los pelos” para aplicarlo a Puerto Rico. Uno de mis profesores en aquel momento me hablaba de otro concepto más latinizado; “elitización,” haciendo clara referencia a las elites. Pero ese término tampoco satisfacía lo que quería expresar. En esa búsqueda el antropólogo Manuel Valdés Pizzini me hizo llegar un trabajo que realizó, en el que acuñaba otro termino que se aplicaba más al caso que yo estudiaba; desplazamiento social. Yo me apropié del concepto y lo adapté como desplazamiento social costero, refiriéndome a los procesos que se fueron dando en las comunidades costeras de Rincón.

 

Recientemente me topé por casualidad con un artículo publicado por Jesús A. Cañas, en el periódico español El País. Al verlo a vuelo de pájaro desde mi celular, me llamó la atención el término fooodie y me imbuí a leerlo para conocer de que se trataba. El artículo hablaba de esta palabra, como una adaptación de foodificación para referirse a otro fenómeno reciente de desplazamiento social. En este se destaca como el turismo gastronómico ha ido relegando a varias comunidades socioeconómicamente desventajadas para sustituirlas por espacios para turismo gastronómico. La noticia se concentraba en España por lo que me dio curiosidad y comencé a indagar más sobre el tema en la red. Para mi sorpresa encontré otros lugares como México y Florencia que han experimentado el mismo fenómeno social. Curiosamente hacen referencia a que el mismo se disparó luego de la pandemia cuando los trabajos se flexibilizaron y el empleo a distancia se volvió la norma. Muchas personas luego del distanciamiento social y encierro(lockdown), comenzaron a visitar cafés, restaurantes y otros establecimientos con sus computadoras y teléfonos celulares para trabajar sin tener que estar físicamente en sus oficinas.

 

Extrapolando mentalmente estos términos a Puerto Rico y dando una mirada poco esquemática y sistematizada, veo como muchos espacios urbanos se han ido “foodificando” en los centros históricos urbanos de la Isla. Claro, este fenómeno en Puerto Rico, podemos rastrearlo un poco más atrás de la pandemia con la explosión de “guagüitas” y “gastroparques” que invadieron el espacio urbano. Eso claro, todo como resultado de la economía, el desempleo y otros procesos. El despido masivo bajo la gobernación del abogado corporativo, Luis Fortuño Burset, y leyes posteriores, como la Ley 7, la Ley 9 y la Ley Promesa que empujaron a muchas personas a “reinventarse”. Uso el término en comillas para referirme a como se ha prostituido el termino para dar la impresión de que el despido y la pobre situación económica del país haya sido el motor para que muchas personas se vieran obligados a experimentar otras formas de ganarse su sustento y el de su familia. Pero ojo, la gente lo ha asumido como parte de su gesta.

Volviendo a la idea de la “foodificación”, en Puerto Rico vemos cómo la oferta gastronómica ha aumentado y como resultado se ha sofisticado tanto que en algunos casos se vuelto burda y hasta “kitsch”. Los tradicionales pinchos los venden ahora con mofongo servidos en vaso plástico, o tripletas servidas en bolsitas de frituras saladas, emparedados griegos, sushis, etc. En fin, la diversidad de comidas que jamás pensé ver unidas, hoy son parte de esa oferta de comidas que pulula por todos los rincones de la Isla. Y no se trata solo de comestibles también es común y hasta se “trivializa” la pobreza. Muchas comunidades humildes se limpian, se les da una buena pintura, se colocan barriles de madera y instalanguirnaldas de bombillas y se transforman en espacios diseñados para el turismo. Luego esos espacios que antes albergaban comunidades humildes, decimos que están “renaciendo”. Y ojo, no es que no esté a favor de que estos espacios se reutilicen o revitalicen para fomentar la economía del área. Más bien es una voz de alerta de cómo se van relegando las comunidades puesen esos procesos no se incluye a los residentes. Más bien son desplazados, sus entornos alterados y obligados a retraerse dentro de las paredes de su hogar o abandonar sus entornos.

 

De nuevo, no estoy en contra de revitalizar los espacios, fomentar la economía y el desarrollo de las comunidades. Más bien es solo que me llama la atención y levanta bandera como estos procesos van relegando a las comunidades desventajadas económicamente. En alguna forma se trivializa la pobreza, la transforman en una excentricidad y se normalizan esos procesos. Llamémosle gentrificación, elitización, foodificación, revitalización, renacer, o como el término de moda que queramos utilizar, el proceso si no incluye a las comunidades nativas me sigue levantando bandera como un desplazamiento social de las comunidades.