Viviendo en la casa de los locos [la legistlatura de Puerto Rico]

Cultura

(San Juan, 9:00 a.m.) Anda por los pasillos telefónicosde las emisoras radiales una señora legisladora que, con elecuencia mermada, ventea la última ocurrenciacapitolina. Aprovechando que a Verdejo, por asesino y por ser tan verdejo, le impusieron dos cadenasperpetuas por matar a una joven en estado grávidopena que significa encerrar a un delincuente por 198 años– se le ha ocurrido la última genialidad legislativa. La señora legisladora, con unos cuantos señoreslegisladores que todavía se hacen llamar honorables —como se hace llamar Javier Jiménez que ventea su honorabilidad por el Pepino con grandes altoparlantes, tipo Marcial Walker— propone una pintoresca pieza de ley. A propósito, honorables de qué, o como diría el cafre de Rodríguez Mateo, ¿a cuenta de qué?

     La señora y los señores proponen que, si un hombre o mujer o cualquier persona malvada asesina a una mujer que está encinta recibirá una pena de dos cadenas perpetuas: una por la muerte de la futuramadre y otra por la muerte del concebido y no nacido y que no sabemos si en verdad nacería

     De umbral, el canalla que mata a un semejante sin motivo legal que lo justifique, se le debe castigar. No creo que exista algún insensible que diga lo contrario, incluyendo a los que matan. Pero, no bien escuché a la señora que propone la legislación, me salierongalopando un reguerete de las pocas neuronas medio funcionales que todavía guardo en el cajón de la cabeza, y desesperadas, escandalizadas y confundidas, pero a coro, preguntaron: ¿Y si la señora lleva en su vientre a tres concebidos, pero no nacidos, de cuántascadenas perpetuas estaríamos hablando? ¿En serio que serían cuatro perpetuas, tipo pena impuesta a Albizu cuando lo castigaban por sacar una bandera? Nada más y nada menos que 99 años por cada concebido y no nacido y otros 99 por la mamá. ¿Y si fueran seis los concebidos? Cualquier cosa puede pasar en eso de la preñez.

     Pues fíjese señora legisladora, yo estoy de acuerdo en eso que usted dice del castigo independientementede la discusión de si el concebido y no nacido es una promesa de ser, un conato de humano, un proyecto de existencia, de vida o si es un bebé hecho y derecho, porque usted sabe que ese es otro tema que le toca a los del Proyecto Dignidad. De paso, ¿se ha fijado que si le pusieran otra “P” sería PPD? ¿Existe alguna diferencia? Mejor sigamos con la legislación de las muchas penas. Estoy de acuerdo en el castigo al que mata. Seguro que . Todo el que mata a una persona –ahora decimos “lo privó de la vida“ que suena hasta romántico– debe ser castigado. El problema no es el castigo, es el tamaño del castigo, el “size” como diríaArmando Valdés Prieto en Las cartas sobre la mesa. ¿Usted y sus panas legisladores han pensado cuántotiene que vivir el matón para cumplir ese paquetón de años? Si la víctima madre tenía un solo hijo, seríanunos 198 años, pero si son seis, serían 693. Si el promedio de vida de un puertorriqueño es de 80 años, y luego de matar le celebranningún juicio criminal se debe celebrar sino lamentar– el juicio con la rapidez con la que enjuician a los pobres que no tienen con quépagar a un abogado con conexiones y renombre, se puede tardar unos seis meses desde que se comienzael proceso hasta que le dictan sentencia. Pero ¿si el matón es un ricachón con poder económico, de familia conocida y poder político y contrata a un abogado diseñado para ellos, ¿cuánto tardarían en juzgarlo? Quizá cinco o seis años y hasta más. Si la pena por un asesinato es de 99 años y al asesino lo declaranculpable, ¿cuántos cumpliría, 10 o 12?

 

   Como decía, creo que se debe imponer un castigo al que mata a un semejante sin que exista ningunajustificación –porque la ley establece que hay justificaciones para hacerlo–. Pero señora legisladora, ¿no cree que se le está yendo la mano en la pena que se impondrá? que usted ni ningún legislador puede legislar la garantía de una vida de 300 o 400 años para los asesinos. Si eso es así, entonces, ¿para qué hablarde esas penas? Si su proyecto de legislación dijera: “A todo el que mate a una mujer en estado de embarazose le garantizará que vivirá la pena que se le imponga”, le ley tendría sentido, pero ¡cuidado con ese lenguaje!, que los que quieren vivir mucho se la podrían jugar y asegurarse una larga vida matando a dos o tres de las víctimas de su ley.

     ¿No creen que es hora de ser más serios?