Jorge Luis Torres [nuestro entrevistado]

Cultura

Jorge Luis Torres (Cuba, 1964) es dramaturgo y narrador. Ha sido docente-investigador en la Universidad de Puerto Rico. En la actualidad, se desempeña como Director del Programa Académico de Educación General de la Escuela de Artes Liberales de la Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey. Realizó estudios de Artes Escénicas con Especialización en Teatrología y Dramaturgia de la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes (ISA) de La Habana, Cuba. En el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico completó una Maestría en Literatura Comparada. Posee un Doctorado en Literatura Puertorriqueña y del Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en San Juan, Puerto Rico. Ha publicado las obras Como el cristal de tus lágrimas y Marilyn Monroe, los baños de Estocolmo y los monjes budistas (2001-2002, Gaviota); El cuerpo abyecto como interlocutor del poder (2018, Imago Mundi); y Decapitado (2019, Media Isla). Sus textos se han publicado en las revistas Umbral, de la UPRRP; Cruce, de la Universidad Ana G. Méndez; ADE, de la Asociación de Directores de Escena de España; Tablas, del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de Cuba; y Conjunto, de la Casa de las Américas. Torres ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

1.1 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Recientemente, has publicado Malo (2023). ¿De qué trata o tratas en esta colección de obras de teatro y cómo recorres entre la literatura y la realidad o no ficción? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarles?

1.2 Jorge Luis Torres (JLT, en adelante) – Malo es un texto sobre la desilusión, sobre el vacío, sobre la pérdida de horizontes. Las seis obras del libro recrean la caída de las utopías todas del hombre y se sitúan en el culto a la disyunción y a la distopía. Los personajes de cada una de las obras están en los márgenes de sus propias existencias, han agotado todas las posibilidades de pertenecer a un espacio que legitime sus aspiraciones, sus anhelos, sus sueños: son personajes ahogados por el desencanto que les provoca un mundo que los expulsa, que los excluye, que los confina al aislamiento más desolador que un individuo puede padecer. Sobreviven como habitantes de canales inundados de aguas fétidas porque están condenados a “engalanarse” con la mierda de las alcantarillas. Es allí donde encuentran el sentido de sus vidas, es allí donde logran construir un hábitat que los induce a otros modos de experimentar sus realidades ideológicas y políticas. Por ello, es en las excrecencias del cuerpo donde encuentran la materia de sus discursos, es en la depreciada constitución de sus cuerpos donde sus acciones adquieren sentido dramático y teatral.

2.1 WRS –¿Qué relación tiene Malo con vuestro trabajo creativo anterior y hoy?

2.2 JLT – En el libro continúo abordando los temas que forman parte de mis aspiraciones e intereses estéticos y teatrales. Desde luego, este es un libro, así lo veo, más maduro, más sólido en la constitución de su estructura dramatúrgica y teatral. Creo que he logrado anudar en cada una de las seis obras del libro un gesto distintivo que, a su vez, vuelve convergente un texto con otro. Creo que Malo es una unidad discursiva, y en el pasado encontrar esa unidad me resultaba muy complicado. Lo que quiero decir es que Malo se puede leer como una totalidad, pues podría tener la estructura de una caja china: cada obra se presenta como una parte de la anterior y de la que le sigue. Esta continuidad me permite construir personajes más corpóreos, personajes más arraigados, personajes más creíbles. La idea de una obra dentro de otra me permite pensar Malo como un microcosmos que asume el teatro no solo como propósito, sino también como instrumento.

3.1 WRS – Si compara vuestro crecimiento y madurez como persona y escritor, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo de entonces con el de hoy?

3.2 JLT – Creo que he logrado hacerme de un lenguaje muy propio. Mi teatro se distingue hoy por la alternancia entre elementos poéticos y escatológicos. Estoy absolutamente convencido de que el arte nos debe conminar al asombro, al desconcierto, incluso al rechazo. El lector, y el espectador, deben sentir el peso del horror, deben hacerlo propio, deben vivir la experiencia del insulto. Estamos ahogados por la banalidad y por la falsa complacencia, por ello tenemos que ir al encuentro de un lector-espectador que se asuma como víctima y como victimario, que entre y salga del mundo cruento y abyecto que se representa ante él y que, por qué no, se reconozca en él. Este modo de pensar y producir mi obra ha resultado ser para mí un punto de inflexión con mi trabajo anterior. Hoy escribo más consciente de que mis personajes “huelen” a “algo” que no resulta higiénico para el ansiado saneamiento corporal que nos obliga a normalizar y a codificar nuestros comportamientos sociales y culturales. Escribo para que mis personajes (des)normalicen y (de)codifiquen todo aquello que nos obliga a permanecer, nos guste o no, en un “lugar” etéreo y aséptico. Esa es la razón del desplazamiento y del “rompimiento” que padecen. Por eso son personajes que solo pueden existir “rotos”, legitimados por la contaminación, por lo nauseabundo, por lo abominable.

4.1 WRS – Jorge Luis, ¿cómo visualiza su trabajo creativo con el de vuestro núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Cuba y Puerto Rico?

4.2 JLT – Es una pregunta compleja. Alguna que otra vez me la he hecho, y solo he llegado a la conclusión de que la idea de “generación” se ha diluido. En el contexto cubano, más aún, pues pertenezco a una generación de dramaturgos que está fuera de Cuba y escribe desde horizontes que solo le permiten mirar hacia el “país perdido”. Incluso, los dramaturgos de mi generación que viven en Cuba miran desde el “país perdido”. Y a mí, francamente, eso no me interesa, al menos no de forma tan literal. La dramaturgia cubana actual, es solo una opinión, está muy obsesionada con la idea del “país perdido”, y aunque puede resultar razonable, se corre el riesgo de que estas obras solo funcionen como artefactos o pertrechos del statu quo. Por ello, prefiero escribir desde “ningún lugar”, no busco mirar “desde” o “hacia” un lugar, solo escribo para cuestionar la anomalía que nos induce a la conformidad, para quebrantar los supuestos moralizantes y llamar a las cosas por su nombre.

5.1 WRS - ¿Cómo concibes la recepción a su trabajo creativo dentro de Cuba y Puerto Rico, y la de sus pares, bien sean escritores de teatro u otro género?

5.2 JLT – Pues mira, no creo que, por el momento, en Cuba se pueda representar alguna de mis obras. No necesariamente por los contenidos o los temas de estas, sino porque no se puede pasar por alto que soy un dramaturgo que vive en el exilio, y en Cuba la palabra exilio está absolutamente demonizada por el régimen. Tanto es así, y esto es una pequeña anécdota, que cuando asistí como invitado a la Feria Internacional del Libro de República Dominicana para presentar Malo, le solicité a una persona que vive en Cuba y preside una institución cultural adscrita al gobierno, que llevara mi libro a la isla, pero me ofreció algún que otro pretexto para no hacerlo. Es comprensible, pero ese “no” ilustra la realidad de una cultura que se encuentra “secuestrada” por la ideología de un Estado totalitario y déspota. En cuanto a Puerto Rico, sé que podrían llevarse a escena una o dos obras que han despertado cierto interés, creo que solo es una cuestión de tiempo.

6.1 WRS – Sé que vos es oriundo de Cuba. ¿Se considera un autor cubano o no? O, más bien, un autor de literatura sea esta cubana o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

6.2 JLT – ¡Soy dramaturgo! ¡Solo eso! No sé vivir con la idea: “soy un dramaturgo de aquí o de allá”. Afortunadamente he transgredido la idea de “ser de un lugar”. Vivo “en tránsito”, como el peregrino que debe llegar a un lugar y mientras peregrina hacia el lugar sagrado hace suyo aquel en el que se encuentra. ¡Eso me ha permitido ser más libre! Solo estoy comprometido con lo que escribo, con lo que quiero que mis personajes expresen. Escribo para diseccionar el mundo todo, o al menos aquella parte del mundo que me inquieta y que me compulsa a la reacción súbita, intrépida, impostergable. Eso no quiere decir que no sea o no me sienta cubano, lo soy, pero a pesar de ello, ¡me siento más dramaturgo que cubano! Y, a propósito de Puerto Rico, desde hace más de 27 años vivo en Puerto Rico, que es mi casa, el lugar que habito y me habita, la isla a la que siempre regreso. Cuando viajo y quiero volver a casa, solo puedo pensar en regresar a Puerto Rico.

7.1 WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica, vuestra ideología política y vuestra identidad de género con o en su trabajo creativo?

7.2 JLT – Escribo desde la persona que soy, una persona que elude las definiciones sobre sí. Las definiciones, de un modo u otro, siempre nos llevan a excesos. Y los excesos, lo decía Batallé, son violencias que se imponen a la razón. Generalmente nos esforzamos en ofrecer una definición sobre nosotros para no comprometer el peso moral de la persona que somos, para no perder nuestra propia credibilidad ante los otros. No sé definirme o, para ser exacto, aún no lo sé hacer. Es más, le tengo temor a las definiciones. Prefiero la incorrección y la desobediencia. ¡Me gustan más! Me resulta muy complejo acomodarme en discursos consensuados. Soy un dramaturgo atraído por la metáfora de “desenterrar el cadáver”, y el cadáver es siempre otra forma de realidad porque se transforma en residuo (des)politizado, en desecho sin identidad, en desperdicio que solo puede preservar su género a través de la memoria de un otro que lo recuerda o (re)imagina. Como plantea José Ovejero en su ensayo La ética de la crueldad, “el cadáver vuelve visible lo que estaba oculto”. Mi dramaturgia se sitúa precisamente ahí. Por ello, mis personajes emergen de fisiologías pútridas e impúdicas que exacerban la celebración del caos, del desequilibrio, de la descomposición.

8.1 WRS – ¿Cómo se integra su trabajo creativo a vuestra experiencia de vida? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor hoy?

8.2 JLT – Las palabras son depósitos de sentidos, pero no sé qué es la inspiración, me parece una tontería. Creo en el impulso, en la “propulsión” fisiológica, si así se le puede llamar a la necesidad de escribir. Escribo porque he aprendido a mirar, que es muy difícil. Nadie nos enseña a mirar, es un ejercicio muy íntimo y, además, muy peligroso. Escribo sobre todo aquello que sabemos que está ahí, pero que eludimos, sorteamos, ladeamos. Escribo no sobre mí, sino sobre mis “ansiedades” para lograr “llegar a mí”. Y la escritura dramática es un escenario perfecto para diseñar este feroz y encarnizado juego entre nuestras luces y nuestras sombras. Hace unos días, alguien comentó que, en mi libro Malo, se (des)institucionaliza lo grotesco, pues entiende que soy un dramaturgo atraído por lo agreste, por lo corrosivo, por lo cáustico. Podría ser, sin embargo, yo estoy convencido de que tal cosa no es necesariamente cierta. Soy un dramaturgo que se adentra en las penurias humanas mediante discursos agrestes, corrosivos y cáusticos para (des)categorizar los principios doctrinales del poder.  Es decir, me asomo al poder para mostrar la debilidad de sus tendencias fundamentalistas, para enorgullecerme de la abyección que me produce.

9.1 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

9.2 JLT – Bueno, no he tenido aún el privilegio de que muchas de mis obras se lleven a escena. Ese es otro problema, los directores teatrales siempre regresan a los clásicos, o a los textos que entienden probados o meritorios de una taquilla que les garantice cierto sustento económico. Esa suerte de “prostitución cultural” es terrible, pero es una realidad, no hay más que ver la cartelera teatral para corroborar de qué hablamos. Sin embargo, sí he tenido la suerte de lectores probablemente fieles que al leerme me miran con una complicidad que no necesita palabras. Trataré de no ser pretencioso, pero eso es precisamente para mí el arte: la connivencia silenciosa, el “aire” de complicidad.

10.1 WRS - ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

10.2 JLT – Estoy escribiendo un libro en el que incluyo tres obras que años atrás fueron publicadas en España, Cuba y Puerto Rico. Además, el libro cuenta con otras dos obras de reciente creación, entre ellas un monólogo. En ello estoy, aunque me toma tiempo escribir, tengo mis tiempos de escritura diaria, y los cumplo como un monje cumple con los deberes de su orden.