Reseña del poemario Estúpido Cupido y otras escenas de un San Valentín a solas de Lionel A. Sanvega

Crítica literaria
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Espero curarme de ti en unos días.

Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte.

Es posible.

Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.

Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

-Jaime Sabines

 

Cupido, en la mitología romana, representa el amor. Si pensamos en el cliché del Día de los Enamorados o San Valentín, no podemos dejar de asociarlo con el personaje regordete, pequeñito y con unas graciosas alitas que anda haciendo de las suyas, flechando al que se le antoje para que caiga rendido en las manos (o garras) del amor. Así las cosas, el tal Cupido, hijo de Venus, dice la mitología, que también sufrió por amor. Si, así es que nace el mito de Cupido y Psique. El terrible Cupido experimentó un poco de aquello que provocaba a otros con sus impertinentes flechazos, o sea que degustó un poco de su propia medicina. Para los que suelen vivir del romanticismo o, mejor dicho, para aquellos a los que les gusta darse con la misma piedra cientos de veces, porque así es el amor, sepan que el tal Cupido no es tan lindo, sublime y cautivador, más bien hay veces que es atroz, banal y abominable.

Lope de Vega, Rafael María Baralt, José Tomás de Cuellar, entre otros, han evocado a Cupido en su poesía. El mito envuelto en amor y seducción, es inherente a nuestra condición humana y un lugar común en la literatura universal, y precisamente por eso es un tema inagotable. El homologo de Cupido en la mitología griega es Eros. En el análisis freudiano, Eros es el concepto que representa el instinto de la vida y que impulsa, entre otros el sexo a través de la libido. Según Freud, el amor es sensual o es tierno, pero a fin de cuentas provoca felicidad en la medida de nuestra capacidad de amar al otro. Es una idealización del otro y por tanto provoca la muerte del yo, o en palabras del psicoanalista austriaco, …pues allí donde el amor despierta, muere el yo, déspota y sombrío”.

Toda esta letanía, porque el amor puede ser así, repetitivo, para reseñar con entusiasmo el poemario Estúpido Cupido y otras escenas de un San Valentín a solas, del poeta puertorriqueño, gestor cultural y trabajador social, Lionel A. Sanvega. Que mejor manera de celebrar el 14 de febrero que tener en mano un poemario que rompe con la idea idílica del amor. Es algo así como una voz/antihéroe, que con sus palabras/armas sacude a aquellos que viven en las nubes del amor bonito, y los enfrenta a la realidad del desamor. Por otro lado, si se vive en estado de desamor, los versos de este poemario resultan ser el espejo que refleja que hay otros, compañeros de sufrimiento, a los que les ha tocado la ingratitud de quienes no reciprocan, o de quienes no saben/no quieren reciprocar.

Este poemario de la editorial Lamaruca, desde su portada, da una noción de lo que el lector va a experimentar. El rojo, que se asocia con el amor, y el negro, que relacionamos con la muerte, son los colores que definen ese primer encuentro. Una figura masculina flechada en la cabeza, con heridas en los brazos y espalda, se ubica en el centro de una tarjeta de tiro al blanco. En la mano izquierda lleva agarrado algo que puede ser para unos un arma de fuego o, para otros un bastón para apoyarse. En el centro de la portada apareceel título: Estúpido cupido y otras escenas de un San Valentín a solas.

En términos de estructura, el poemario cuenta con sesenta y cuatro páginas entre las que el lector encuentra un prólogo del escritor y profesor, Daniel Hilerio Villanueva, titulado You had one job, seguido de las Instrucciones para navegar estos desamores de Sanvega, los poemas, un epílogo y para cerrar, unos apuntes del también escritor y profesor, Gerardo Miguel Rivera Santiago titulado, Apunta, pero no dispares. La estructura por si sola es una genialidad y las aportaciones de Hilerio y Rivera resultan acertadísimas para acompañar la poesía de Sanvega.

En las Instrucciones para navegar estos desamores, Lionel explica el origen de cada bloque de poemas, unos titulados y otros numerados. Los numerados, escritos en 2018, son formas de abordar y entender la “soledad” en San Valentín. Mientras que los titulados son resultado de la experiencia del autor y van dedicados al famoso, amado por unos y odiado por otros, Cupido.

En este poemario predominan varios tonos, de despecho, ironía, reproche, resignación, infatuación y de amor propio. Si bien es cierto que el desamor trae consigo los primeros, lo que nos redime es el amor propio que llega cuando dejamos de idealizar al objeto depositario de nuestros afectos y entendemos que es más importante uno mismo, si es que queremos sobrevivir,

“A veces la única mano

que tendrás para tomar será la propia”

“Decirle a mi reflejo las mismas cosas

que te dije mil veces;

Y creerme todo eso que nunca me creíste”

El poeta nos lleva a cada espacio de la cotidianidad, que no podemos evadir, y que a diario nos enfrenta con el dolor, con la pérdida del ser amado. Desde la canción favorita hasta el espacio compartido… Es en esas instancias en las que el desafío es entender que no hay más que aprender a vivir con la ausencia, aunque, todas las veces, habrá algo que nos recuerde a quien una vez estuvo y ya no,

“Te mudaste sin marcharte,

Te fuiste y te quedaste”.

Cuando el amor no es recíproco, queda plantearse si la soledad es un estado perpetuo y resignarse a que el amor es solo un privilegio negado a algunos de los mortales,

“Estoy empezando a creer

que mi media naranja pagó su boleto

pero algo la distrajo

y llegó tarde al terminal”

Sin embargo, en otras instancias a la voz poética se le antoja pensar que amar es parte del viaje en el “tren-vida”y que resulta penoso hacer el trayecto “sin haber disfrutado el viaje”.

Esto es solo una muestra de lo que el lector se va a encontrar cuando tenga en sus manos esta singular y estupenda entrega apalabrada. La poesía de Lionel A. Sanvega merece ser degustada, sea San Valentín o no, con copa de vino y chocolates o con una taza de café negro sin endulzar, como usted prefiera. El poeta nos presenta una manera distinta de abordar el desamor sin negarnos la posibilidad de caer una y otra y otra vez en las manos del perverso seductor, Estúpido Cupido.

 

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