Paquito y el watusi de habichuelas negras revueltas

Creativo

(del libro En tránsito y otros relatos, Isla Negra, Puerto Rico, 2002)

La vida de estudiante terminaba para Paquito a las 11:30 de la mañana, cuando la escuelita maternal resumía sus quehaceres diarios. Por otro lado, se iniciaba un proceso de transformaciones emocionales en el niño, quien se desesperaba por llegar a su casa para ver otro programa más del Show del Mediodía de WAPA Televisión. Su casa, la de sus padres, era, en ese momento del día, absoluta tranquilidad: su padre trabajaba, sus hermanas asistían a la escuela y su madre, su fiel compañera, era solidaria de todas sus andanzas infantiles.

En su cabecita se confundían todos los anuncios que daba el maestro de ceremonias, el dinámico Luis Vigoreaux. Siempre esperaba impacientemente por las secciones del programa que más le gustaban: La orquesta invitada, Encabulla y vuelve y tira, y Desafiando los genios. En particular, lo más que le interesaba era el auspiciador de estas secciones del programa: El Granito Sello Rojo.

Pero todos estos estímulos visuales competían con la información política que a diario en la cena de las 6:00 de la tarde, el niño, con apenas 7 años, escuchaba en su casa: muerte de Martin Luther King, Vietnam, Biafra, Cuba. Eventos que sin lugar a dudas ejercían una impresión inusual en la mente del niño.

Por fin pasaban el anuncio esperado. Con el plato en sus manos lleno de arroz, habichuelas negras, pedacitos de carne y huevo revuelto, el pequeño Paquito le ponía atención a los muñequitos del anuncio: “El Granito Sello Rojo al África fue a parar, y unos caníbales preso lo cogieron y en un caldero lo metieron. Pero el Granito se soltó y les preparó un fricasé de arroz con ovejo, y los caníbales su libertad le dieron”. Los ojitos voraces de Paquito se movían con gran rapidez a través de la pantalla del televisor. Veía cuidadosamente en los 30 segundos del anuncio cada detalle: tanto los movimientos del Granito, como los de los caníbales, la música africana y el plato de fricasé.

La programación continúo con el entusiasta José Miguel Agrelot, quien comentaba que en Cuba se habían quedado sin arroz y que los rojos comunistas se habrían de quedar con Vietnam. Paquito ya no comía, miraba atentamente el televisor y su plato, veía los granitos de arroz con las habichuelas negras revueltos con el huevo y la salsa de los pedacitos de carne.

El programa seguía y luego de presentar a la orquesta invitada, El Gran Combo con Andy Montañez, se interrumpía para más anuncios y parar a la última sección: Desafiando a los Genios. El auspiciador principal presentaba otra versión publicitaria: “el Granito Sello Rojo a Marte fue a parar, y unos marcianos lo encapsularon para podérselo tragar. Pero el Granito les preparó ‘arroz a la espacial’ con vegetales tiernos sazonados en jengibre y sal’’.

Paquito pensaba en la Luna, el módulo de comando, las estrellas, cuando se inicio un nuevo episodio de Desafiando a los Genios y el actor Shorty Castro le preguntaba al moderador Jacobo Morales: “Eso que estamos buscando tiene que ver con comida, con arroz, con viajar, ya está: los boricuas en Nueva York que vienen a Puerto Rico en las navidades a comer arroz con chicharrón…”.

Paquito estaba atormentado. La televisión se confundía con la otra historia discutida a la hora de la cena en su casa: la invasión a Vietnam, los puertorriqueños peleando en las calles del Bronx; Ángela Davis, los “hippies”; hambre en Biafra; la paz, la igualdad…

De repente, se puso de pie cuando el auspiciador principal regresaba con: “El Granito Sello Rojo a Miami fue a parar…” El niño alzó su plato y lo dejó caer con precisión al suelo. Los pedazos de la vajilla, de arroz, habichuela, carne, huevo y la salsa se desparramaron por toda la sala. La madre salió corriendo de la cocina preguntando:” ¿Paquito qué pasó? ¿Qué tú haces?”, y lo encontró brincando sobre todos los minúsculos fragmentos que ahora cubrían las losetas. “Nada, Mamá”, respondió Paquito, “aquí bailando un ‘watusi’ de habichuelas negras revuelas”.