Portugal 1990

Creativo

Daniel Nina (cuento de En Tránsito y otros relatos. San Juan, Isla Negra, 2002).

“iCoño, no!”, gritó Martin con gran desesperación bañado en sudor en medio de una noche de primavera, logrando despertar de la pesadilla que llevaba horas atormentando sus sueños.

Martin había decidido abrir la ventana para calmar el sudor que la pesadilla había provocado en su cuerpo. Aún el Sol no salía, y la Luna llena iluminaba toda la bahía de la comunidad de pescadores donde pernoctaba temporeramente. De repente la luz de la luna invadió todo el pequeño aposento, iluminando el viejo camastro, sus viejas maletas y su ordenador portátil.

Decidió prender el pequeño ordenador y continuar escribiendo la historia de aquel romántico muchacho que en una década vio cambiar la vida, y la vida lo vio cambiar a él. La pantalla estaba en blanco tan sólo con el título del capítulo: Portugal 1990. Pensaba en cómo acercarse a la trama nuevamente. De repente sintió que la Luna se fragmentó y, como si fueran uno de esos pequeños pedazos lunares, vio entrar una pequeña lucecita en su cuarto.

Martin sonrió pues vio que la luna seguía todavía iluminando el mar, la arena y el viejo edificio donde moraba. Además pensó que los cucubanos eran insectos caribeños que no tenían mucho que ver con el “viejo mundo”. Que va caballero”, dijo Martin pensando en alta voz, “es mejor que vuelva a dormir antes de que vea el mar abrirse en dos mitades.”

Cuando se dirigía al viejo camastro vio un cuerpo tendido: nuevamente sonrió pues comprendió que la fuga de luz que vio entrar al cuarto en realidad tenía que ver con un lucero que había regresado a su alma. Decidió no molestarla, puso un poco de música clásica, lo mejor de Pachelbel, le abrió lentamente sus piernas y depositó su cuerpo sobre el vientre de ella. Una vez más sonrió. “Ahora entiendo por qué el capítulo tiene que ver con Portugal”, dijo Martin en voz que devolvía un amor sublime a su vida: un amor de calma total.

Al despertar casi al mediodía, la ventana seguía abierta y el sol iluminaba todo el pequeño cuarto.