Dos punto cinco millones

Caribe mas alla
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altEsta semana ha traído varias cosas interesantes, sobre todo si se miran desde el Sur. El Presidente de Perú, Ollanta Humala, regresó ayer a Lima luego de una gira por China, donde logró reunirse con Xi Jinping, convirtiéndose en el primer presidente hispanoamericano en así hacerlo con el flamante líder chino.

En el otro lado del mundo, en Brasil, su esposa, la Primera Dama Nadine Heredia está participando del Foro de Líderes Gubernamentales de América Latina y El Caribe, organizado por Microsoft en Río de Janeiro, donde compartirá el podio con el gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla. Este viaje a la potencia sudamericana por parte de García Padilla ocurrió en momentos en que el nuevo presupuesto del gobierno federal estadounidense da una partida de $2.5 millones para la celebración de un plebiscito de status en Puerto Rico con la anuencia del Ejecutivo.

Estos eventos muestran mucho de cómo nuestra región se está moviendo y haciendo frente a la crisis económica mundial. Pero, quizás, lo más llamativo de estos viajes, reuniones y foros es el hecho de que mientras el presidente de una república latinoamericana tiene conversaciones de la más alta jerarquía con el gigante chino, nuestro gobernador --sin menoscabar, claro, sus esfuerzos de promocionar a Puerto Rico como destino de inversión de alta tecnología-- solo puede optar a ser invitado a eventos internacionales orquestrados por la empresa privada donde, claramente, figurarán líderes de mediana jerarquía. Aunque mal le caigan las comparaciones a ciertos sectores de la Isla, la realidad es que la diferencia entre los esfuerzos peruanos y puertorriqueños para atraer inversión pública y privada es abismal. La explicación para este problema incide en el tema de la falta de poderes políticos soberanos que sufre Puerto Rico.

El status. Ese es el caballito de pelea y ahora cae como salpicón el hecho de que el presupuesto de Estados Unidos contemple una partida para la celebración de un plebiscito. Esto no es malo en sí y hay que celebrarlo como un importante avance de la política de la Casa Blanca de Obama a darle mucha más seriedad al centenario problema colonial boricua. El único detalle que quizás se ha escapado de los primeros reportajes es que la soberanía nacional puertorriqueña no está secuestrada por el Ejecutivo, sino por el Legislativo. Del Congreso es que debe salir la ley que pueda efectivamente vincular los resultados de la participación de los puertorriqueños en dicho plebiscito a un proceso federal encaminado a la descolonización. Y en lo que esa nueva votación se va definiendo, vaya usted pensando qué opción debe ayudar más a la Isla para concretar un verdadero arranque económico. Los datos actuales y su conciencia le dará la respuesta.