Papi, si yo fuera gay, ¿Me querrías?

Creativo


altJuan, un joven adolecente de escuela superior,  finalmente tomó la más valiente e importante decisión de su corta vida.  Decidió compartir con sus panas más íntimos (as) que estaba seguro de ser gay... Por mucho tiempo estuvo con la angustia y la incertidumbre de compartir tan importante secreto con ellos(as). Tuvo miedo, mucho  miedo... Pero cada día que pasaba, Juan veía cómo  cada  uno(a) de ellos(as) le compartían toda clase de intimidades y problemas...

Sin embargo, él que sentía tener el más importante secreto del mundo,  no lo compartía con sus mejores amigos(as)... Juan sentía tanta angustia y miedo.. Los días se le hacían largos y extenuantes... El sentimiento de temor era terrible... Su mayor temor era que lo rechazaran como a tantos otros que antes habían compartido su mismo secreto con los demás. Juan temía profundamente que cuando sus panas lo supieran, las cosas no volvieran a ser igual; que no confiaran más en él...

Pero un día  Juan se dijo: “todos(as) son tan especiales conmigo; son tan valientes y seguros(as) de sí mismos(as). ¿Cómo podrían herirme por ser yo mismo? ”

Aprovechando una ocasión donde todos(as) estaban reunidos(as)  y en un momento de silencio, Juan les lanzó su más profundo secreto... La reacción del grupo no se hizo esperar. Fue una avalancha de abrazos, besos y  expresiones de cariño como nunca antes había sentido. El grupo entero se fundió con él en un abrazo espectacular. Todos(as) se sentían tan orgullosos(as) de que Juan hubiera confiado en ellos(as); que les hubiera compartido algo tan íntimo de él.

De todo el grupo, Rafael era uno de los mejores amigos de Juan. Luego de varios días, Rafaél todavía seguía emocionado por la confianza que su amigo Juan había depositado en todos(as) ellos(as)... Rafael estaba tan alegre que una tarde quiso compartir su experiencia con su padre. Pero no lo hizo, pensó un momento y se dijo: “¿Cómo lo cogerá? ¿Cómo reaccionaría si fuera mi historia?”

Típico adolecente, Rafael decidió ser tan arrojado como su amigo Juan. Aprovechó la cena familiar del domingo. Todos hablaban de diversos temas, se reían y  comentaban de todo un poco. El joven adolecente aprovechó un espacio y le preguntó alto y claro a su padre: “Papi, si te digo que soy gay, me querrías...” Un silencio escalofriante arropó la mesa... Una voz del otro lado de la mesa rompió el silencio y dijo: “¡Eso es una abominación!” El padre cogió la palabra y dijo: He tomado más tiempo en pensar, por que he querido escoger bien mis palabras. La voz de otro lado de la mesa trató de intervenir de nuevo, pero el padre en tono enérgico la detuvo diciendo: “Rafael, quiero que sepas que por nada, ni por nadie, dejaría de quererte... Sabes que siempre he estado orgulloso de ti y de tus logros... Nunca he estado tan seguro de eso. Mi pensamiento también se detuvo, al pensar en lo difícil que nuestra sociedad te haría el paso por la vida... Por lo cual te digo: que con más fuerza te apoyaría en todo”. El hijo se levantó y lo abrazó. Todos en la mesa se alegraron y continuaron con sus respectivas conversaciones. A la hora de acostarse, Rafael le dijo muy emocionado a su padre: “Sabes, tengo un amigo que es gay; nos lo contó al corillo y todos(as) nos sentimos muy honrados por su confianza”. El padre lleno de orgullo abrazó fuertemente a su hijo. Esa noche le cantó a Rafael, el Ángel de la Guarda con mas ganas que nunca.. El padre sintió una profunda alegría al ver que una sociedad mejor y muy distinta estaba naciendo con su hijo... Nacía una  nueva sociedad  más compasiva e inclusiva...  Ésta nueva sociedad auguraba ser una totalmente diferente a la sociedad dogmática, del dedo acusador y de verdades absolutas en la cual a él le había tocado vivir...

Como dice el cantante: “esta historia que les cuento fue toda una realidad”. Qué tal si en cada una de nuestras familias puertorriqueñas, todos(as) los(as)  jóvenes le hicieran esa pregunta: Papi, Mami ¿Si te dijera que soy gay, Tú me querrías?  Ahora te pregunto: si tu hijo(a) te hiciera esa pregunta: ¿Cuál sería tú reacción?; ¿Cuál sería  tu respuesta?; ¿Responderías a tu hijo(a) como padre; como madre?;  Realmente, ¿A quién pondrías primero(a), a tu hijo(a)?... o a todos(as) los demás?

Si  verdaderamente somos honestos con nosotros mismos concluiríamos que la lucha contra el discrimen por orientación sexual es un acto de amor. Es el reconocimiento y la protección de ese ser tan especial que conocemos y forma parte de toda familia puetorriqueña: son nuestros(as) hijos(as);  nuestros(as) tías(os); nuestros(as) primos(as); nuestros(as) hermanos(as)... Son médicos; enfermaros(as); abogados(as); maestros(as); policías; carteros... Si, todos(as) sabemos que esto es cierto... Lo más hermoso y trágico de todo es que, a pesar de tanto rechazo, estigma y hasta demonización por algunos(as), ese ser tan especial sigue irradiando amor, cariño y sensibilidad para con nosotros. Entonces pregunto de nuevo: ¿Por qué protegerlos del discrimen puede ser malo? ¿Acaso no es lo correcto; lo justo?; ¿No creen que llegó la hora de devolverles y agradecerles todo el amor recibido? Al buscar la equidad e igualdad de género ¿No les parece que es un acto constitucionalmente patriótico? ¿Acaso no es afirmar que realmente todos somos iguales ante la ley?