Inundada

 Poema-carta de Sor Juana a su intelecto:

Me naufragas. Sin tregua,  a la deriva va, acantilada de lestrigones, la leve nave de esta gana submarina que inundas en mí, con tu urgencia anochecida de hacerme verlo todo. Tu empeño insaciable es parte de la morfología de mi anhelo, que no se cansa. Se me entraña el sedimento de tanta querencia, dejándome extenuada y dichosamente infeliz. Cada encuentro, tuyo y mío, me deja  queriendo dibujar la curvatura de tus pliegues y habitarte hasta donde no dé más, pero ¡cómo perplejas mi habilidad para reinventar la felicidad hasta siempre vernos en cariñosa refriega!

En demudada contienda, me arponeas como a un pez, y yo, me dejo, mientras mis ojos recorren el relieve de tus rutas inusitadas. Me horada entonces la luz lunática de una voluntad, sinuosa como talud, de aprehender, desvariada, ufana y atolondrada, tu vuelo, en el vértigo de nuestro beso. Luego me sobreviene la zozobra y quedo encallada en el costado de nuestro afán compartido. Grano a grano muerdo, de a pocos, el arenisco banco de nuestro vértigo, tálamo de nuestro enamorado denuedo. Mas, aquí me tienes, otra noche más, desapercibidas las defensas, erguido, en su desnudez, el mástil de mi ansia, siempre listo para enarbolar las velas de tu movimiento.

La autora del poema es profesora de literatura latinoamericana en Marquette University, Milwaukee, WI, U.S.A.