El desafío de la acción exterior como estrategia de crecimiento económico, Parte I.

Política

En los últimos meses como parte de la estrategia oficial de reactivación de la economía, la Secretaría de Estado ha comenzado a establecer una red de acuerdos de cooperación con estados de la región que son parte del sistema internacional como Perú, Costa Rica y Guatemala, entre otros. Lo interesante es que este proceso de concertación política se superpone a otras iniciativas de internacionalización comercial lideradas por agencias de gobierno y sectores de la sociedad puertorriqueña y grupos de intereses, ejemplo de esto ha sido la Asociación de Industriales.

De estas iniciativas, las únicas que remiten al tema del crecimiento económico son aquellas que tienen como objetivo la cooperación para la creación de bienes, empleos, servicios y nuevas empresas nacionales. Un renglón que no cae necesariamente dentro del mandato de las agencias que promueven la internacionalización de nuestras empresas o el movimiento de flujos de inversión.

Mientras corre este proceso de regionalización comercial, en la cooperación e inserción regional que encausa el Departamento de Estado parecen entrelazarse dos modelos que han estado en boga a nivel regional latinoamericano y caribeño al menos por los últimos 30 años. En el primer modelo la Secretaría de Estado se proyecta como un global trader que utiliza las relaciones con países seleccionados para crear producción, insertar bienes y servicios nacionales existentes en lo que deberían ser cadenas globales de valor. El segundo modelo parece ser el de la Secretaría de Estado como agente político en que es el motor de una agenda de internacionalización que busca mitigar vulnerabilidades estructurales y construir una personalidad internacional autónoma.

La articulación de ambos modelos presenta retos monumentales tales como la manera en que se va a centralizar el proceso de regionalización en marcha desde amplios sectores dentro de un objetivo y un proyecto regionalista promovido y difundido por el Departamento de Estado, y la manera en que se va a establecer cierta reciprocidad con los países que han firmado o negocian acuerdos con Puerto Rico. De la consolidación estratégica de ambos modelos dependerá en gran medida el éxito y la resiliencia de este proceso.

A manera de ejemplo, el modelo de global trader de Chile ha sido el más exitoso en la región después que se articulara a partir de la década del setenta y que a su vez ha definido sus relaciones internacionales como agente político con una tímida, reticente y paulatina integración a su región natural durante el periodo de redemocratización. La apertura chilena al comercio exterior se ha hecho en conexión a otras economías complementarias que no amenazan la producción y los servicios chilenos. Esta política de regionalismo abierto se ha ejecutado de forma centralizada desde la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería Chilena que le ha dado un gran grado de efectividad al punto de convertir la economía chilena en la más diversificada de Latinoamérica. La diversificación presupone una orientación de las capacidades productivas hacia la internacionalización, que Chile ha engranado muy bien en su modelo de regionalización de cadenas productivas nacionales orientadas hacia la exportación. En economías de menos escala se ha encausado la creación de empleos, bienes y servicios nacionales por medio del establecimiento de empresas de capital mixto (foráneo y nacional) en lo que las experiencias de la Organización de Estados del Caribe Oriental sirven a manera de ejemplo con su creación de empresas mixtas dentro del sector petrolero en la iniciativa Petrocaribe.

Otro reto es el principio de reciprocidad. Puerto Rico en relación a la comunidad internacional no esta protegido por el principio del Derecho Internacional de la reciprocidad que sí disfruta Washington. Cosa que obliga a Puerto Rico a dedicar esfuerzos considerables en el monitoreo y ejecución de los acuerdos de cooperación dentro de los laberintos de las cancillerías latinoamericanas y caribeñas. La falta de capacidad de reciprocidad de Puerto Rico podría lacerar sus intereses a largo plazo en los países con los que está firmando acuerdos, panorama que se complica con la densidad de las relaciones bilaterales y regionales preexistentes de estos países con otros estados soberanos.

Pero no todo es desesperanza en este relato. En este panorama parece existir un espacio de acción debido a que EEUU no tiene un marco legal que le obligue, o no, a dar cierta autoridad a Puerto Rico en sus tratos exteriores como gobierno local. Por otro lado, Puerto Rico esta en la agenda de America Latina y el Caribe por cuestiones históricas y ancestrales según se dejó ver en la última cumbre de la CELAC en la que se nos reconoció a nivel hemisférico cierta autonomía identitaria. Entre el reconocimiento por organismos internacionales de Puerto Rico como nación latinoamericana y caribeña y la prerrogativa que tiene el Ejecutivo Estadounidense actual en la delimitación de las áreas de acción exterior del Gobierno Puertorriqueño existen radios de acción exterior para el crecimiento económico, primordialmente en el área de la cooperación productiva, la atracción de inversión exterior que genere empleos, nuestra inserción exterior como eje de la I+D regional y la creación de cadenas regionales y globales de valor.

Las oportunidades de Puerto Rico se siguen ampliando. Valga mencionar que ante la crisis de la arquitectura financiera global los gobiernos locales están comenzando a emplear amplias potestades internacionales aunque no estén revestidos de soberanía, tal es el caso del acuerdo bilateral firmado entre Estados Unidos y el estado de Sao Paulo de la Republica Federativa de Brasil que fue aprobado por Itamaraty (Cancillería Brasileña) y que promete replicarse con gobiernos locales de Francia, Alemania y Canadá. Ante estas tendencias subnacionales que se imponen hoy en el sistema internacional es imperativo que la búsqueda de nuevos circuitos comerciales y de exportación para los empresarios y la producción de bienes y servicios puertorriqueños estén en sintonía y en línea con el modelo de inserción internacional de la Secretaría de Estado. Esto debe ser una prioridad de política pública para todas las agencias concernidas para que en efecto podamos llenar estos espacios disponibles en las cadenas de valor globales.

Uno de los grandes debates en las Relaciones Internacionales ha sido el peso de las estructuras políticas y económicas sobre la agencia de hombres y mujeres que son gestores de intereses nacionales. Sea Chile o Puerto Rico, la voluntad política y el tesón son las recetas para el crecimiento y el desarrollo. En la segunda parte de este artículo discutiremos las formas que ha tomado en America Latina la inserción productiva de empresas en las cadenas globales de valor y que han logrado crear empleos y riquezas.