El pasado 25 de noviembre, escritores de varios países latinoamericanos fuimos invitados a compartir con los estudiantes del Broxn Community College, como parte de la novena edición del Festival de Nueva Poesía, auspiciado por la organización cultural Poetas en Nueva York.
En el más antiguo de los recintos de este tipo del City University of New York (CUNY), poetas de Bolivia, Colombia, República Dominicana y Puerto Rico, reflexionamos durante una hora acerca del arte y la poesía: el impacto de la palabra.
El boliviano Guido Ernesto Cabrerizo, los colombianos Raúl Martínez, Christian Cuartas, Blanca Irene Arbeláez y Pedro Arturo Estrada, la dominicana María Palitachi y los puertorriqueños Yasmar Cruz y este servidor, Carlos Esteban Cana, leímos una muestra de nuestra poesía a los jóvenes que asistieron a este evento moderado por el Catedrático, y también dramaturgo, Carlos Manuel Rivera.
En una próxima entrega de mi columna Aquí, allá y en todas partes, reproduciré el intercambio que destiló tal encuentro. En esta nota, sin embargo, quiero compartir las cuatro piezas que incluí en el recital (dos que circularon impresas y dos que fueron declamadas). Dediqué mi participación al escritor boricua Abniel Marat, que había fallecido en esos días. Por lo anterior, la presencia de “Paraíso” en esta selección, un poema que gustaba al amigo y dramaturgo.
Alguien me ve y grita
Alguien me ve y grita:
¡silencio!
ahí viene un poeta
con palabritas arenosas
yo sonrío
desconoce si vengo de la playa
o el desierto
de Instante de vida
*
Solo
Solo
En las sábanas que toman la forma de nuestros cuerpos
Pienso en ti
Busco entonces…
Sosegado,
El respiro amplio,
Las palabras del monje vietnamita
encuentran mis ojos, la mirada,
y una vez más
susurran consejos de alegría y firmeza,
compasión, no indiferencia,
en resumidas cuentas aquello del amor en libertad;
eco suave de lo que hoy deja ecuánime un hexagrama
semejante a versos antiguos, memorizados…
(pasajes proféticos de Gibrán)
acerca de la melodía que intentamos,
en medio de las sombras propias y este torrente cotidiano
el aire que se mueve
entre las cuerdas…
de Ahora (poemas que celebran tu cuerpo)
*
Paraíso
Cruzas el umbral y lo haces firme.
Atrás quedan la ignorancia y la prepotencia;
el impetuoso deseo Del que Manda.
Te desplazas silenciosa. Tu pie recibe
la caricia de la hoja caída que amortigua el paso.
Un rayo magnifica tu sombra. Te sientes libre,
aún cuando los ecos del vozarrón
vibran en la espesura.
No hay motivo que te impulse a mirar atrás. La
luz oblicua sirve de vigía. El nuevo rumbo está iniciado.
Sin tristezas ni resentimientos
acometes. ¿Y la sentencia?
¡Qué importa el dolor cuando hay certeza!
Cruzas el umbral mujer, y una tenue sonrisa
te pone al descubierto. La gnosis revela.
La iniciativa parió el gesto.
El sabor que aún se paladea pactó la ruta apenas iniciada.
Ahora te alejas, victoriosa, y custodias,
celosamente, el Secreto.
No es posible expulsarte de lo que llevas dentro.
de Esa extraviada poética
*
Omega
Que la última lección sean flores
con pétalos rosados
en la gravilla gris
de mi destino
Que la última lección sean flores
Que la última lección sean flores en el camino