José Rabelo: Conversación en Datovia

Crítica literaria
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Soy el último en tu camino

la última primavera y última nieve

la última lucha para no morir.

Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.

-Paul Eluard



Una carta de Ivanos Vitale. Una visión expuesta: en Datovia nunca anochece, porque de una manera u otra, persiste el filamento de la luz. El sentido extendido de la claridad no es un discurso; es una distinción que conmueve un mágico despeñadero de palabras, y todo empieza a suceder, a describirse, a fundirse en patente de autenticidad. Datovia puede ser una tierra humana y dueña de poesía; puede ser de la poesía, su habitante, su redentor o impresor. Quizá, en ese sueño del escritor que intenta transitar por la vida, con su valija única, su escarcha donde la luz fabrica cercanías y distancias, su diapasón puro para el día y la noche, Datovia no solo es una respuesta, es un destino innegociable.

Ivanos Vitale así lo entendió bajo la palabra de José Rabelo.

El espacio-tiempo es el modelo matemático que combina el espacio y el tiempo en un único continuo como dos conceptos inseparablemente relacionados. En él, se desarrollan todos los eventos físicos del Universo, de acuerdo con la teoría de la relatividad y otras teorías físicas. Pues bien, apliqué este concepto para una entrevista que deambulaba campante entre el autor de “Cartas a Datovia” José Rabelo y yo.

Fueron circunstancias, fueron viajes malheridos entre la vivencia y el ánimo pero esa visita a las letras de Rabelo nunca se olvidó, al contrario, permanecía en esa masa estelar de las buenas letras, de las figuraciones exactas, del horizonte que, se va cercando hasta tomar una forma imposible de rechazar. Así que esta conversación empezó hace unos tres años atrás, en Datovia, bajo el aire de un solo rostro, bajo un cielo imparcial entre el azul y lo increado, bajo el tranquilo café que en sus sorbos acostumbra mirarse entre palabras.

“Desde los ocho años sentí la provocación por escribir.-comienza a decirnos José Rabelo- creo ver el inicio de esta motivación después de mis primeras lecturas en la Biblioteca Familiar del Colegio Universitario de Cayey. Un día preparé unas tarjetas (index cards) dobladas a manera de librito, lo forré con papel de construcción anaranjado, le puse un título a lápiz y así publiqué mi primer cuento de manera artesanal, dicho sea de paso, todavía lo conservo.

Los primeros autores no los recuerdo porque me captaron temas generales como arqueología, astronomía e historia. Ya cuando llegué a séptimo grado fue que descubrí los viajes e inventos de Julio Verne, las aventuras de misterio de Enid Blyton y a Isla Cerrera de Manuel Méndez Ballester. Mi maestra de español de ese grado me presentó dos relatos de uno de mis escritores favoritos, Jorge Luis Borges. "El milagro secreto" y "Emma Zunz" causaron una fuerte impresión en mi mente de 12 años.

Después de aquella incursión artesanal a los ocho años, escribí otros relatos que se perdieron, pero dediqué más tiempo a escribir obras teatrales para los programas de la iglesia. Primero eran dramas protagonizados por niños y luego los personajes fueron adultos. En la universidad esperaba con ansiedad los certámenes literarios aunque estaba de lleno en la facultad de ciencias naturales. Siempre me gustaron los misterios de la vida y mis primeros intentos lo constatan. En los dramas siempre incursionaba en terrenos fantásticos para presentar una realidad social. Pero el cine fue otro de mis intereses. En mis experiencias como cineasta me fascinaba crear mundos nunca antes vistos. Recuerdo una vez cuando nos reunimos un grupo de amigos para hacer un cortometraje basado en "El almohadón de plumas" de Horacio Quiroga. La parte que más disfruté fue la representación del párrafo final del cuento: "Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma."

Manifiesto igual es la poesía como la narrativa. Cada una tiene su universo de expresión y con el mismo fin, que es exponer las esencias del hombre, claras y a la vez distintivas. En este café de Datovia, que puede llamarse Rodin, Eluard, Diderot, la visita de la palabra hace su camino. “En la escuela crecí entre canciones, poemas y cuentos. Entre amigos realizábamos competencias para ver quién leía más y hasta nos aprendíamos poemas y fragmentos de novelas... Ya se podía notar "cierta perturbación sicológica con inclinaciones literarias" no muy común para un adolescente. En la escuela aprovechaba todos los trabajos de la clase de español para leer nuevas novelas y escribir cuentos. Con el tiempo me di cuenta de mi inclinación por narrar. En esa época, durante la escuela superior, no escribí poemas, me gustaba leerlos, escucharlos y aprenderlos. Solo escribí cuentos y obras teatrales, ya en mi tiempo libre en el Recinto de Ciencias Médicas incursioné en el estudio de los guiones de cine. Ese era mi deseo primordial, escribir para cine o ser director de películas. Tomé cursos, talleres, realicé cortos, escribí largometrajes y hasta fui extra en una película con Sylvester Stallone y Antonio Banderas (Assasins, 1995) filmada en San Juan. Moraleja: escribir un libro es más factible que tratar de convertir tu guion en una película. Y así, tras un largo trecho llegué a publicar mis primeros dos libros (Cuentos de la fauna puertorriqueña y Los libros de Baltasar) de manera independiente en el 2002. Como no quería a mis libros huérfanos me inventé un sello editorial, Ediciones PayaLila (Paya y Lila eran los dos apodos de la abuela que me crió, quien me hizo los primeros cuentos durante la niñez)”.

Entonces llegamos a Datovia. Allí estaba José Rabelo, frente a su primera novela. Nos habla del proceso creativo, del viaje escondido que todos los días solicitaba permiso para revelarse, crear una tierra y una estirpe con la rúbrica de los libros.

“Cartas a Datovia fue mi primera novela corta en la cual me inventé un país en donde todo gira en torno a la industria del libro. Desde ese Datovia me percaté que mi proceso creativo forzosamente tenía que llevar siempre una invención, era como si la vida real no tuviera sentido, sentía que debía crear una nueva realidad para meterme en esa verdad de la ficción. En este proceso trato de observar alrededor y deformar de manera creativa lo que me rodea. Para Los sueños ajenos hice lo mismo; me introduje en el mundo desconocido del coma para idear mediums capaces de comunicarse con los vivos, extraditores de almas e investigaciones científicas basadas en los sueños como minas llenas de vetas de ideas. Como escritores nos colamos por las fisuras creadas por la realidad para entrar a mundos escondidos dentro de este que conocemos.

Vladimir Nabokov ya había presentado un concepto parecido al que te trato de explicar: "debemos tener siempre presente que la obra de arte es, invariablemente, la creación de un mundo nuevo, de manera que la primera tarea consiste en estudiar ese mundo nuevo, con la mayor atención, abordándolo como algo absolutamente desconocido, sin conexión evidente con los mundos que ya conocemos".

Sobre la temática de su obra infantil premiada con el premio Barco de Vapor 2013 “El Club de las Calamidades” nos expresa; “acerca del argumento en el texto ganador del Premio El Barco de Vapor te puedo decir que está relacionado con el tema del acoso escolar, en este caso, acoso social. Un grupo de adolescentes de séptimo grado se encuentra excluido de los clubes escolares por no tener piscinas en sus casas. Además, una de las protagonistas es bajita, otro obeso, uno de los chicos es extranjero con un acento muy marcado que genera burlas cuando habla, una de las chicas es gótica y el restante de los muchachos siempre anda en otra nube perdido con sus historias. Por eso desarrollan Club de calamidades, una organización estudiantil para crear cuentos a diez manos y tienen el reto de escribir su primer relato en siete días para leerlo ante el grupo como una prueba para ver si se puede instaurar como un nuevo club escolar. Club de Calamidades presenta temas para sensibilizar a los lectores acerca de varios problemas sociales y con este libro pretendo dar la idea de la formación de organizaciones o clubes literarios para estimular, primero, la lectura y la creación literaria como posible consecuencia. En un país en crisis, el arte (en este caso, la literatura), es siempre un aliciente.”.

Y ahora más que nunca la Literatura Infantil toma una vigencia como protagonista aspirante al promover el cambio social, el mensaje es palpitante, veraz, franco a la conciencia. Usando el teorema de Anton Bruckner “Aquel que quiera construir torres altas deberá pasar mucho tiempo en sus fundamentos" Rabelo esboza un modelo de participación; “Pienso que la literatura infantil es parte importante de ese fundamento. Las civilizaciones ancestrales de aborígenes australianos educaban a sus hijos en cuevas adornadas con pinturas rupestres en donde se narraban fábulas acerca de los peligros que representaban los ríos y los bosques. De noche, infinidad de tribus en otros lugares reunían a sus jóvenes para narrarles leyendas y gestas para brindarles conocimiento acerca de sus tradiciones. Hoy día, en algunos países nórdicos, las clases se inician siempre con un cuento y todo el plan educativo del día se basa en ese relato. Las historias, además de divertir a los niños, tienen cierto componente para estimular el intelecto y despertar la imaginación, un elemento indispensable para el avance de la humanidad. La literatura que leen nuestros niños es su primer encuentro con las lecturas que harán de adultos. Soy de los que piensa en la libertad literaria a edad temprana; no obligues a un niño a leer, solo estimúlalo y dale libre selección en sus lecturas. Hay sistemas escolares con la capacidad de brindar varias alternativas de lectura para cierto nivel. En algunos casos los estudiantes eligen uno de tres libros, el más llamativo a sus intereses. Se ha visto que muchos de los estudiantes terminan leyendo los tres por curiosidad o por recomendaciones de los otros compañeros escolares”.

José Rabelo, dermatólogo y escritor, nos presenta un panorama literario lleno de grandes expectativas y a la vez, preparado para rebasar las divergencias y contrariedades; “La literatura puertorriqueña está pasando por un proceso de alta productividad desde libro impreso, artesanal hasta el cibernético. Las redes sociales han ofrecido un medio para promover el sinfín de actividades y hasta los blogs dejan ver una muestra del vasto trabajo en este campo de las letras. En las librerías y centros universitarios se vive día a día esta efervescencia de letras en todos los géneros al ser portales para las constantes presentaciones y tertulias literarias”. Por otro lado confronta a los nuevos escritores con unos retos y expectativas urgentes; “A estas alturas del siglo XXI, todavía hay personas que nos confunden con Costa Rica, otros no saben dónde queda Puerto Rico, muchos piensan que los puertorriqueños hablamos o escribimos en inglés y en Europa creen que todos los escritores de esta Isla cultivan solamente el realismo mágico. Es cierto que tenemos muchos escritores reconocidos más allá de estas paredes oceánicas, pero todavía nos hace falta más exposición en el extranjero. Ante nuestra ausencia de embajadas tenemos que aprovecharnos de los certámenes, eventos literarios y ferias de libros en otros países. Necesitamos desarrollar al representante literario para salir de estas fronteras o desarrollar más sociedades para la promoción de la literatura puertorriqueña”.

Y en se paisaje datoviano, donde queda luz multipresente, sin miedo, corregidora y noble deja a los nuevos tinteros una esencia que los llevará a la escritura; “a los nuevos escritores les sugiero mucha lectura, paciencia y disciplina. El talento encuentra su camino con estos tres motores. No entren a la literatura en busca de fama o lucro, si tienen estas metas se frustrarán muy pronto. No cedan ante la crítica o por la indiferencia ante su obra. He conocido escritores destruidos por una reseña o desanimados por los comentarios de otros escritores. Tras esta experiencia tienen que levantarse porque hay otros personajes en sus mentes también con "derecho a la vida". Crean en lo que escriban, pero sobre todo, sean ustedes mismos”.

Así debe ser la idea exacta de hacer de la escritura un axioma por excelencia.

Partir desde Datovia con una letra legítima en los labios.