Las Fiestas de la Calle San Sebastián: ¿Una fiesta de familia?

Cultura

Se acabaron las Fiestas de la Calle San Sebastián. También, pasó el día del prócer de los EE.UU., Martin Luther King. En fin, se define la marca que la jornada de las llamadas Navidades advino a su fin. Y, entonces me pregunto, ¿qué debemos de hacer ahora? ¿Nos vamos a trabajar? ¿Volvemos a la universidad? O, mejor aún, ¿nos quedamos reflexionando a la espera de las próximas fiestas?

Es curioso, nosotros en esta Isla del Encanto, invertimos mucho en pasarlo bien. Realmente hablando, y sobre todo con todo el año 2014 de frente, lo que buscamos es cómo encauzar nuestras energías que nos provoquen un mayor goce y disfrute. La pregunta de rigor es: ¿Si ese goce y disfrute tiene algo que ver con la búsqueda de la enajenación colectiva o si por el contrario, tiene que ver con la intención de vivir el presente en su mayor intensidad?

Durante la última jornada de las Fiestas de la Calle San Sebastián, el domingo pasado, en las apiñadas calles del casco de la ciudad, observaba a familias enteras, desde los nietos hasta los jóvenes adultos mayores, participar intensamente de la música, la algarabía y un acto de descontrol necesario. Entonces me acordaba de las palabras de la Alcaldesa Carmen Yulín Cruz, cuando vociferaba con antelación a las fiestas, que las mismas estaban dirigidas para el disfrute de la “familia”. Siempre me quedé pensando en esa “familia”, y sobre todo cómo sería su “disfrute”.

Pienso que entre lo que vi y lo que aludió la alcaldesa hay una gran diferencia. El concepto de pasarlo bien en familia, es uno tan genéricamente conservador, que muchas veces uno piensa en papá, mamá y dos hijos o hijas, que van vestidos de una tienda de ropa americana; que se lavaron el pelo y lo tenían aún mojado. Sobre todo, que se comportan con mesura, no tienen excesos y más que nada, saben decir con mucha prudencia “cuando se pasa la llave”.

Sin embargo, las familias que vi en el último día de las fiestas, no reflejan ese sentido monolítico de la familia. Vi muchas familias de equidad, vi a muchas familias con jefatura de mujer, y sobre todo vi muchas familias que participaban de todos los excesos que las fiestas podrían proveerles. En particular, los excesos al consumo de alcohol. Lo que sí vi, es que la gente estaba contenta, pasándola bien y lo menos que le preocupaba era la noción que de ellos tuviera el estado.

En fin, que cada vez que los gobernantes me indiquen que se trata de una actividad familiar, habré de poner dicho comentario en la categoría de sospechoso. Creo que nosotros el pueblo tenemos prácticas culturales mucho más complejas de lo que constituye la familia contemporánea en Puerto Rico.