La justicia como espectáculo: Casellas y La Comay

Cultura

Fue muy curioso, pero varias organizaciones de periodistas le pidieron al Tribunal Supremo de Puerto Rico que les permitiera transmitir en vivo el momento en el jurado rendía su veredicto en el caso de Pablo Casellas. El recurso petitorio fue presentado ayer en la mañana, y consistentemente con otras decisiones similares, en el día de ayer el Tribunal denegó la petición. La razón es un tanto compleja, pues el experimento de transmitir en vivo los procesos judiciales se encuentra solo en una fase experimental de evaluación y, por otro lado, se ha limitado a casos de recursos extraordinarios, por ejemplo los interdictos. Sin embargo, en casos criminales donde hay testigos, se ha planteado no transmitir dichos juicios. La razón: para evitar perjudicar a los testigos.

El caso en contra de Pablo Casellas, al día de ayer, ya no tenía testigos. Por el contrario, estaba en su fase final de deliberación del jurado. Lo que sí había era un alto interés público -en mi impresión- de ver ese momento en que finalmente lo declaraban culpable. Los familiares de Pablo Casellas, como los familiares de la víctima, Carmen Paredes, asistieron al proceso. Pero también asistieron a este proceso muchas personas que no tenían nada que ver con el juicio porque simplemente querían ver ese momento en que lo declaraban culpable.

En algo, el final del juicio contra Casellas dejó de ser un acto que afirmaba el valor de la justicia y se tornó en un evento carnavalesco, en un espectáculo. En esta medida, los periodistas no ayudaron a afirmar una mejor justicia, sino entraron en la lógica del espectáculo, de la “ejecución” pública, en fin, de exponer al delincuente y su cuerpo “mutilado” al escarnio público. De algún modo, y luego de un año sin el programa de chismes de SuperXclusivo de La Comay, reproducimos sus lógicas de la destrucción del otro por vía de la denuncia y la ridiculización pública.

En fin, que toda víctima merece que los procesos judiciales a su favor sean llevados a cabo de forma justa e imparcial. La sobreexposición de un juicio al crisol público por vía de los sistemas de medios de comunicación no avala a una mejor justicia. Solo avala a la cultura del espectáculo, que en el caso de Pablo Casellas demostró que los prejuicios sociales populares se impusieron promoviendo un “show”. Terrible.