Miguel Ángel Torres: el resplandor contrario

Crítica literaria
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“…denle un hueso al perro 

para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo,

el mensaje...
él ha muerto…”

W.H. Auden

Funeral Blues


Las nubes escapan. No hay sol, pero tampoco llueve. El día es grandemente azul. No hay sonido pero sería imposible decir que hay silencio. Una mujer en la cama, pero no hay nadie. Lámparas a fuego bajo, pero el incendio crepita tanto, que ya es un reino. Cosas. Sitios. Lugares. Ánimos. ¿Todo eso es poesía? ¿Acaso son desconocidos los resplandores contrarios? Acabo de regresar de una estampa hábil en mostrar el otro río de sus naipes, o como en un secreto, comienza a desdoblarse en un oficio diario; desdoblamiento verbal y astral, para iniciar el lúdico pájaro que siempre se nos escapará. Poesía, a veces sin el nombre exacto de las cosas. Escribir anverso, escribir en contralto, sin apenas cantar a media voz, o mejor decir, ser un poeta libre y soberano sobre la idea de la imagen, sin perfil seguro, pero deseado, abierto, fulgurante. Repito, acabo de regresar de una estampa de W.H Auden, poeta adormecido en las grandes orillas de hierofantes. Era un creador de lo increado. Nunca terminó. Es imposible que acabara. La poesía traspasó su cuerpo, su nombre, sus cenizas, su andar y su alma. Al otro lado no hay nada, perdón, me equivoco, hay un universo paralelo, sin él, y con su enorme poesía. Auden, poeta nacido en Inglaterra y establecido en Estados Unidos en el 1939, escribió un poema que mi memoria convirtió en refugio y rumbo.

Epílogo, poema magistral que habla del lugar del poeta y la poesía en el mundo nos dice a su mejor manera:

“El tiempo te ha enseñado

cuanta inspiración

te aportaron tus vicios,

la deuda de la imaginación

con la tentación a la que cediste,

que más de un hermoso verso expresivo

no habría existido,

si hubieras ofrecido resistencia:

como poeta, tú sabes que es cierto,

y aunque en la Iglesia a veces rezas

para sentirte contrito,

no funciona…”

(Epílogo)


Otra vez el hombre, hermoso o arbitrario, abismal o divino, súcubo o ángel roto-usando el concepto Truman Capote- se muestra ante el poema y la poesía en todas sus confluencias y (sin)razones. Bueno, de aquí partimos para acercarnos un poco al mundo creativo de Miguel Ángel Torres, vanguardista natural, franco, comprometido, libre, y su propuesta poética reunida en su primer libro Otra Cosa es Lo Mismo, bajo el sello editorial de Casa de Los Poetas. Con Miguel Ángel, iniciamos un ciclo de entrevistas con una serie escritores publicados en esta casa editorial cuya puesta en imprenta nos resulta abarcadora, brillante y de ruptura, palabra subversiva, pero tan necesaria en estos tiempos donde se necesita un cambio y una nueva manera de decir las cosas.

Miguel Ángel Torres descorre el telón de su anverso creador. “El acto de escribir, en sí mismo es un trance, un arrebato, una frecuencia casi esquizoide; donde la sinestesia rige el control y hace que distorsione mi percepción de la realidad desde el lenguaje mismo. No amo la poesía, nunca la he amado, solo me obsesiona… Eso es una explicación más o menos dramática para decir simplemente que, la poesía me hace sentir normal. Muchas veces yo provoco ese trance, aunque no sepa de qué voy a escribir durante ese lapso de tiempo.

No siempre vi o viví la poesía de ese modo… cuando comencé (de adolescente) a escribir poemas, quería tener control de todo, ahora (hoy) el poema es quien dicta su propia ruta, yo solo lo sigo hasta que el decida soltarme. Y literalmente, detesto regresar a ellos una vez los terminó. Para mí, la belleza de la poesía está en el acto mismo de escribir… volver a leerlos es como un funeral, donde uno es el muerto y a la vez el velador. No puedo mencionar solo autores que marcaron o que nunca se marcharon. Habitan en mí, músicos, pintores, escultores, actores, poetas. Todos danzando a la misma vez: Magritte pinta a Pales Matos, Pales Matos le escribe a John Cage, John Cage le compone a Chaplin, Chaplin interpreta a Brancusi y Brancusi esculpe a Nijinsky, mientras este teje con sus pies una Rayuela sobre un libro… algo así: “un vente tu” y a veces se invitan otros sin uno haberlos invocado… La verdad es, que son muchos más nombres…

Aunque para serte honesto, me sugestiona muchas veces más las ciencias que las artes. El mundo de las partículas subatómicas, el misterio de la mecánica cuántica, por ejemplo. Eso es un mundo tan desconcertante como bello. Y como muchas veces no comprendo la lógica matemática de esos procesos, provocan en mí ese deseo de querer describirlo con poesía. Casi siempre prefiero leer un buen libro de ciencias, un artículo de alguna investigación científica reciente, etc”.

Casa creadora llena de imágenes, con aire pulsador, puede ser John Cage en su zaga del silencio-recuerdo con cariño su libro Silence: lectures and writings publicado en el 1961 y su estadía en La Universidad de Puerto Rico-Chaplin encuadernado con Brancusi, arte con arte, ciencia y contemplación, presagios de signos.

Sobre narrativa y poesía nos comenta; “Académicamente, las aproximaciones técnicas entre un género y el otro puede decirse que son distintas, aunque compartan procesos creativos similares. Creo que la narrativa exige más definición y precisión en la ruta conceptual de su desarrollo. La poesía puede ser más libre o flexible y quizás, al ser más libre, puede incluir cualquier género literario: descomponerlo, romperlo, redefinirlo. En mi poesía creo que existe o coexiste de todo; pero esa es solo mi opinión, no es una sentencia”

Otra Cosa es Lo Mismo. ¿Escapista? ¿Reto a la imaginación? ¿Pleonasmo? Nada de lo dicho aplica. Yo veo un joven poeta sumergido en el limpio cuadro de su interpretación poética. A Luis de Góngora no se le hizo fácil sus Soledades libro de interpretación por excelencia en la legendaria Generación del 27. La poesía provoca, no acoge.

Sobre el proceso creativo de su primer libro nos dice; “No creo que tuvo un comienzo, o mejor dicho, no podría identificarlo… y como tal, no creo que tenga un final. El libro ha sido un proceso dentro de un intento, una posibilidad dentro de otra y de otra, a lo muñeca rusa. No tiene una ruta conceptual específica, aunque sí existen elementos que se repiten a largo del mismo; como el tema de la amada, por ejemplo… que casi todo el mundo toca (o el amado). El título nace de una ironía, de un antagonismo, de un cinismo, de un sarcasmo o una irreverencia, ¿una frustración? Y es que, se ha escrito y producido tanto, se han hecho tantos experimentos artísticos, que otra producción más, otra cosa más… sería más de lo mismo.

Mi proceso creativo siempre intenta (intuitivamente) de romper, esquivar, irrumpir, incomodar. Me gusta dislocar conceptos lingüísticos, gramaticales, sintácticos. Dañar la lectura… hacer que la releas… que encuentres algún accidente gramatical... en ese sentido creo que el aparente sin sentido de los dadaístas influye y fluye en lo que escribo. Elementos de la antipoesía se asoman también. A veces me pongo de lado de los que creen que lo feo también es lindo. Me gusta el cliché, lo trillado, y darle otra forma, desarticularlo, no sé…, también me gusta ver pelear en mi mente a Góngora y a Quevedo, a Thomas Alva Edison y a Nikola Tesla… a los hermanos Wright y a Alberto Santos-Dumont. Apuesto a Góngora, a Tesla y a Santos-Dumont. La poesía concreta también está presente en mis procesos, aunque no se manifieste como comúnmente la conocemos. Me gusta moldear el error con cierto morbo de cálculo”.

Músico, pintor, escultor, hay una pregunta en Miguel Ángel Torres que necesita respuesta continuamente y es el acceso desprendido a la infinidad del arte. En él se maduran concepto y tienen el acierto de mezclarse y crear su superficie. Sobre estas facetas y su animación y destino nos declara; “A veces se contradicen y a veces se reconcilian. Cuando estoy desarrollando algún trabajo plástico me detengo, medito, pierdo el sueño, porque no puedo desperdiciar materia prima. Aunque yo no desperdicio tanto; si se daña algo, lo reciclo para otra cosa. El trabajo plástico exige más estructura de tiempo y espacio. La palabra no depende tanto de la materia, ahí me siento mucho más libre e irónicamente, mucho más incómodo. Tal vez porque mi formación académica nunca fue en literatura.

La música se parece más a la literatura, porque de igual manera, no depende tanto de la materia. Puedes hacer música solo con silbar, cantar o golpear cualquier superficie. Yo estudié música formalmente, y eso también ha definido, en gran medida, mi manera de escribir. Cuando escribo siempre pienso en la sonoridad de las palabras, en el golpe, en la entonación. Muchas veces la forma del sonido dictamina la ruta del poema y el contenido queda en segundo plano. Cuando leí por primera vez: “Tuntún de pasa y grifería” quedé marcado y cuando escuché a Juan Boria recitar me quedé sin palabras. Pero para mí, literatura, música y artes plásticas son un mismo discurso. Genero prácticamente los mismos conceptos, lo que cambia es el medio, aunque muchas veces se fusionan en mi cabeza para luego estrellarse contra el papel (o el teclado)”.

Nuestro panorama literario luce nítido, lleno de puentes y nexos con Latinoamérica, el internet es una especie de surtidor de cercanías. Pero tiene también sus oscuridades; “La tecnología definitivamente nos ha acercado al mundo. Es sorprendente la cantidad y diversidad de artistas de calidad que tiene Puerto Rico. Hay mucho escritor joven que se auto gestiona, y gracias a la tecnología han podido publicar electrónicamente sin tener que incurrir en los gastos de editoriales, y han podido llegar a muchas más personas de esta manera. Sí, el libro es nostálgico, lo podemos tocar, sentir u oler. Pero cuando no se tienen los recursos económicos… ¡gracias Internet!

Por otro lado, he tenido la dicha de poder compartir con artistas de diferentes medios: música, teatro, artes plásticas, etc. Y con tristeza debo decir que en la literatura hay demasiados comemierdas, engreídos y sectarios… que todavía creen en la competencia y no en la hermandad… esa actitud hay que erradicarla de la isla, a través del ejemplo opuesto. La literatura, ni ningunas de las artes son deportes. No se trata de ganar certámenes, de proteger a amigos aplastando a otros o de adquirir distinción pública a como dé lugar. Sí, tenemos el compromiso de dejarnos hacer notar, pero solo para darle forma, coherencia y dirección a la cultura y a nuestra historia, por trillado que suene eso. Fíjate, un autor puertorriqueño, que puedo decir que es otra cosa es Guillermo Rebollo Gil… una propuesta refrescante e inteligente”.

Un café verbo a verbo entre Auden y Miguel Ángel Torres. Ocurren fórmulas, ocurre ingenio, ocurre darle otro lenguaje a lo mismo. ¿Existirá lo mismo? No creo, los temas recurren en su órbita gravitacional y el poeta los toca, los seduce, los interpreta, los rememora, o se hace abismo de ellos. Nada puede ser lo mismo; mejor es otra cosa.

Miguel Ángel Torres y otros excelentes autores se presentarán el próximo 15 de febrero a las 7:00 P.M. en la antigua Casa Alcaldía de Caguas actividad auspiciada por el Departamento de Cultura del Municipio Autónomo de Caguas y Casa de los Poetas. 

Miguel Ángel Torres Aponte, o la palabra en el resplandor contrario.