Hay baile en las calles…

Política

La farandulización del proceso judicial no es nada nuevo. ¿Quién puede olvidar las tardes de los ochenta pegados al televisor viendo las Vistas del Cerro Maravilla? “Dígame si es o no cierto que…” Hasta camisetas de la famosa frase vi en las tiendas del pueblo de Bayamón. Crecí con esas vistas, era como algo de todos los días y no lo olvido. Los Estados Unidos vivieron algo igual con el juicio de OJ Simpson. Raza, clase, justicia, sexo, todo estuvo presente en el famoso juicio. Y, claro, farándula. Nosotros ahora tenemos el mejor periodismo de investigación en una muñeca o en sus imitadores. Nosotros, que tenemos el medio de información y de creación de opinión pública en los programas de chismes, ahora vimos otro logro de la conversión de la justicia en entretenimiento.

El caso Casellas nos transportó a los ochenta. El juicio era cosa de todos los días. “Licenciado, ¿y qué cree de Casellas? ¿Saldrá o no?”. Se nos va la vida en la suerte de Casellas, o por lo menos se nos iba la vida. “Culpable”…hay baile en las calles. Me dijeron, ¿Cóóóómo? Gente bailando en las calles. ¿De verdad? Como si hubiera caído un dictador. Cayo el hijo del Juez. Y, ahí, en medio de la incredulidad lo vi claramente. Lucha de clases. Definitivamente el caso de Casellas nos llevó a una confrontación interesante. Los pobres contra los ricos. “Ustedes los abogados siempre defendiéndose.” Así me dijeron varias personas. Casellas se lo merecía. El jurado estaba bien, ese abogado era un pedante. ¿Pedante? ¿Por eso es culpable? Casellas parecía culpable de contratar a un pedante como abogado. Justicia.

Tuve que reponerme un rato. La idea de que había bailes en las calles me pareció ridícula, al principio, graciosa luego y al final sólo me pareció importante. ¿Estará pasando? ¿Se está cansando la gente de la oligarquía o la aristocracia que nos gobierna? ¿Será una venganza de clase? Interesante, definitivamente, la caída de Casellas nos dice mucho más sobre nosotros mismos que lo que pensamos, y no es porque Casellas sea representativo de algo. Este caso, la farándula del juicio, nos recuerda que tenemos graves problemas de conflictos sociales. La pobreza nos ahoga. La violencia es más común que las sonrisas, sobre todo si eres de la clase equivocada.

Hace unos días pregunté en una clase de ciencias políticas qué era la política. Las respuestas de los estudiantes pasaron por decir que era un robo, crimen, mentiras, engaño o simplemente delitos. Estos eran jóvenes de unos veinte años. Esas respuestas nos dicen algo. Perdieron la fe en algo. No es su culpa. Lo importante es percatarnos de que cuando el pueblo pierde la fe y baila en las calles el gobierno perdió su legitimidad. Tenemos un gobierno ilegítimo. Casellas nos lo dejó ver. Se acabó el pan de piquito. La pregunta es si el pueblo se atreverá a hacer lo que hay que hacer.