Los Curas, la separación Iglesia-Estado y la pedofilia

Justicia Social

Realmente hablando son tres asuntos distintos. Los curas de la iglesia Católica, constituyen una importante figura en nuestra cultura, y en particular en nuestras comunidades. La figura del cura, el emisario de Dios en las iglesias católicas, es una posición social que representa mucho en la cultura y espiritualidad criolla. De igual forma, y en el caso de Puerto Rico desde 1898 a la cesión soberana de España a los EE.UU., la separación iglesia y estado, se ha consagrado como un imaginario, en el cual, donde terminan los derechos de uno, comienzan los derechos del otro. En nuestra cultura, no sin contradicciones la separación iglesia-estado se ha intentado sostener.

Ahora bien, ¿qué hacemos cuando miembros del clero católico, que gozan de la confianza de la población, cometen actos de pedofilia? Aquí es donde se complica la cosa, tanto para la iglesia, para el estado, y sobre todo para el pueblo creyente o no.

En días recientes, la iglesia Católica en Puerto Rico, en particular en las sedes regionales o arquidiócesis de San Juan, Arecibo y Mayagüez, se han levantado serias imputaciones de casos de abuso sexual contra menores. Lo interesante es que se trata de casos no recientes, en los cuales y de forma privada la Iglesia Católica llegó a acuerdos con los curas agresores y sus víctimas, no informándose al estado, y sobre todo compensando mediante el pago de compensaciones monetarias a las personas perjudicadas. El estado ha reaccionado, y luego de varios días de tensión, en el día de ayer la Iglesia Católica de Puerto Rico, por vía del arzobispo de la diócesis de San Juan, Roberto González Nieves, como a su vez por el obispo Daniel Fernández Torres, ambos han ofrecido los nombres e información de los curas agresores.

No sabemos porqué, pero el estado ha dependido de la buena voluntad de la iglesia para dar la impresión de que algo está haciendo. Cuando uno escucha los recuentos del arzobispo de San Juan y del obispo de Arecibo, se corrobora la visión de que el estado está jugando a relaciones públicas. Esto en particular, porque los curas implicados no solo fueron destituidos de la iglesia, sino que a su vez en algunos casos cumplieron acciones criminales y civiles llevadas en su contra. En otras palabras, la iglesia había hecho su parte.