Anacaona canta en Macondo: Tributo a Cheo Feliciano y el Gabo

Economia Solidaria

Habrá sido a principios de la década de 1970, apenas un emergente infante, que descubrí, no sin contradicciones que existía un grupo llamado Fania All Stars, y que había una canción llamada Anacaona. Nunca supe, en ese momento, que la cantaba Cheo Feliciano. Eso lo descubrí tiempo después. Sobre todo con otro clásico que en mi vida de puberto [in]disciplinado encontré con una canción que también cantaba Cheo Feliciano, I never go back to Georgia, la cual grabada originalmente con el sexteto de Joe Cuba; llenó mi imaginación de ideas: nunca volver a Georgia, uno de los pilares del racismo sureño de los EE.UU.

Pero mi encuentro con la salsa y con Cheo Feliciano en particular, pasó unos años antes. Pues unos años después, y luego de dos intensos viajes a Cuba, entre 1975 y 1976, descubrí una novela la cual inicialmente no pude leer: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Esta novela realmente hablando, la acabé de leer, en el 1981, cuando trabajaba de guardia de seguridad en el Cangrejo Yacht Club. Allí, pasando el tiempo entre lancha y lancha, me dediqué a leer intensamente esta obra, y a pensar como los Buendía no sólo dirigían el mundo, sino que también volaban a partir de sus propias almas.

Al repensar la memoria de la infancia, descubro que estos dos caribeños, uno de la ciudad costera al sur de Puerto Rico llamada Ponce, y el otro de la región costa-caribeña de Colombia llamada Aracataca, fueron en sus particulares formas de ser, importantes para mi desarrollo, como para mi entendido de que consiste esta región llamada Gran Caribe. En particular, porque ambos fueron contestatarios como a su vez determinantes de los comportamientos y cambios culturales.

La figura de Cheo Feliciano, un mulato de la ciudad de Ponce, será siempre la del cantante que de forma masiva comprometió su canto, su lírica, con el cambio social. Intérprete de las composiciones de Catalino “Tite” Curet, se dedicó a describir la problemática social, desde distintos lugares y distintas miradas. Pero siempre comprometido con la lucha y el cambio social; por la igualdad de clase y racial, como a su vez reafirmando una identidad nacional hecha boricua.

De igual forma, García Márquez supo afirmar desde su literatura un decir en torno a la complejidad de vida en América Latina, como pocos lo han sabido decir. En esta medida, y de forma inicial en la literatura, García Márquez se supo mover a otros mundos, como la política y el cine, donde ayudó a entender otros niveles aún más complejos del entorno. Es por la totalidad de su obra, que deberíamos evaluarlo. En esa totalidad estriba su genialidad.

En fin, que los pueblos tienen a los intelectuales que se merecen. Sobre todo, que cuando en una misma región del llamado Gran Caribe, tenemos a un ilustre Cheo Feliciano frente a otro ilustre Gabriel García Márquez, podemos afirmar hoy ante la partida de ambos, que Anacaona canta en Macondo.