No soy argentino. No viví la terrible etapa de 1976 a 1983, donde se impuso una dictadura militar fascista. Lo que sí he hecho es ver cine argentino desde que tengo uso de razón. Y resulta que en tiempos recientes dicho cine va transitando por un proceso migratorio, donde la época depresiva, melancólica y, sobre todo, sin alegría, comienza a transformarse. Películas recientes, como Relatos Salvajes (Dir. Damian Szifrón, Argentina, 2014), constituyen un punto de ruptura con el cine que lo antecede. Tal parece, para ser justos, que es el año de 2014 el que representa el cambio, pues El misterio de la felicidad (Dir. Daniel Burman, Argentina, 2014), es parte de ese nuevo esplendor del cine argentino, donde tal parece que la tristeza quedó atrás.
Pocas veces lo reconozco y lo expreso, pero El amor y otras historias (Dir. Alejo Flah, Argentina, 2014) es un filme perfecto. Es posiblemente la película de amor más memorable que haya visto desde los tiempos de Cinema Paradiso (Dir. Giuseppe Tornatore, Italia, 1988) y The way we were (Dir. Sydney Pollack, EE. UU., 1973). 
Hollywood es una máquina de hacer imágenes y, de paso, dinero. La creatividad para dicha marca de producción es ilimitada. El nuevo filme de acción y comedia, dirigido al mercado de verano, lo es Spy (Dir. Paul Feig, EE. UU., 2015). Se trata de un ocurrente guion escrito por el también director Feig, el cual nos provoca risa a partir de la heroicidad de la históricamente marginada: una asistente administrativa, cuyo físico no es similar al del espía sofisticado que ha promovido por más de 50 años la franquicia de James Bond 007.
Mad Max (Dir. George Miller, EE. UU., 2015) es la película de mayor venta taquillera en esta temporada. Sigue batiendo todos los pronósticos y los registros de venta. Es un éxito taquillero. Ahora bien, se trata de una película muy sencilla, con muy pocos parlamentos entre los actores y con mucha, pero que mucha acción. Es realmente una película bajo el género de cine de carretera de acción (llamado “road movie”) o cine de persecución (conocido como “car chase”), que empieza en la carretera y termina en la carretera.
San Andreas (Dir. Brad Peyton, EE. UU., 2015) se trata de un filme de acción, en el cual una gran falla en la capa tectónica de California produce, literalmente hablando, “la madre” de los terremotos. Literalmente hablando se trata del peor terremoto en la historia de la humanidad. Así las cosas, el bombero e interventor de alto riesgo, Ray (Dwayne Johnson), salió a trabajar el día del terremoto y mientras probaba la capacidad del helicóptero que manejaba se encuentra con el episodio sísmico. En la encrucijada su exmujer lo llama para decirle que está en aprietos en un alto edificio de la ciudad y que necesita que la asista.
Desert Dancer (Dir. Richard Raymond, Alemania, 2014) me la cuestioné al verla. La problematicé en negativo. Cuando salí del cine dije, “mentira”. Todo esto, hasta que me senté en mi soledad a leer del asunto: en Iran hoy, 2015, bailar es un delito religioso. No está permitido. Bailar nada, ni salsa, ni plena ni bachata. Menos, ballet clásico. Pues bien, tolero y creo en la diversidad. Pero no apoyo a los hermanos y hermanas del gobierno Iraní, y del cuerpo religioso que tiene ingerencia en la política nacional de dicho país del levante en el mediano oriente. Lo cierto es que viniendo del caribe, donde bailar es tan fundamental, ir a ver una película que te cuente lo contrario, en pleno Siglo XXI es más que una contradicción. 
Decía Juan Mari Bras, el fenecido líder independentista, que existían dos tipos de colonialismo. El interno y el externo. Puerto Rico era parte del externo, el cual podía resolverse por dos rutas distintas. Por un lado, por la total anexión o por la independencia. Ahora bien, Juan Mari Bras se diferenciaba de los otros líderes de su época, al plantear que la anexión podía darse por una práctica media extraña a la cual él llamaba, la incorporación automática. Esta es una que día a día se va construyendo, mediante la aprobación de leyes federales que se hagan extensivas a Puerto Rico y llegamos al día que de todas formas operamos como estado y lo único que falta es el pronunciamiento.