Deuteronomio 13
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
(1) Cuando se levantare en medio de ti profeta,
o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios,
(2) y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció,
diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste,
y sirvámosles;
(8) no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le
compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás,
(9) sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él
para matarle, y después la mano de todo el pueblo.
(10) Le apedrearás hasta que muera, por cuanto procuró
apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra
de Egipto, de casa de servidumbre;
(11) para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva
a hacer en medio de ti cosa semejante a ésta.
Mateo 27: 19
Y estando sentado en el tribunal, su mujer
le mandó decir: “ No tengas nada que ver
con ese justo; porque hoy he padecido
mucho en sueños por causa de él.”
Dos experiencias me han llevado a atender este tema. En primer lugar, en abril del año pasado, un par de semanas después de la Semana Santa, mi compañera y yo hicimos un segundo viaje al sur de España. Un amigo que habíamos conocido en el primer viaje nos comentaba que un guardia civil, queriendo solidarizarse con unos ancianos que lloraron conmovidos después de ver pasar la procesión (Impresionantes las procesiones del sur de España, -con la dolorosa y el Cristo-) le dice a los ancianos: “Si hubiéramos estado allí, a Nuestro Señor, no lo fusilan.” Miré asombrado al amigo (sin sonreírme, pues uno desconoce las reacciones que puede suscitar una sonrisa en un país ajeno) y éste añadió: “Cuando fueron ellos, la guardia civil, la que lo fusiló”. Pensé que si el desconocimiento de los evangelios era así, en un área de tradición cristiana como el “su”, era necesaria una lectura más frecuente y directa de los evangelios. Y es lo que haremos hoy.