En el poblado de Portobelo, en la costa caribe de Panamá, la figura del Cristo Negro se lleva toda la fama y gloria de la vida cultural de dicho distrito. Más aún, esta figura, ya inmortalizada por Ismael Rivera y la canción de El Nazareno, la Iglesia Católica y el culto pagano que le rinde todos los 21 de octubre el pueblo creyente, se llevan toda la fama y gloria de lo que pasa en dicha localidad.

Salvo, cuando uno va descubriendo los habitantes de Portobelo, pequeño poblado con una escasa población de 2000 mil habitantes, es que descubre que más allá del componente espiritual-religioso, también hay otras expresiones culturales que se están manifestando allí.

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[Nota editorial: El autor, un destacado periodista de origen cubano y radicado por los pasados 50 años en Puerto Rico, Pedro Zervigón, escribió una columna en el 1956 en su país de origen, la cual es un documento histórico el cual hoy le compartimos a nuestros lectores].

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alt“El secretismo, la censura, la falta de honestidad,

y el bloqueo de la comunicación,

amenazan todas las necesidades básicas.”

Abraham Maslow

Ya usted lo ve. Nada de decir nada. Simple, ¿verdad? Entonces me fui a buscar libros que llevaban algunas décadas cayéndose de silencio; no quiero decir polvo, porque me sacan de contexto y me vuelve a censurar Doña Perfecta, no, no la de Benito Pérez Galdós, ¡que va, cristiano! Ay ¿se dan cuenta? cristiano, otra palabra sacrílega, plural, tan democrática como el pararrayos de Benjamín Franklin, ese gran americano que firmó los pliegos de la Constitución de la Republica Americana. Oiga, ¿Por qué a EU no le llaman república, y a Costa Rica, Panamá, Cuba, si?

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altEl perro, si es que así le podemos llamar a su nave espacial, lo llevó allí siguiendo el rastro de las momias. Urlo, como no encontraba epitafios ni encima, ni cerca de los sarcófagos, los consideró dioses y acercó su ojo arqueológico para conocerlos desde la memoria de sus células.

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altIniciamos un nuevo periodo escolar vacacional. Los estudiantes tendrán dos meses para divertirse, jugar, viajar o hacer simplemente nada. Aunque eso de jugar es cuestionable, porque la mayoría de los jóvenes de hoy pasan largas horas frente al televisor y la Internet, olvidando los juegos tradicionales y lo divertido que puede ser el compartir con amigos para simplemente hacer una rueda o hacer el “pasi-misi”.

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