(San Juan, 1:00 p.m.) Las máscaras, a veces, no son evidentes. Clark Kent se esconde ingenuamente detrás de sus gafas, el Llanero Solitario, detrás de su antifaz y el resto usa mallas o armaduras para proteger su identidad. Aclaramos que ni los dioses ni Iron Man caen en este grupo. A ellos, la arrogancia, los delata.

No hay que ser naturalista, ni biólogo, ni botánico para uno darse cuenta del deterioro de algún sistema ecológico y aquí nos haría falta nombrar al súper héroe ecologista de los programas de niños que tampoco usa máscara para proteger la tierra de los peligros de la contaminación y cuyo nombre no recuerdo ahora.

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(San Juan, 10:00 a.m.) Luis Antonio Rodríguez Ortiz, mejor conocido como Luis “Laro” Rodríguez, es un científico medio ambiental boricua, residente en la ciudad de Nueva York, quien se dedica a ser escritor, creativo, y gestor cultural. Transita continuamente entre San Juan y su residencia en los niuyores, mientras en nuestro suelo organiza de forma sistemática en los pasados 10 anos el encuentro de Laro y sus amigos.

Como parte de su gestoría cultural, llevó a cabo en Puerto Rico los días 26 de octubre y 4 de noviembre, tanto en el Café Teatro Monero en el Centro de Bellas Artes de Caguas, como en el Poet’s Pasage del Viejo San Juan eventos de lecturas de poesía y narrativa. Ambos fueron un total éxito. Para el gestor cultural, estas actividades constituyen una contribución, ya histórica, de vincular a amistades creativas en el quehacer social isleño.

También como parte de su quehacer, se encuentra también su capacidad y calidad de ser escritor.  Como parte de esta gestión, publicó en el 2014 el libro de cuentos Rush (cuentos para ser leído en tren).  Este libro contiene los cuentos que escribió entre la ciudad de Nueva York y la de Nueva Jersey, cuando transitaba camino a su trabajo.  El libro fue discutido el sábado pasado en el programa el Club de Lectores, producido por El Post Antillano.

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(San Juan, 9:00 a.m.) Anda por los pasillos telefónicosde las emisoras radiales una señora legisladora que, con elecuencia mermada, ventea la última ocurrenciacapitolina. Aprovechando que a Verdejo, por asesino y por ser tan verdejo, le impusieron dos cadenasperpetuas por matar a una joven en estado grávidopena que significa encerrar a un delincuente por 198 años– se le ha ocurrido la última genialidad legislativa. La señora legisladora, con unos cuantos señoreslegisladores que todavía se hacen llamar honorables —como se hace llamar Javier Jiménez que ventea su honorabilidad por el Pepino con grandes altoparlantes, tipo Marcial Walker— propone una pintoresca pieza de ley. A propósito, honorables de qué, o como diría el cafre de Rodríguez Mateo, ¿a cuenta de qué?

     La señora y los señores proponen que, si un hombre o mujer o cualquier persona malvada asesina a una mujer que está encinta recibirá una pena de dos cadenas perpetuas: una por la muerte de la futuramadre y otra por la muerte del concebido y no nacido y que no sabemos si en verdad nacería

     De umbral, el canalla que mata a un semejante sin motivo legal que lo justifique, se le debe castigar. No creo que exista algún insensible que diga lo contrario, incluyendo a los que matan. Pero, no bien escuché a la señora que propone la legislación, me salierongalopando un reguerete de las pocas neuronas medio funcionales que todavía guardo en el cajón de la cabeza, y desesperadas, escandalizadas y confundidas, pero a coro, preguntaron: ¿Y si la señora lleva en su vientre a tres concebidos, pero no nacidos, de cuántascadenas perpetuas estaríamos hablando? ¿En serio que serían cuatro perpetuas, tipo pena impuesta a Albizu cuando lo castigaban por sacar una bandera? Nada más y nada menos que 99 años por cada concebido y no nacido y otros 99 por la mamá. ¿Y si fueran seis los concebidos? Cualquier cosa puede pasar en eso de la preñez.

     Pues fíjese señora legisladora, yo estoy de acuerdo en eso que usted dice del castigo independientementede la discusión de si el concebido y no nacido es una promesa de ser, un conato de humano, un proyecto de existencia, de vida o si es un bebé hecho y derecho, porque usted sabe que ese es otro tema que le toca a los del Proyecto Dignidad. De paso, ¿se ha fijado que si le pusieran otra “P” sería PPD? ¿Existe alguna diferencia? Mejor sigamos con la legislación de las muchas penas. Estoy de acuerdo en el castigo al que mata. Seguro que . Todo el que mata a una persona –ahora decimos “lo privó de la vida“ que suena hasta romántico– debe ser castigado. El problema no es el castigo, es el tamaño del castigo, el “size” como diríaArmando Valdés Prieto en Las cartas sobre la mesa. ¿Usted y sus panas legisladores han pensado cuántotiene que vivir el matón para cumplir ese paquetón de años? Si la víctima madre tenía un solo hijo, seríanunos 198 años, pero si son seis, serían 693. Si el promedio de vida de un puertorriqueño es de 80 años, y luego de matar le celebranningún juicio criminal se debe celebrar sino lamentar– el juicio con la rapidez con la que enjuician a los pobres que no tienen con quépagar a un abogado con conexiones y renombre, se puede tardar unos seis meses desde que se comienzael proceso hasta que le dictan sentencia. Pero ¿si el matón es un ricachón con poder económico, de familia conocida y poder político y contrata a un abogado diseñado para ellos, ¿cuánto tardarían en juzgarlo? Quizá cinco o seis años y hasta más. Si la pena por un asesinato es de 99 años y al asesino lo declaranculpable, ¿cuántos cumpliría, 10 o 12?

 

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(San Juan, 11:00 a.m.) Nació en Argentina. Murió en México. Tuvo una vida plena, se fue a los 89 años. Tuve la dicha de haberlo invitado a un congreso de sociología jurídica en Mayagüez.  Vino.  Se robó el show (espectáculo).  Era tremendo tipo.  Sumamente inteligente.  Sumamente articulado. Se termino en este capítulo, ahora vendrán otros nuevos capítulos.

Enrique Dusel es uno de los padres [y madres] del movimiento postcolonial.  Luego bien el giro decolonial, la colonialidad del poder, y la postcolonialidad cultural.  Es un tipo a seguir.  Planteó cosas noveles.  En su tiempo fue un adelantado. Al final también.  

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(San Juan, 12:00 p.m.) Poeta se nace, como poeta se vive, y toda la vida se piensa y se dice en poesía. Lo que es importante es respirar su aire, caminar hacia la captura de esa imagen en el fondo de la cueva perdida, pulirla, moldearla, acariciarla entre dedos cinceles; acunarla, alimentarla y dejarla ir en el poema, el que se escapa y solo una lo disfruta o en el que se comparte. No se es poeta si lo que se busca es ganar algo o refugiarse en cenáculos de inocencia literaria: poeta se nace, se vive y toda la vida se piensa y se dice en poesía. Hace tiempo que resolví el acertijo: la gallina vino primero.

Jorge Luis Torres (Cuba, 1964) es dramaturgo y narrador. Ha sido docente-investigador en la Universidad de Puerto Rico. En la actualidad, se desempeña como Director del Programa Académico de Educación General de la Escuela de Artes Liberales de la Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey. Realizó estudios de Artes Escénicas con Especialización en Teatrología y Dramaturgia de la Facultad de Artes Escénicas de la Universidad de las Artes (ISA) de La Habana, Cuba. En el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico completó una Maestría en Literatura Comparada. Posee un Doctorado en Literatura Puertorriqueña y del Caribe del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en San Juan, Puerto Rico. Ha publicado las obras Como el cristal de tus lágrimas y Marilyn Monroe, los baños de Estocolmo y los monjes budistas (2001-2002, Gaviota); El cuerpo abyecto como interlocutor del poder (2018, Imago Mundi); y Decapitado (2019, Media Isla). Sus textos se han publicado en las revistas Umbral, de la UPRRP; Cruce, de la Universidad Ana G. Méndez; ADE, de la Asociación de Directores de Escena de España; Tablas, del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de Cuba; y Conjunto, de la Casa de las Américas. Torres ha contestado todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

1.1 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Recientemente, has publicado Malo (2023). ¿De qué trata o tratas en esta colección de obras de teatro y cómo recorres entre la literatura y la realidad o no ficción? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarles?

1.2 Jorge Luis Torres (JLT, en adelante) – Malo es un texto sobre la desilusión, sobre el vacío, sobre la pérdida de horizontes. Las seis obras del libro recrean la caída de las utopías todas del hombre y se sitúan en el culto a la disyunción y a la distopía. Los personajes de cada una de las obras están en los márgenes de sus propias existencias, han agotado todas las posibilidades de pertenecer a un espacio que legitime sus aspiraciones, sus anhelos, sus sueños: son personajes ahogados por el desencanto que les provoca un mundo que los expulsa, que los excluye, que los confina al aislamiento más desolador que un individuo puede padecer. Sobreviven como habitantes de canales inundados de aguas fétidas porque están condenados a “engalanarse” con la mierda de las alcantarillas. Es allí donde encuentran el sentido de sus vidas, es allí donde logran construir un hábitat que los induce a otros modos de experimentar sus realidades ideológicas y políticas. Por ello, es en las excrecencias del cuerpo donde encuentran la materia de sus discursos, es en la depreciada constitución de sus cuerpos donde sus acciones adquieren sentido dramático y teatral.

2.1 WRS –¿Qué relación tiene Malo con vuestro trabajo creativo anterior y hoy?

2.2 JLT – En el libro continúo abordando los temas que forman parte de mis aspiraciones e intereses estéticos y teatrales. Desde luego, este es un libro, así lo veo, más maduro, más sólido en la constitución de su estructura dramatúrgica y teatral. Creo que he logrado anudar en cada una de las seis obras del libro un gesto distintivo que, a su vez, vuelve convergente un texto con otro. Creo que Malo es una unidad discursiva, y en el pasado encontrar esa unidad me resultaba muy complicado. Lo que quiero decir es que Malo se puede leer como una totalidad, pues podría tener la estructura de una caja china: cada obra se presenta como una parte de la anterior y de la que le sigue. Esta continuidad me permite construir personajes más corpóreos, personajes más arraigados, personajes más creíbles. La idea de una obra dentro de otra me permite pensar Malo como un microcosmos que asume el teatro no solo como propósito, sino también como instrumento.

3.1 WRS – Si compara vuestro crecimiento y madurez como persona y escritor, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo de entonces con el de hoy?

3.2 JLT – Creo que he logrado hacerme de un lenguaje muy propio. Mi teatro se distingue hoy por la alternancia entre elementos poéticos y escatológicos. Estoy absolutamente convencido de que el arte nos debe conminar al asombro, al desconcierto, incluso al rechazo. El lector, y el espectador, deben sentir el peso del horror, deben hacerlo propio, deben vivir la experiencia del insulto. Estamos ahogados por la banalidad y por la falsa complacencia, por ello tenemos que ir al encuentro de un lector-espectador que se asuma como víctima y como victimario, que entre y salga del mundo cruento y abyecto que se representa ante él y que, por qué no, se reconozca en él. Este modo de pensar y producir mi obra ha resultado ser para mí un punto de inflexión con mi trabajo anterior. Hoy escribo más consciente de que mis personajes “huelen” a “algo” que no resulta higiénico para el ansiado saneamiento corporal que nos obliga a normalizar y a codificar nuestros comportamientos sociales y culturales. Escribo para que mis personajes (des)normalicen y (de)codifiquen todo aquello que nos obliga a permanecer, nos guste o no, en un “lugar” etéreo y aséptico. Esa es la razón del desplazamiento y del “rompimiento” que padecen. Por eso son personajes que solo pueden existir “rotos”, legitimados por la contaminación, por lo nauseabundo, por lo abominable.

4.1 WRS – Jorge Luis, ¿cómo visualiza su trabajo creativo con el de vuestro núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Cuba y Puerto Rico?

4.2 JLT – Es una pregunta compleja. Alguna que otra vez me la he hecho, y solo he llegado a la conclusión de que la idea de “generación” se ha diluido. En el contexto cubano, más aún, pues pertenezco a una generación de dramaturgos que está fuera de Cuba y escribe desde horizontes que solo le permiten mirar hacia el “país perdido”. Incluso, los dramaturgos de mi generación que viven en Cuba miran desde el “país perdido”. Y a mí, francamente, eso no me interesa, al menos no de forma tan literal. La dramaturgia cubana actual, es solo una opinión, está muy obsesionada con la idea del “país perdido”, y aunque puede resultar razonable, se corre el riesgo de que estas obras solo funcionen como artefactos o pertrechos del statu quo. Por ello, prefiero escribir desde “ningún lugar”, no busco mirar “desde” o “hacia” un lugar, solo escribo para cuestionar la anomalía que nos induce a la conformidad, para quebrantar los supuestos moralizantes y llamar a las cosas por su nombre.

5.1 WRS - ¿Cómo concibes la recepción a su trabajo creativo dentro de Cuba y Puerto Rico, y la de sus pares, bien sean escritores de teatro u otro género?

5.2 JLT – Pues mira, no creo que, por el momento, en Cuba se pueda representar alguna de mis obras. No necesariamente por los contenidos o los temas de estas, sino porque no se puede pasar por alto que soy un dramaturgo que vive en el exilio, y en Cuba la palabra exilio está absolutamente demonizada por el régimen. Tanto es así, y esto es una pequeña anécdota, que cuando asistí como invitado a la Feria Internacional del Libro de República Dominicana para presentar Malo, le solicité a una persona que vive en Cuba y preside una institución cultural adscrita al gobierno, que llevara mi libro a la isla, pero me ofreció algún que otro pretexto para no hacerlo. Es comprensible, pero ese “no” ilustra la realidad de una cultura que se encuentra “secuestrada” por la ideología de un Estado totalitario y déspota. En cuanto a Puerto Rico, sé que podrían llevarse a escena una o dos obras que han despertado cierto interés, creo que solo es una cuestión de tiempo.

6.1 WRS – Sé que vos es oriundo de Cuba. ¿Se considera un autor cubano o no? O, más bien, un autor de literatura sea esta cubana o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

6.2 JLT – ¡Soy dramaturgo! ¡Solo eso! No sé vivir con la idea: “soy un dramaturgo de aquí o de allá”. Afortunadamente he transgredido la idea de “ser de un lugar”. Vivo “en tránsito”, como el peregrino que debe llegar a un lugar y mientras peregrina hacia el lugar sagrado hace suyo aquel en el que se encuentra. ¡Eso me ha permitido ser más libre! Solo estoy comprometido con lo que escribo, con lo que quiero que mis personajes expresen. Escribo para diseccionar el mundo todo, o al menos aquella parte del mundo que me inquieta y que me compulsa a la reacción súbita, intrépida, impostergable. Eso no quiere decir que no sea o no me sienta cubano, lo soy, pero a pesar de ello, ¡me siento más dramaturgo que cubano! Y, a propósito de Puerto Rico, desde hace más de 27 años vivo en Puerto Rico, que es mi casa, el lugar que habito y me habita, la isla a la que siempre regreso. Cuando viajo y quiero volver a casa, solo puedo pensar en regresar a Puerto Rico.

7.1 WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica, vuestra ideología política y vuestra identidad de género con o en su trabajo creativo?

7.2 JLT – Escribo desde la persona que soy, una persona que elude las definiciones sobre sí. Las definiciones, de un modo u otro, siempre nos llevan a excesos. Y los excesos, lo decía Batallé, son violencias que se imponen a la razón. Generalmente nos esforzamos en ofrecer una definición sobre nosotros para no comprometer el peso moral de la persona que somos, para no perder nuestra propia credibilidad ante los otros. No sé definirme o, para ser exacto, aún no lo sé hacer. Es más, le tengo temor a las definiciones. Prefiero la incorrección y la desobediencia. ¡Me gustan más! Me resulta muy complejo acomodarme en discursos consensuados. Soy un dramaturgo atraído por la metáfora de “desenterrar el cadáver”, y el cadáver es siempre otra forma de realidad porque se transforma en residuo (des)politizado, en desecho sin identidad, en desperdicio que solo puede preservar su género a través de la memoria de un otro que lo recuerda o (re)imagina. Como plantea José Ovejero en su ensayo La ética de la crueldad, “el cadáver vuelve visible lo que estaba oculto”. Mi dramaturgia se sitúa precisamente ahí. Por ello, mis personajes emergen de fisiologías pútridas e impúdicas que exacerban la celebración del caos, del desequilibrio, de la descomposición.

8.1 WRS – ¿Cómo se integra su trabajo creativo a vuestra experiencia de vida? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor hoy?

8.2 JLT – Las palabras son depósitos de sentidos, pero no sé qué es la inspiración, me parece una tontería. Creo en el impulso, en la “propulsión” fisiológica, si así se le puede llamar a la necesidad de escribir. Escribo porque he aprendido a mirar, que es muy difícil. Nadie nos enseña a mirar, es un ejercicio muy íntimo y, además, muy peligroso. Escribo sobre todo aquello que sabemos que está ahí, pero que eludimos, sorteamos, ladeamos. Escribo no sobre mí, sino sobre mis “ansiedades” para lograr “llegar a mí”. Y la escritura dramática es un escenario perfecto para diseñar este feroz y encarnizado juego entre nuestras luces y nuestras sombras. Hace unos días, alguien comentó que, en mi libro Malo, se (des)institucionaliza lo grotesco, pues entiende que soy un dramaturgo atraído por lo agreste, por lo corrosivo, por lo cáustico. Podría ser, sin embargo, yo estoy convencido de que tal cosa no es necesariamente cierta. Soy un dramaturgo que se adentra en las penurias humanas mediante discursos agrestes, corrosivos y cáusticos para (des)categorizar los principios doctrinales del poder.  Es decir, me asomo al poder para mostrar la debilidad de sus tendencias fundamentalistas, para enorgullecerme de la abyección que me produce.

9.1 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

9.2 JLT – Bueno, no he tenido aún el privilegio de que muchas de mis obras se lleven a escena. Ese es otro problema, los directores teatrales siempre regresan a los clásicos, o a los textos que entienden probados o meritorios de una taquilla que les garantice cierto sustento económico. Esa suerte de “prostitución cultural” es terrible, pero es una realidad, no hay más que ver la cartelera teatral para corroborar de qué hablamos. Sin embargo, sí he tenido la suerte de lectores probablemente fieles que al leerme me miran con una complicidad que no necesita palabras. Trataré de no ser pretencioso, pero eso es precisamente para mí el arte: la connivencia silenciosa, el “aire” de complicidad.

10.1 WRS - ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

10.2 JLT – Estoy escribiendo un libro en el que incluyo tres obras que años atrás fueron publicadas en España, Cuba y Puerto Rico. Además, el libro cuenta con otras dos obras de reciente creación, entre ellas un monólogo. En ello estoy, aunque me toma tiempo escribir, tengo mis tiempos de escritura diaria, y los cumplo como un monje cumple con los deberes de su orden.

San Juan, 10:00 a.m.) En Puerto Rico hay mujeres que tomamos café todo el día para que la comida que hay en la nevera sea para nuestros hijos.

 

Mujeres que trabajamos, pagamos contribuciones y no podemos tener un mínimo beneficio del gobierno.

 

Mantenemos a un gobierno, que no puede mantener una carretera en buenas condiciones para llegar a nuestros trabajos o ir a buscar a nuestros hijos a la escuela. Poniéndonos una carga más cada vez que se rompe una pieza del carro viejo que nos ayuda a buscar el sustento. Ni pensar en un sistema de transportación público confiable o con una red que cubra todo.


Mantenemos a un gobierno que si nos enfermamos precisamente por no alimentarnos bien tenemos que sacar el dinero de nuestro bolsillo pero una vez más preferimos la comida de nuestros hijos a nuestra propia salud.

 

Nuestros hijos van a escuelas donde a pesar de tanto taller que toman los maestros vemos cada año la misma dejadez, la misma problemática. Existen horas remediativas donde no se está acorde a lo que dieron en clase, no es explicarles lo que no entendieron, no es ayudarlos a comprender para cumplir bien y tener éxito en la clase, a veces son peliculitas, del bulling, de la familia, de temas no escolares y llegan a casa a las 6 pm y nos dicen: no hicimos nada. Cansados y sin esperanza.

 

No hay transportación para los estudiantes, así que mamá trabajadora debe levantarse más temprano, gastar más gasolina y llevarlo a unas escuelas que cada vez nos quedan más lejos, porque el concepto de escuelas cerca, de comunidad o a distancias que se supone el estudiante pueda caminar ya no existe. Inventaron un programa de horas verdes, comunitarias y otras tantas donde hay que ir lejos a cumplirlas, pagando entradas o giras que siguen desangrando el bolsillo de la madre trabajadora y todo esto so pena de no graduarse si no se completan.  ¿Por qué en el mismo pueblo no se siembran jardines comunales, se visitan asilos de ancianos, se siembras flores para alegría y vistosidad de nuestros alrededores?

 

No tenemos ayudas, pagamos alquileres altos, no se nos dan cupones para alimentos, no somos elegible al plan de salud de gobierno pero cada abril cumplimos con nuestra responsabilidad religiosa de pagar contribuciones sin recibir nada a cambio.

 

Poco a poco cortamos el cable TV, Netflix, salidas, paseos, ropa nueva y ni soñar con uñas o cabello hermoso, de eso solo lo básico para no desentonar. Dejamos de pintar, hacer manualidades o de esas cosas que aunque no tenían calidad artesanal para mercadear nos liberaban del stress. Los materiales están inasequibles. La salud mental se complica.

 

Eso sí, aprendemos a ahorrar hasta las lágrimas, se lava ropa un solo día, se lava el carro en la lluvia, se mantiene la casa con lo mínimo y si se rompe algo se desecha e internalizamos la frase menos es más o inventamos ser parte del movimiento minimalista. Las luces mientras menos watts tengan menos gastan y se crean ambientes más acogedores. Nuestro closet de 6 piezas intercambiables nos da esa falsa premisa de ser clásicas y no necesitar más de lo indispensable, el día que necesitemos algo, descuadrarnos alguna partida.

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(San Juan, 10:00 a.m.) La cuenvela es una obra literaria compuesta por ocho cuentos individuales, conectados con un mismo protagonista, que deja el sabor de haber leído una novela corta. Ediciones Yunque (Luccia Reverón) creó el Primer Certamen Internacional Literario de Cuevelas, donde los participantes sometieron sus obras, las cuales se evaluaron por un panel de jueces.  Este panel de jueces lo constituyeronacadémicos o literatos cuya labor principal fue evaluar las cuenvelas y darles una puntuación.  Con la puntuación se escogieron las cuenvelas que se premian en metálico.

En el primer certamen de Cuenvelas, se optó por hacer una publicación de los ganadores y dos finalistas. Esta obra, Liberaciones: antología de cuenvelas, es una obra de gran calidad literaria cuya publicación se hace posible gracias a Ediciones Yunque y Publicaciones Gaviota, esta última perteneciente a la Sucesión de Norberto González, a cargo de Luis Javier González.

El primer Certamen de Cuenvelas surge como una inquietud de Luccia Reverón, por dar a conocer este nuevo género literario. La primera cuenvela, “Los molinos de doña Elvira”, creada por ella misma,publicada en 2016, es la promotora de este género novedoso. El primer certamen se convocó en febrero de 2021 y se celebró el 3 de noviembre de ese mismo año. Hubo participación de quince países: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, España, Israel, México, Panamá, Perú, Puerto Rico y República Dominicana.

La cuenvela ganadora en ese primer certamen fue Los espíritus de Arikataca, escrito por Antoni Galdón I (Pa)lomares de España.  El segundo premio recayó en Cuba, con la obra Crepúsculos de un chef de José Luis Hernández Castellanos. El tercer premio lo constituye la obra “Helena” de Carlos Enrique Arias Villegas de Colombia. Se dio mención de honor a José Ramón Ramos Martínez, de España, por su obra “Crucero Azul”. Los finalistas fueron Ismael Mercedes Zamora, de República Dominicana, con su obra “Adagio” y Brenda M. Soberanes, de España, con su obra “Ágape”. Estas obras resultaron tener una calidad literaria de gran mérito.

El segundo Certamen Internacional Literario de Cuenvelas se celebró el 11 de enero de 2023, luego de haberse convocado desde febrero de 2022. En este segundo certamen resultaron ganadores, como primer premio, “Miércoles” de Carlos Enrique Arias Villegas de Colombia, el segundo premio, “Delirium Tremens de Giovanni Longo Muñoz de Chile; el tercer premio recayó en “Forasteros” de Osvaldo Aníbal Martínez, Argentina. En esta ocasión no hubo mención de honor. Hubo participación de una docena de países:Argentina, Colombia, Venezuela, México, Chile, Puerto Rico, Cuba, Guatemala, Polonia, República Dominicana, Estados Unidos, España.

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