por la boca del mundo y de mi ojo.
Me sirvo un trago de raíz de piedra y brindo por ti
y los argumentos de la filosofía del café con borra.
Ahí es que está la luz y tus desechos.
¡ Suéltame los perros albacea de cristal !
por la boca del mundo y de mi ojo.
Me sirvo un trago de raíz de piedra y brindo por ti
y los argumentos de la filosofía del café con borra.
Ahí es que está la luz y tus desechos.
¡ Suéltame los perros albacea de cristal !
Sonaron seis campanadas del reloj, eran las mismas que sonaban diariamente, solo la luna o el sol indicaban si era la hora de despertar o la hora de dormir.
Emilia, abrió los ojos, observaba el mismo techo por los últimos cincuenta años, las mismas campanadas, la misma cama, el mismo cuarto, lo único diferente era el aroma a vacío de la mañana, la falta del beso de José María, que extrañaba al despertar. Apenas recuerda sus labios rancios al despertar, veinte años tratando que no se le fuera el último beso que se dieron.
El cuerno feroz, de los designios de las flores, dice:
que hay que ajustar cuentas con la lámpara del poder;
con la maquinaria de los partidos.
Dije partidos, como el que menciona herejía, brujas y pétalos de azufre.
Te busco en la urna de los sépalos de tus labios;
en el cohitre turbio del facebook y su galaxia.
¿Por dónde vas, compañera del alcatraz del tiempo?
La escucho, es un fruto denso, agrio y memorioso.
Sin conocer su matriz de tiempo y oscuridades;
la recuerdo en su voz, en su potente sueño de calvario.
Quiero que me alborotes
que al borde de tus sueños me desborde,
que las ansias de ti me transforme en un río
y te arrastre para que desemboques,
creciendo caudaloso por mi cuerpo de agua
y nos cubra el presagio del puente en el abismo.
y me rasco el temperamento de la muerte.
La política y las pruebas moleculares
me hacen cincelar, romper la cortina de tu mirada.
Raíz pandémica de progreso y mascarillas.
Abro la puerta de la política
y hay un altavoz de escarcha y novedades.
Invisibles
¡Bienvenida al mundo de los seres invisibles!