[Nota Editorial: El crítico literario Francisco Cabanillas, nos comparte este documento histórico escrito luego de la epidemia de la Peste Bubónica de 1912 en el Viejo San Juan. Lo compartimos para refrescarnos la memoria histórica].
La peste va avanzando. Y a medida que la sentimos avanzar, nuestro miedo crece y crece hasta que casi no nos cabe dentro del pellejo.
Este miedo ejerce en el alma de muchas gentes una muy saludable influencia. Mientras a unos, puercos de nacimiento en su cuerpo y en su casa, les ha hecho enamorarse repentinamente del agua y del jabón—los dos mejores médicos del alma y del cuerpo que existen—a otros muchos puercos también de nacimiento en su alma, les ha hecho la merced de encariñarlos de pronto con la belleza del hábito de la liberalidad. Conocían éstos a los dos médicos excelentes y nada pedantes denominados doña Agua y don Jabón, y por rutina fregoteaban quizás diariamente su piel; pero no se acordaban nunca de lavarse el alma y… ¡tenían cada costra!