Significativo lo que relata Alejandro Miranda Montesinos sobre el plagio cuando a comienzos del año 2011, la comunidad internacional se sorprendió, al conocer el caso del ministro alemán, Karl Theodor zu Guttemberg,- a la sazón el político alemán más valorado, con un apoyo del 70%- quien perdió su título de doctor en Derecho,y tuvo que renunciar a su cargo público, tras descubrirse que había plagiado el 20% de las 475 páginas, de su tesis doctoral( es decir unas 95 páginas) 

Mas recientemente se ha hecho público el caso del Presidente de Hungría , Pál Schmitt, a quien la Universidad de Semmelweis University de Budapest le revocó el título de Doctor, luego de comprobarse que había plagiado más de 197 páginas de las 215 páginas de tesis doctoral sobre los juegos olímpicos modernos. Este escándalo término con la dimisión Schmitt a la Presidencia de Hungría , el 2 de abril de 2012. 

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¿Cómo sigue mi enfermera favorita?

Hay un niño que veo a diario. Hoy es ese día del calendario donde se conmemora su nacimiento. Solo llevo 23 días viendo y pareciera que mi cerebro sin decirme se acostumbró a verle. Pero mis ojos ya no saben cómo cerrar las represar al escucharle.

Te explico; llego aquí, de noche y dormido un menor delgado con sangre en sus uñas del antebrazo de un paramédico que le reto la fuerza. Nada nuevo en este hospital. Lo nuevo son las particularidades de las historias y sé que la suya no se va a desprender de mi memoria.

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Tal vez porque me considero una mujer negra en un mundo dirigido por hombres blancos...  Tal vez porque me han tildado de “loca” en más de una ocasión...

Tal vez porque no me resulta extraño que se me niegue una oportunidad, un ascenso, un mejor turno de trabajo, un aumento salarial para dárselo a un hombre blanco menos cualificado o a una mujer blanquita, diminuta y delgada, más afín con la visión clásica de la belleza femenina...

Tal vez porque mis labios son carnosos, mi nariz ancha y mi pelo grueso y rebelde...

Tal vez porque soy una mujer fuerte, independiente, profesional, heterosexual, felizmente divorciada, sin hijos, sin marido...

Tal vez porque me considero feminista, dueña y ama de mi vida y de mi historia...

Tal vez porque soy netamente puertorriqueña...

Tal vez porque soy hija de un líder obrero y una historiadora independentista...

Tal vez porque soy una de muchas carolinenses que ha escuchado hablar unas mil veces de Julia de Burgos, pero nunca de Cecilia Orta...

Tal vez porque mis lecturas son de tono médico y no tanto social, histórico o antropológico...

Tal vez porque no me resulta desconocido el sentirse ignorada, menospreciada, invisibilizada...

Cualquiera que sea la razón, este libro “Historias de Mujeres Puertorriqueñas Negras” le habla a mi corazón y hace retumbar el alma y gritar:

¡Celestina! ¡Juana! ¡Pura! ¡Cecilia! ¡Agripina!

¡Ancestras! ¡Eternas! ¡Omnipresentes!

Hoy es 23 de Abril de 2020

Un día más de la victoria celebrada

Por la Peste Coronavirus – Covid19

Que, como un Dios maldito de las guerras

Se lleva a los ciudadanos a su santa gloria

Muertos llenos de pena.

Bellamente, le digo a mi esposa:

-Saca la bota María que me voy a emborrachar

Pues es Fiesta de nuestra Comunidad Castilla y León

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Yo lo veía fajao, en la cafetería, contestando el largo examen que la misi de la clase de español nos había dado para llevar. La educación debería ser como en Finlandia sin notas. Me pregunto si contarán la asistencia para aprobar las materias… Me propuse seducir al nerdo. Le haría un show de niña sufrida, pero sexy. Mi plan se iba concretando. Me gané la oportunidad de que me prestara su pen drive. Copié sus respuestas y para que el buscador de plagio no me arrojara a mí como la que se copió el 100 porciento del examen, dañé el dispositivo, colocándolo por breves minutos en la estufa.

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Tal vez porque me considero una mujer negra en un mundo dirigido por hombres blancos...  Tal vez porque me han tildado de “loca” en más de una ocasión...

Tal vez porque no me resulta extraño que se me niegue una oportunidad, un ascenso, un mejor turno de trabajo, un aumento salarial para dárselo a un hombre blanco menos cualificado o a una mujer blanquita, diminuta y delgada, más afín con la visión clásica de la belleza femenina...

Tal vez porque mis labios son carnosos, mi nariz ancha y mi pelo grueso y rebelde...

Tal vez porque soy una mujer fuerte, independiente, profesional, heterosexual, felizmente divorciada, sin hijos, sin marido...

Tal vez porque me considero feminista, dueña y ama de mi vida y de mi historia...

Tal vez porque soy netamente puertorriqueña...

Tal vez porque soy hija de un líder obrero y una historiadora independentista...

Tal vez porque soy una de muchas carolinenses que ha escuchado hablar unas mil veces de Julia de Burgos, pero nunca de Cecilia Orta...

Tal vez porque mis lecturas son de tono médico y no tanto social, histórico o antropológico...

Tal vez porque no me resulta desconocido el sentirse ignorada, menospreciada, invisibilizada...

Cualquiera que sea la razón, este libro “Historias de Mujeres Puertorriqueñas Negras” le habla a mi corazón y hace retumbar el alma y gritar:

¡Celestina! ¡Juana! ¡Pura! ¡Cecilia! ¡Agripina!

¡Ancestras! ¡Eternas! ¡Omnipresentes!

La profesión de abogado/a, según la conocemos en los tiempos modernos, puede encontrarse en su fase final.  Puede ser una larga agonía o una profunda transformación. Una cosa o la otra, es el resultado   del impacto  de la revolución de la información.

Como todo trabajador -  físico o intelectual -, la relación del abogado con la máquina y la tecnología determina su relación social, su producción y su desarrollo.

Toda revolución económica – desde los inicios de las civilizaciones, pasando por las industriales, hasta ésta que se denomina  de la información – implica vínculos estrechos entre las personas y las máquinas.

Las invenciones de máquinas para cultivar la tierra, recoger sus frutos y luego convertirlos en materia prima para las industrias, acompañan y definen cada evento revolucionario. A la par de toda revolución, hay progreso y también desintegración. Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista, lo expresaron en una oración magistral: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”.

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