Frío pecho
todo es hielo.
Los hospitales
no son hospitalarios.
Mi heroicidad flaquea.
Frío pecho
todo es hielo.
Los hospitales
no son hospitalarios.
Mi heroicidad flaquea.
[Nota editorial: El Post Antillano en ocasión de haber invitado al Poeta Nacional Erik Landron a participar mañana lunes 28 de junio en el programa Pura Poesía, a las 6pm por las redes sociales del medio, vuelve a publicar una columna enviada por el autor que es válida para los tiempos]
En un artículo republicado del New York Times en un medio electrónico alterno, de esos que reseñan y diseñan a la carta de sus mezquindades comerciales, noticias, noticiones y noticitas de chismografía y modos de vivir atrapados y fofos, asombra por lo explícito, un titular preguntón e indiscreto, “¿Cuándo podremos volver a besarnos con desconocidos?”.
Qué sabrá la mirada del paisaje
Qué sabrán las palabras de la voz
Qué sabrá la tinta de la pluma
Qué sabrá la célula del hijo
Qué sabrá la verdad de su ficción
Solo alma
y gamma
en minúsculas
formas de vida
en el vientre juntos
mi yo y su yo…
Se confundía con el humo
era cada vez más nube
y nube entrelazada
una sobre otra
otra sobre muchas
…fue así que su luz
Sandalias de hierro en mis pies
Quiero avanzarlos
un ancho lodazal cubre mis tobillos
a veces, mis rodillas…
Vestido piedras pegadas a mi piel
Galilea ínfima en movimiento
constante adentro de la mirada
daba vueltas tratando de encontrar no sé qué
muy hacendosa en el todo blanco
limpio como una caja de pietri.
En ese cielo nocturno los planetas eran
un abrir y cerrar de ojos de cometas
el frío, el dolor, el frío y la cola de sangre
demasiada
Su manifestación de alegría se escuchó en todo el barrio a eso de las seis de la mañana. El grito fue tan fuerte, que después pensó que los vecinos creerían,que su marido la estaba maltratando. Ese grito salía,desde lo más profundo de su corazón, porque a pesar de todo, cumplió con su trabajo cabalmente. No faltó a sus clases, ni siquiera el 15 de abril, aunque el día antes, le habían puesto la segunda dosis de la vacunaModerna. Desde la cama, adolorida, tomando pastillas, observaba a los estudiantes contestando su examen y hasta hizo sus horas de oficina. Muchos compañeros le decían: “Cuando llegues a Catedrática verás que cogerás las cosas relax y entenderás que esto es para treinta años.” Se prometió que jamás asumiría esa actitud derrotista, porque si por lo menos a un estudiante le gustaba su clase, había salvado una persona del mundo de la ignorancia. Se levantó de la cama; estiró las extremidades y respiró a nivel consciente, porque era un acto de liberación, por eso Aristóteles decía que: “El aire es tu alimento y tu medicamento.”