altLa lectura de la poesía que nos presenta el joven Gabriel Meroli me ha resultado sumamente interesante. Su libro, desde la portada, nos anuncia que encontraremos en él una caja de pandora, que tal vez contenga unos demonios, pero también a Elpis, el dios griego de la esperanza. El título, con su subtítulo, ya es revelador de una escritura contrahegemónica, no canónica.

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altNo hay dignidad en ello. Una “igualdad” en la que dejamos de ser un país, equivaldría a un genocidio cultural, porque no nos permitiría defender nuestra sustancia nacional, nuestra soberanía deportiva, nuestro olimpismo, ni nos permitiría participar como país en diversos eventos internacionales como concursos literarios, bienales y trienales de las artes plásticas, incluyendo los de belleza, etcétera.

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altNo soy muy grande ni robusta. Más bien me describo como menuda. Sin embargo, cuando duermo, me dicen, que parece que el león de la Metro toma posesión de mi. Digo “me dicen”, porque juro que una vez mi cabeza toca la almohada, duermo profundo y no ronco para nada. Yo nunca me escucho roncar. Por eso pienso que eso que dicen de mí, es puro cuento.

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